Director: Mark Robson
Intérpretes: Gary Cooper, Barry Jones, Roberta Haynes, Moira MacDonald, John Hudson, Mamea Matumua, Hans Kruse, Terry Dunleavy, Howard Poulson
Sinopsis: A una pequeña isla de la Polinesia, en la que el único forastero es un estricto pastor puritano, llega Morgan (Gary Cooper), un aventurero americano que se enfrenta al pastor, ganándose así la confianza de los nativos. Morgan llega a identificarse profundamente con el modo de vida de los isleños, y de su relación amorosa con una hermosa joven nace una hija. (FILMAFFINITY)
Qué tendría el cine norteamericano de la época dorada, de los años 50 por ejemplo, como para que una película como esta, que seguramente no merezca la elevada calificación otorgada por mi parte (tal vez un 3 sobre 5 sería la más justa), se haya alojado en mi memoria tan grata y felizmente.
Cierto que desde mi más tierna infancia siempre sentí una extraña atracción por el subgénero de los Mares del Sur que Hollywood solía abordar con innegable encanto, constituyendo su culminación la extraordinaria LA TABERNA DEL IRLANDÉS del maestro John Ford y el fastuoso y sensacional musical AL SUR DEL PACÍFICO de Joshua Logan. Incluso sumaría a estas la del todo reivindicable REBELIÓN A BORDO en su adaptación de 1962 (la de 1935, conocida por LA TRAGEDIA DE LA BOUNTY, fue un clásico instantáneo).
Hasta llegar a estos dos títulos señeros, en el camino se habían gestado exponentes tan –en mayor o menor medida- estupendos o gratificantes como HURACÁN SOBRE LA ISLA (también de Ford), AVE DEL PARAÍSO (en sus dos versiones, la de Vidor y Daves), RUMBO A JAVA, AL SUR DE PAGO PAGO, SE ACABÓ LA GASOLINA, LA VENGANZA DEL BERGANTÍN, TAMBORES DE TAHITÍ, DE ISLA EN ISLA (SIETE PECADORES), LOS ROBINSONES DE LOS MARES DEL SUR, HAWAI, LOS INDOMABLES, EL SEÑOR DE HAWAI, LA PERLA DEL SUR DEL PACÍFICO, TIFÓN, HURACÁN DE EMOCIONES, HORIZONTES SALVAJES, ALOMA OF THE SOUTH SEAS, RAINBOW ISLAND, LA ISLA ENCANTADA, LA BELLA DEL PACÍFICO, BAJO LA LLUVIA, LA BELLA DEL PACÍFICO o SU MAJESTAD DE LOS MARES DEL SUR. Todos ellos descubiertos gracias a la maravillosa programación cinematográfica de Televisión Española de los 70 a los 90, a la que nunca me cansaré de ponderar.
Era dichoso viendo estas películas, esos mundos idílicos que mostraban (finalmente contaminados por la voracidad del hombre civilizado), paisajes de ensueño, nativas de una belleza, nobleza y candor inimaginables a mi alrededor, aventureros con o sin escrúpulos.
Como el protagonista de este RETORNO AL PARAÍSO, un norteamericano al que acaban refiriéndose como Mr. Morgan, interpretado con la convicción de siempre por Gary Cooper de 52 años (fallecería ocho después, en 1961, recién cumplidos los 60), aunque con un incipiente cáncer alojado en su interior que ya comenzaba a mostrar sus primeras señales.
Curiosamente, no supone el típico héroe que solía encarnar, aunque al comienzo parezca que va a ser así. Es un personaje ambiguo, o más que ambiguo diría que egoísta, no precisamente empático, incluso arisco, antipático. Paradójicamente sucede lo contrario con el pastor anglicano antagonista, que es mostrado de primeras como un repulsivo fanático religioso para acabar experimentando una positiva evolución. Más de un colega lamentó que en su momento esta parte de la historia, la de la oposición entre ambos no disfrutara de mayor foco y potencia narrativa. Por cierto, el argumento está extraído de un cuento del novelista especializado en estas latitudes James A. Michener, cuyo enunciado alude a ese vagabundo errante que recala en la isla de marras, MR. MORGAN.
También la historia de amor, que a mí me encanta, entiendo que pueda resultar a la mayoría un tanto atropellada, o más bien fría y desapasionada por parte del protagonista, no así por parte de ella (una Roberta Haynes que da perfectamente el pego como nativa).
Lo que creo que puede quedar claro es que, a los espectadores jóvenes de hoy en día, incluso a bastantes veteranos, les puede parecer un tanto anticuada. Y esa es otro de los motivos por los que a mí en cambio me continúa pareciendo de lo más atrayente.
Pero, y enlazo con el inicio, no me pregunten por qué, aun reconociendo que pueda ser una obra de ese ingente montón dorado que fabricaba la Fábrica de Sueños, siempre ha ejercido una rara fascinación en mí. La preciosa canción de los títulos de crédito, debida a Dimitri Tiomkin (la llegó a interpretar Nat King Cole), ya me pone en situación. Y ese carácter entre evocador, melancólico, triste, me gana para su causa.
La dirección de Mark Robson es tan competente como siempre fue trabajo de su carrera, y los tiene francamente excelentes: EL PREMIO, VIDAS BORRASCOSAS (siento verdadera veneración por este), EL ALBERGUE DE LA SEXTA FELICIDAD, NUBE DE SANGRE, LA FURIA DE LOS JUSTOS, EL ÍDOLO DE BARRO, MÁS DURA SERÁ LA CAÍDA (estos dos últimos dos aportaciones fundamentales al cine boxístico), NUEVO AMANECER, DESDE LA TERRAZA… El que me ocupa lo rodó entre otros dos buenos referentes, NO QUIERO DECIRTE ADIÓS e INFIERNO BAJO CERO.
La filmó en localizaciones naturales de gran belleza de Matautu –en Upolu- en Samoa Occidental (actual Samoa), aunque por ello también se le achacaría el no haberles sacado mucho más partido. No se olvide que esta constituye una producción modesta pese a la presencia al frente del reparto del protagonista de SOLO ANTE EL PELIGRO, que había rodado tan solo un año antes y le había supuesto su segundo Oscar tras el obtenido en 1941 por EL SARGENTO YORK. La filmó entre EL JARDÍN DEL DIABLO y VERACRUZ. Y después de haber comenzado la década de los 50 con EL REY DEL TABACO, DALLAS CIUDAD FRONTERIZA, TAMBORES LEJANOS, EL HONOR DEL CAPITÁN LEX y SOPLO SALVAJE. Obras maestras tras obras maestras, cuando no aportaciones de lo más reconstituyentes.
Ustedes tienen la última palabra, pues la mía es intransferible y no admite retracción alguna desde hace muchos años, desde esa patria que es verdaderamente la infancia.
José Luis Vázquez