Director: José María Zavala
Intérpretes: Documental
Sinopsis: Fumaba marihuana, practicaba yoga, tenía muchas relaciones con mujeres y era antisistema. Hoy, con diecinueve años cumplidos, Alfredo Pío se ha bautizado y frecuenta los sacramentos. Igual que Alan Pío McLeod.
Carlos fue oficial de las SS de Hitler, pero su vida también cambió. Lo mismo que la de Ángela, a quien con veintidós años le diagnosticaron un tumor cerebral.
Con sólo tres añitos, Javier llevaba un año entero ingresado en el hospital en espera de un corazón que le permitiese seguir vivo con su familia...
A todos ellos el Padre Pío les cambió la vida. Veinticinco "renacidos", en total, brindan ahora sus testimonios estremecedores por primera vez en esta película, que a buen seguro provocará en el espectador un seísmo interior de ocho puntos en la escala de Richter.
“Tú también puedes ser otro renacido”
José María Zavala vuelve a reincidir en el personaje religioso y milagrero (no se entienda desprecio por mi parte) del Padre Pío. Y una de dos, o realmente se siente absorbido por su figura, que queda claro que así es, o no deja de ser –que sinceramente no lo creo, porque los réditos con su anterior salida a escena fueron escasos y este no es un proyecto mediático- una de tantas operación mercantilista (no se lea tampoco en sentido peyorativo) para mantener la fidelidad que obtuvo por parte del no muy amplio grupo de espectadores que convocara con su antecesora.
También podría haber una tercera razón, la divulgadora y religiosamente proselitista, sin tampoco pretender que esto suene desdeñoso por mi parte. De hecho, la frase con la que inicio esta reseña, que acaba poniendo colofón a lo visto, resulta bastante ilustrativa al respecto.
En cualquier caso, la operación me parece completamente fallida y destinada exclusivamente a partidarios, conversos o seguidores incondicionales en general del santo de los estigmas, o sea del Padre Pío, que ya había hecho una anterior salida a las pantallas, en otro documental estrenado el año pasado (2018), EL MISTERIO DEL PADRE PÍO, más loable, mejor y mucho más currado por parte de su director.
Por supuesto, prácticamente todo es legítimo en el mundo artístico, y más una propuesta de estas características que a nadie puede ofender salvo algún talibán aislado, pero a condición de que lo propuesto merezca la pena y no aburra. Lamentablemente este trabajo, al que no niego que le hayan dedicado horas y esfuerzo, no deja de ser irrelevante. Una serie de entrevistas a incondicionales por diversos motivos del fraile en cuestión pegaditas sin la mínima inspiración y propias de cualquier reportaje de la más humilde de las televisiones locales.
Y les aseguro que me da igual el carácter hagiográfico, apologético, incluso propagandístico que desprende (porque esta es una propaganda sentida y quiero creer que desinteresada), si a cambio no se hubieran dedicado a ir desgranando una serie de filminas, de estampas sin mayor gracia o interés, cosidas por esos testimonios de gente con sonrisas beatíficas que a veces consiguen lo contrario de sus propósitos, es decir, disuadirme. Siento que no me acaben ya no de arrebatar, ni de llegar, esas revelaciones que no dudo sean de lo más vívidas, pero carentes de matices, interés o gracia –salvo la divina que envuelve a quienes cuentan sus vivencias- alguna.
Lo único salvable, la canción final de los títulos de crédito, PERO A TU LADO, interpretada por Javier Urquijo, tema que compusiera su hermano, el malogrado y mítico líder de Los Secretos, Enrique Urquijo.
A quien corresponda… que creo lo tienen meridianamente claro. Bien que siento no sentirme incluido, pues el empeño podría haber resultado atrayentes de haber escarbado más en otros contornos no necesariamente oscuros (haber contrastado opiniones… pero en fin, está claro que no era eso lo perseguido, o ya se había expuesto de manera laudatoria en la anterior entrega), no mostrarse tan plano vamos.
José Luis Vázquez