Director: Aina Järvine y Federico Milella
Intérpretes: Animación.
Sinopsis: Desde que los dragones se extinguieron, la magia está desapareciendo. Todo cambia cuando el hada del sol encuentra un huevo de dragón abandonado. Si los dragones regresan a Bayala y todas las hadas se reconcilian, el lugar podría volver a estar a salvo. La princesa Surah y sus compañeros se enfrentarán a una fascinante viaje lleno de aventuras más allá de las Montañas del Dragón.
Ya de partida, manifestarles plenamente convencido, rotundo, que esta película animada de origen teutón es francamente prescindible, ahora si consideran que les puede servir a sus hijos más pequeños para tenerles un rato entretenidos en estos revoltosos días previos a la Navidad, pues pueden considerarla una opción muy de último recurso, sobre todo teniendo en cuenta que en la cartelera conviven actualmente dos estupendos títulos del género como FROZEN II y EL TIEMPO CONTIGO junto con otro vistosillo como LA FAMILIA ADDAMS… y se aproxima ESPÍAS CON DISFRAZ.
Ese pesadito y amazacotado estilo germánico con los que el tópico nos ha puesto en guardia a veces (hay otro cine alemán de períodos remotos verdaderamente espléndido, incluso setentero/ochentero, el del mayúsculo -a la altura o superior del mismísimo Alfred Hitchcock-, genial Fritz Lang y tantos otros colegas desembarcados en Hollywood tras la diáspora sería uno de sus ejemplos más preclaros) se cumple en esta, por otra parte, humilde, discretita y como mucho esforzada producción (actualmente a la animación se apuntan ahora hasta de Papúa Nueva Guinea… es un decir y desde el más absoluto de los respetos, ojalá algún día este pequeño país independizado de Australia en 1973 pueda esgrimir producción propia).
BAYALA trata de algo parecido a elfos, dragones extinguidos y princesas-hadas, o no me enteré muy bien (al cuarto de hora estaba dando un cabezazo) de qué eran exactamente.
Les aseguro que siento cargo de conciencia cuando cuestiono proyectos de este tipo, procedentes principalmente de cinematografías europeas o de países europeos sin una gran tradición en lo que a su calidad se refiere, como es Alemania. No seré taxativo por si acaso soy desconocedor. Me refiero a industrias no precisamente potentes en este terreno. Y ello es así por dos motivos: en primer porque sinceramente no me considero quién –entiéndanme- para cuestionarlas fieramente y porque la verdad es que en el aspecto técnico suelen tener una apariencia aceptable, o no al menos despreciable. Es aquí el caso… pero ello con muchas pinzas (sus profundidades de campo, sus fondos de imagen son de lo más planitos).
Eso sí, ejerzo mi derecho a la propia opinión fundamentada en el bagaje que otorga haber visto –dirán algunos… otra vez con la matraca… y no es farol, lo aseguro- 35.000 películas a esta altura de mi acaparadora e intensa vida cinéfila/biológica, mediada la cincuentena.
Además, palia todo esto el hecho de que debo ser uno de los críticos más benevolentes del mundo mundial –no menos cierto es que cuando algo se me atraviesa no hay paños calientes que valgan-. Pero hasta a las películas más insoportables a veces les saco punta. Ja ja ja (disculpen esta introducción onomatopéyica en trabajo tan “sesudo”).
Yendo a lo concreto y alguna que otra duermevela aparte, es bastante plomiza y sin gracia alguna o ángel alguno, siquiera una escena salvable, aunque tampoco resulte despreciable del todo pensando en los más pequeñines de la casa.
Los contornos habituales de Barbie Superstar de las chicas de estas historias comienzan a atragantárseme. Por eso y por otros varios motivos, agradecí y saludé alborozado en su momento la aparición de SHREK y sus notables secuelas con la irrupción de princesas no muy ortodoxas. Y también menos mal que recientemente la secuela de RALPH ROMPE INTERNET se tomó a guasas a estos melifluos personajillos (la comparación con Disney o Pixar es inevitable y sideral).
Poco más tengo que añadir.
José Luis Vázquez