martes, 29 de abril

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Estreno en Royal City

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La herencia del viento ()

Director: Stanley Kramer

Intérpretes: Spencer Tracy, Fredric March, Gene Kelly, Dick York, Claude Akins, Florence Eldridge, Donna Anderson, Noah Berry Jr., Harry Morgan

Sinopsis: En una pequeña ciudad del estado de Tennessee se juzga a un profesor por enseñar a sus alumnos la teoría de la evolución de las especies. El darwinismo se enfrenta a una burda y fundamentalista teoría del creacionismo en una explosiva batalla judicial entre el abogado defensor Henry Drummond (Tracy) y el líder ultraconservador Matthew Harrison Brady (March). Basada en hechos reales. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Excelente versión cinematográfica de un célebre caso judicial –el juicio del Mono a Scopes- acontecido en 1925 (entre el 10 y el 21 de julio) en una pequeña ciudad del estado de Tennesssee (USA). Tanto el nombre de la localidad como el de la mayoría de los personajes fueron convenientemente cambiados, supongo que para evitar nuevos conflictos.

Tuvo su plasmación gracias al empeño, a la destreza y al considerable oficio del notabilísimo cineasta (y productor independiente) Stanley Kramer. Aclarando siempre que el guion de Harold Jacob Smith y Nedrick Young procedía de la obra de teatro de Jerome Lawrence y Robert E. Lee.

Supuso el quinto largometraje de Kramer. Un año después, con la igualmente extraordinaria ¿VENCEDORES O VENCIDOS? (sobre el proceso de Nuremberg) se convertiría en el mejor especialista de cine judicial tras el hasta ahora imbatible Sidney Lumet (DOCE HOMBRES SIN PIEDAD, VEREDICTO FINAL, DECLARADME CULPABLE), sin olvidar a Alfred Hitchcock (EL PROCESO PARADINE), a Robert Mulligan (MATAR A UN RUISEÑOR) o a Billy Wilder (TESTIGO DE CARGO) entre tantos otros ejemplos.

Las escenas en la sala vuelven a ser, o son especialmente, como es norma en las producciones norteamericanas, de una espectacular intensidad creciente. Asistimos no solo a la propia batalla real recreada sino a un duelo interpretativo entre dos colosos, cada uno con su particular manera de exhibirse, desde la natural de Spencer Tracy hasta la algo más solemne de Fredric March. Las réplicas entre ambos echan verdaderas chispas.

El primero se marca, entre otras, una frase de lo más contundente, “una idea es un monumento más grande que una catedral”.

No puedo obviar tampoco otras dos presencias aparentemente de menor calado, pero de lo más sustanciosas, la del cínico periodista encarnado por Gene Kelly, que es sometido a toda una lección por Tracy. Y el personaje del maestro de secundaria que se erige en el detonante del litigio, el tal John Scopes reconvertido para la ocasión en Bertram Cates. El actor encargado de encarnarlo es Dick York, el primer e inolvidable Darren Stevens de EMBRUJADA.

Por citar una sola secuencia, atención a la del porche.

Detrás del hecho y del pleito se encuentra el enésimo enfrentamiento entre ciencia y religión, razón y fe o la puesta en picota de la teoría darwiniana y creacionista. Al respecto de todo esto, resulta ejemplar y memorable la secuencia final. Sin descubrir nada, reparen en Tracy esgrimiendo dos elementos que para él no implican contradicción alguna. Algunos lo podrán interpretar como buenismo o bien queda, en mi caso creo sinceramente que responde a tolerancia y honestidad.

La puesta en escena servida para recoger el conflicto resulta impecable. Y el resultado, una perfecta muestra de expender ideas y entretenimiento al mismo tiempo.

Resulta espléndida la reconstrucción del sur americano de la década de los 20 y esa sensación de calor opresivo, sofocante en todos los sentidos que consigue trasladar.

Los hechos parece ser que no se ajustan del todo a la realidad y que el fanatismo religioso de los principales contendientes no fue tan acusado, pero tal como sucede con la reciente MIENTRAS DURE LA GUERRA, entiendo que lo que cuenta es el espíritu.

Como curiosidad, señalar que fue la primera película que se mostró en vuelo cuando la TWA inauguró ese servicio en 1960.

También es de reseñar el hecho de los numerosos reconocimientos que obtuvo. Entre otros esas 4 nominaciones al Oscar (actor principal Tracy, fotografía en blanco y negro, montaje y guion adaptado… incomprensiblemente no figuró March, a Tracy se lo arrebató aquel año el arrasador y vigoroso Burt Lancaster de ELMER GANTRY (EL FUEGO Y LA PALABRA), la nominación al Globo de Oro como mejor película o el Oso de Plata del Festival de Berlín al mejor actor a March.

El título está cogido del Libro de los Proverbios 11:29, el cual en la Biblia del Rey Jacob dice:

“Aquel que cree disturbios en su casa heredará el viento:

Y el tonto se convertirá en el sirviente del sabio de corazón”.

Para mí constituyó otro de esos felices descubrimientos gracias a Televisión Española. El hecho se produjo la noche del 23 de abril de 1986. Hasta ese momento había estado prohibida/inédita en suelo español.

José Luis Vázquez