miercoles, 16 de julio

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Estreno en Royal City

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Taxi a Gibraltar ()

Director: Alejo Flah

Intérpretes: Dani Rovira, Joaquín Furriel, Ingrid García Jonsson, Mona Martínez, José Manuel Poga, José Troncoso

Sinopsis: Tres personajes (Dani Rovira, Joaquín Furriel, Ingrid García-Jonsson), unidos por la desesperación, emprenden un viaje siguiendo la promesa de un cargamento de oro perdido en los túneles del lugar más raro y desconocido de la Península Ibérica: Gibraltar.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 2 estrellas

GENTE QUE VIENE Y BAH, BAJO EL MISMO TECHO, la insufrible PERDIENDO EL ESTE, 4 LATAS y ahora TAXI A GIBRALTAR, son las cinco frustrantes comedias estrenadas por el cine español en lo que va de 2019.

Supone la constatación de que la carrera cinematográfica del brillante monologuista, showman y eficaz actor Dani Rovira está últimamente en caída libre. Concretamente desde la notable 100 METROS (pero a continuación y contando este ha encadenado los fiascos de THI MAI RUMBO A VIETNAM, MIAMOR PERDIDO y el completamente fallido SUPERLÓPEZ. Espero que esta tendencia sea pasajera y remonte vuelo.

En esta comedia de carretera en la que un par de desesperados tienen como objetivo la búsqueda de un tesoro –nada que ver con el animadillo que perseguía Nicolas Cage en el díptico Disney- escondido en el Peñón, tanto director –el argentino Alejo Flah- como guionistas –el propio Flah y Fernando Navarro- me someten a una serie de chascarrillos, tópicos (sale un mono, sí, pero no da apenas juego) y clichés que acaban generándome al poco de iniciada su acción un considerable desinterés por mi parte.

Y no es que esté mal Rovira precisamente, casi nunca lo suele estar, pero ante un texto tan tontamente disparatado y sin pedigrí alguno poco puede hacer por paliar el encalle. Tampoco el también argentino Joaquín Furriel –tal vez lo mejor de la función- ni la emergente Ingrid García Jonsson son incapaces de salvar a unos personajes de una excentricidad unidimensional.

Su trama, los lances, los diálogos, las peripecias me acaban resultando rechazablemente grotescas. El del novio de ella parece extraído de la etapa landista u ozoriana de hace unas cuantas décadas. Ni tan siquiera llega a la ranciedad de un chiste de Arévalo. No me hace gracia en la mayor parte de su metraje, tan solo la inercia que me genera cierta complicidad con sus dos actores protagonistas pueden arrancar escasamente alguna sonrisa forzosa. Y su hilazón argumental me resulta tan atropellada y torpona como el episodio del tiroteo en la carretera.

Las persecuciones por las angostas calles gibraltareñas es lo único que acaba mostrando cierto ritmillo dentro de un conjunto de una sosería –pese a que pueda parecer lo contrario- y falta de imaginación no diré que extremas, pero sí por debajo de un esperable nivel medio.

Yo de ustedes no malgastaría el tan preciado tiempo del que puedan disponer, pero tendrán que sopesar el grado de incondicionalidad ciega que sientan por los rictus y el arte verborreico de Rovira.


José Luis Vázquez