Director: Alfonso Cortés-Cavanillas
Intérpretes: Asier Etxeandia, Aitor Luna, Hugo Silva, Marián Álvarez, Imanol Arias, Antonio Dechent, Olimpia Melinte, Cristóbal Suárez, Manuel de Blas, Ruth Díaz, Roberto Bonacini, Rocío Calvo, Jorge Basanta, Javier Ballesteros, Edu Mayo, Stephanie Gil, Íñigo Echevarría, Jaime Martín
Sinopsis: Año 1944. Han pasado años tras la Guerra Civil Española, pero muchos maquis siguen escondidos combatiendo al franquismo. Uno de ellos es Anselmo, que es sordo. El silencio de su sordera será su acompañante y su espejo, pero sobre todo su enemigo.
Buena, muy buena me parecía en principio la idea de trasladar a la gran pantalla una historia ficticia de la Guerra Civil o como en este caso de la posguerra, en clave de western ("estamos aquí para cazar indios" dice el capitán Bosch), previa adaptación de un cómic o novela gráfica del madrileño David Muñoz y del tinerfeño Rayco Pulido. A priori jaleo este tipo de iniciativas, así como la del inminente estreno de Javier Ruiz Caldera (y Alberto del Toro), MALNAZÍDOS, introduciendo zombis en el asunto. Y es que ya va siendo hora de abordar este terrible episodio de nuestra relativamente reciente historia desde otros parámetros que no sean los exclusivamente realistas de la contienda.
Y conste que realismo no le falta a esta producción de escueto título presentada a concurso en el Festival de Cine Español de Málaga con no demasiados clamores. Ni tampoco crudeza, ni constantes escenas violentas. Pero se superpone a todo ello ese tratamiento viñetero que tambien podría pasar, a la vez, como uno de esos spaghetti western peculiar rodados abundantemente en la década de los 60 del pasado siglo.
Todo esto muy válido si hubiera tenido buen sustento en un guion laxo y en una dirección menos espesa y fatigosa. De ambas y del montaje se ha hecho cargo el mismo profesional, Alfonso Cortés-Cavanillas, en el que constituye su segundo trabajo tras las cámaras, después de debutar en 2012 con la por mí desconocida LOS DÍAS NO VIVIDOS y de contar con una amplia experiencia televisiva de 25 años.
Varias tomas, supongo que alguna de ellas utilizando drones; una más o menos cuidada y sucia estética (uno de sus más graves errores es que esta se impone en muchas ocasiones a la consistencia dramática, tal vez debería haber seguido a machamartillo el espíritu pulp del original… y no quedarse navegando entre dos aguas), intencionadamente –supongo también- feísta y asfixiante, no palian la sensación decepcionante que me embarga al final.
La adaptación se acaba resintiendo de un deshilache discontinuo (la secuencia de la violación o las del lobo, por ejemplo), de un deslavazado aun mayor que el de ERASE UNA VEZ EN... HOLLYWOOD, que no es pequeño. Tampoco las tramas secundarias presentan demasiada firmeza. Los personajes aparecen y desaparecen a libre capricho. Por ejemplo, considero completamente desperdiciado el sargento Castillo encarnado “fugazmente” por Imanol Arias. Ni el todavía más goloso de la mercenaria soviética con parche en un ojo interpretado por Olimpia Melinte acaba gozando del nervio y el aura requeridos sobre el papel (la figura como tal es inicialmente sugestiva, pero su desarrollo es frustrante).
Y pese al esfuerzo del cada vez más justamente revalorizado (ahí está para corroborarlo su espléndido monólogo en DOLOR Y GLORIA) Asier Etxeandía como el protagonista, Anselmo, no resulta suficiente para conferir entidad a su fatalista y trágico maquis.
Aparte de lo expuesto, falla en su búsqueda y obtención de un registro amargo o épico, y eso en un relato con vocación de ambos, supone un considerable baldón.
Y, desde luego, no le hubiera venido mal en esta ocasión algo más de presupuesto. A veces el tamaño económico sí importa.
Alabo sus intenciones, pero lo obtenido acaba siendo escaso, insuficiente. No me creo demasiado el cuento.
PD: Pese a que resulta correcto el tratamiento sonoro de la pérdida de audición del protagonista, vean o revisen el formidable terror del año pasado UN LUGAR TRANQUILO para que disfruten de lo que es la magistral (no) utilización de este aspecto.
José Luis Vázquez