Director: Richard Starzak
Intérpretes: Animación.
Sinopsis: Unas extrañas luces planean sobre el cielo del tranquilo Mossingham anunciando la llegada de visitantes de una lejana galaxia, pero en la granja Mossy Bottom la oveja Shaun y el resto del rebaño siguen haciendo de las suyas… muy a pesar de Bitzer, su perro pastor. Tras esta incursión, una adorable extraterrestre de asombrosos poderes se queda en Tierra, y Shaun ve en ella una oportunidad de diversión alienígena. Pero antes ha de evitar que su nueva amiga sea capturada por una siniestra organización. (FILMAFFINITY)
A veces los críticos –o igual no- cogemos la vereda de las muletillas y las veneraciones que no nos permiten descolgarnos ni aunque caigan chuzos de punto de nuestras filiaciones incondicionales. A mí me sucede por ejemplo con el cine de Clint Eastwood, Tim Burton, Pixar, Spielberg, Scorsese, Ridley Scott y un largo etcétera. Tal vez ello provoque que abrace incondicionalmente cualquier cosa que lleve su firma. Tal vez.
Viene a esto colación porque todo lo surgido en los últimos tiempos en los estudios británicos Aardaman goza inmediatamente del fervor crítico nada más estrenarse. Y claro que sus productos presentan un nivel medio muy apreciable, de carácter meritoriamente artesanal, de un considerable nivel… pero no todos rayan a gran altura. Como no es lo mismo la sensacional GRAN TORINO que la notable –lo cual es mucho decir para como fue recibida masivamente, pues aquí colegas y público se dieron la mano- 15:17 TREN A PARÍS del citado Eastwood.
Leo críticas rebosantes en elogios de esta secuela de la exitosa LA OVEJA SHAUN y me resultan un tanto incomprensibles. Ni la imaginación aquí esgrimida resulta tan fértil como la exhibida por su antecesora, sin resultar tampoco un hito; ni sus gagas son tan ingeniosos y divertidos; ni tan siquiera el guion es un dechado de originalidad, reconociendo que posee sus momentos y su intencionalidad puramente lúdica.
Por supuesto, el hecho de que sus criaturas antropomórficas o incluso extraterrestres sean mostradas en un envoltorio de plastilina y no necesiten de palabras sino de gruñidos u onomatopeyas, constituye un signo de distinción y destreza, pero no solo con eso basta. La filigrana por la filigrana puede acabar resultando también un tanto reiterativa.
Sí, en cambio, vuelvo a advertir ese gusto por crear situaciones, imágenes y movimientos a la vieja usanza, casi con la misma bendita y saludable ingenuidad con que los pioneros encaraban sus historias, desde el mismísimo Méliés. Y despliega de muchos guiños cinéfilos de buena ley, el más evidente y no necesariamente el más afortunado el de E. T. EL EXTRATERRESTRE.
Sin duda, su nivel medio está por encima del de tantas producciones actuales y no puedo afirmar ni de esta película ni de las otras seis o siete mucho o algo –salvo un par de excepciones- más elevadas de la compañía (la oscarizada WALLACE & GROMIT: LA MALDICIÓN DE LAS VERDURAS, CHICKEN, la más “flojillas” RATÓNPOLIS y ¡PIRATAS!, ARTHUR CHRISTMAS, CAVERNÍCOLA) que bajen el listón, pero en esta ocasión no me parece para tanto.
José Luis Vázquez