Director: Josh Cooley
Intérpretes: Animación.
Sinopsis: Woody siempre ha tenido claro cuál es su labor en el mundo, y cuál es su prioridad: cuidar a su dueño, ya sea Andy o Bonnie. Pero cuando Bonnie añade Forky, un nuevo y reluciente juguete a su habitación, arranca una nueva aventura que servirá para que los viejos y nuevos amigos le enseñen a Woody lo grande que puede ser el mundo para un juguete. Cuarta entrega de la saga "Toy Story". (FILMAFFINITY)
Va a ser difícil que, de aquí a final de año, surja una película de animación mejor que esta. Claro que lo mismo afirmé por estas fechas el año pasado (verano de 2018) cuando se estrenó LOS INCREÍBLES 2 y a punto de finalizar el año llegaría la sorpresa con la estupenda SPIDER-MAN: UN NUEVO UNIVERSO, que incluso logró superarla.
De todas formas, indistintamente de las puntuales competidoras que puedan surgir, mantener tan altos niveles de imaginación y creatividad en una tetralogía como la que ya supone la comentada es un logro inusual. Por supuesto, Pixar es capaz de esto y de más. Incluso voy más allá y no hace falta llegar al infinito, es tal la preparación y el talento de la extensa plantilla que la componen que se puede permitir el hecho de que no estén al frente los creadores originales y que no por ello baje un ápice el listón.
Es el turno en esta ocasión de Josh Cooley. Artista de guion gráfico en varios títulos de la casa (en LOS INCREÍBLES, UP o RATATOUILLE), adquirió notoriedad y relevancia como guionista de la formidable INSIDE OUT (DEL REVÉS). Precisamente esa profunda psicología de fondo que adornaba aquel título, revertida de forma amena al espectador, es de nuevo patente aquí, pues, aunque no haya firmado su libreto, sí ha sido partícipe de la historia desde su idea de partida.
Cooley retrata diversas actitudes con las que encarar la vida a través de esos juguetes, sentimientos que son perfectos trasuntos de los propios seres humanos. Habla de asumir responsabilidades, de no escudarse en las obligaciones contraídas con los demás para no enfrentarse a la vida propia, de madurar… algo en lo que ya se incidía en la anterior y fabulosa entrega.
Y, a tono con los tiempos, es también una historia empoderada, feminista, aspecto, aires por otra parte hace un tiempo que llegaron a este mundo, con BRAVE sin ir más lejos. Algo traducible a través de la relevancia que se le concede a Bo Peep (Betty), esa indómita pastorcilla de porcelana antiguo amor del valiente, leal, noble y solidario vaquero Woody, que se ha convertido en una mujer que gobierna su vida, de mundo, en toda una lideresa.
Además, aparte de apuntalar y seguir enriqueciendo el carácter de los personajes ya conocidos, no dejan de aportarse otros nuevos, algunos francamente simpáticos como ese tenedor con alma de residuo, Forky, reconvertido en uno más de la pandilla, alguien que también tendrá que afrontar los afectos que le vinculan con la niña, con Bonnie. O el intrépido motorista Duke Caboom.
De paso, se añaden elementos terroríficos, pues si en TOY STORY 3 (probablemente mi favorita de todas si tan solo tuviera que escoger una) el western era motivo de homenaje en una memorable y vertiginosa secuencia, esta vez mediante unos muñecos ventrílocuos del tipo MAGIC, CHUCKY (MUÑECO DIABÓLICO) o SILENCIO DESDE EL MAL, se ofrece algún guiño al género de sobresaltos. También Gabby Gabby es una aportación inicialmente un tanto inquietante, aunque con su buena dosis de ternura a cuestas en su afán de ser querida por una cría humana.
Pero lo importante es que todo en esta maravilla vuelve a resultar un continuo y diverso carrusel de emociones, de acción, amor, comedia, aventuras. Otra muestra de la capacidad de reinventase de la saga a través del primer título que abriera el fuego de la factoría. Veinte películas después las virtudes que deslumbraran con aquella primera aparición permanecen intactas y potenciadas por unos efectos digitales cada vez más sofisticados.
Y no sé si con esta última aportación que conforma la tetralogía las andanzas de Woody, Buzz Lightyear, Jessie, Mr. Potato y tantos otros simpatiquísimos y entrañables colegas, habrán llegado a su fin o nos darán en el futuro más alegrías, pero si acabara tal y como lo hacen aquí sería una preciosa manera de decir adiós. Supongo que mandarán los dólares, algo que afortunadamente no está reñido en este caso con la calidad.
En cualquier caso, larga vida a TOY STORY, bien sea porque en el futuro puedan surgir nuevas correrías, bien por el placer que siempre supone revisar una y otra vez cualquiera de los títulos que la conforman, un placer inagotable para todos los sentidos. Musicalmente la banda sonora de Randy Newman no deja de reportar placenteras sensaciones.
No se la pierdan tengan la edad que tengan, pues seguramente los mayores la puedan disfrutar tanto o aún más que los pequeños.
José Luis Vázquez