martes, 24 de junio

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Estreno en Royal City

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Mula ()

Director: Clint Eastwood

Intérpretes: Clint Eastwood, Bradley Cooper, Michael Peña, Taissa Farmiga, Laurence Fishburne, Ignacio Serricchio, Alison Eastwood, Dianne Wiest, Diego Cataño, Robert LaSardo, Lobo Sebastian, Andy García, Clifton Collins Jr., Manny Montana, Jill Flint, Noel Gugliemi, Loren Dean, Katie Gill, Daniel Moncada, Victor Rasuk, Devon Ogden, Ashani Roberts, Lee Coc, Rey Hernandez, Joe Knezevich, Derek Russo

Sinopsis: A Earl Stone (Eastwood), un octogenario que está en quiebra, solo, y que se enfrenta a la ejecución hipotecaria de su negocio, se le ofrece un trabajo aparentemente facil: sólo requiere conducir. Pero, sin saberlo, Earl se convirte en traficante de drogas para un cártel mexicano, y pasa a estar bajo el radar del agente de la DEA Colin Bates (Cooper).

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

“Recuerde que la familia es siempre lo primero, lo demás no es tan importante” (Clint Eastwood)

 

Tengo la sensación, admito que igual equivocada, que en varias de las obras maestras que ha filmado Clint Eastwood en lo que llevamos de siglo XXI, principalmente en las que ha sido actor y director a la vez, como MLLION DOLLAR BABY, GRAN TORINO o la que aquí me ocupa, ha querido ajustar cuentas, o redimirse con algunas cuestiones de su propia existencia (que su hija en la ficción lo sea también en la vida real -Alison-, bien podría ser una señal). Y eso le ha sentado estupendamente al duro Harry Callahan.

Y por supuesto, en absoluto comparto que las que ha firmado en la última década (supongo que muchos sabrán que se postuló para realizar la nueva visión de HA NACIDO UNA ESTRELLA que finalmente encaró con mucho acierto Bradley Cooper) supongan un bajonazo en su carrera, ni muchísimo menos. Puedo aceptar que a lo mejor algunas no figuren entre las 5 o 10 mejores (y siempre matizando que nada de lo muchísimo que ha hecho es desdeñable), pero INVICTUS, MÁS ALLÁ DE LA VIDA o SULLY (en ellas ya no aparece como intérprete), por no hablar de EL FRANCOTIRADOR, me parecen extraordinarias. En ellas se proyecta admirablemente, en su esencia, ese veterano rectilíneo y flacucho que ha sabido envejecer como los mejores vinos. E igualmente reivindico, están tan solo un escalón más abajo, J. EDGAR, JERSEY BOYS e incluso 15:17 TREN A PARÍS.

Ya lo he comentado en más de una ocasión. Me refiero a que habrá quien piense que mi veneración por su obra, me lleva a ponderarlo en exceso. Es posible que tengan razón, pero desde luego lo que aseguro es que lo proclamo desde la más firme de las convicciones. Y a lo que acabo de ver me remito.

Cómo y cuánto he disfrutado con MULA, dándome lo mismo que su historia hubiera sido ficticia o que parta de un hecho real tal como es el que se narra, lo que le confiere un plus simpático, curioso.

Pero con lo que me quedo, sobre todo, es con esa serenidad, esa placidez, ese sosiego, esa belleza interior y exterior, ese clasicismo narrativo de los que vuelve a hacer gala y con los que aborda la historia de un tipo que a sus más de 80 años (él tiene 88) se dedicó a ejercer de acarreador de droga para un cártel mejicano. Lo que le sirve de perfecta excusa para reflexionar como quien no quiere la cosa, sin dar la brasa, sin estorbar en ningún momento a la fluidez del relato, sobre asuntos mayores como el perdón, la reconciliación con uno mismo y con los demás, fundamentalmente con la familia, la vejez, el paso del tiempo, la muerte de quienes nos han querido y nos quieren y tantas cosas más.

Uno de los más destacados aspectos de su filmografía como director, es que retrata como pocos –con John Ford y Billy Wilder forma mi Santísima Trinidad- los claroscuros de los seres humanos, precisamente lo oscuros y luminosos que indistintamente podemos ser, lo progresistas y reaccionarios. Esa es una de las mayores y múltiples razones por la que continúo babeando por lo que sigue regalando. Aparte, su propia figura física me parece icónica, entrañable. Y es que he ido despertando a esta pasión cinéfila que me corroe, inagotable, a su sombra, a su siempre reconfortante compañía.

No quiero tampoco dejar de destacar como hace posible que afloren a la superficie mediante su sobrio y expresivo rostro, devastadoras tormentas internas y pensamientos.

Además, tiene la virtud de filmar con pudor y sencillez los mejores sentimientos que pueda albergar el ser humano y las situaciones más diversas, más aparentemente inocuas. Por ejemplo, un baile entre country y polka (la música vuelve a erigirse en un factor destacable, pero sin estridencias, casi siempre en un segundo y remachador término), en un recinto para veteranos anclado en un lugar de ese Medio Oeste/Profundo Sur norteamericano que tanto me ha fascinado siempre ("olvidaré" por un momento repudiables conductas racistas asociadas a esos enclaves).

Con el que pueden volver a encontrarse aquí es con Eastwood en estado de puro. En esta ocasión encarnando a un tipo que bien podría ser un Gran Torino que al final pudo haber salido vivo de aquella historia convirtiéndose en un tipo afable y cordial, amante de las flores, pero con algún que otro remordimiento de conciencia para con los suyos, estos mucho más espabilados y afectuosos que con los que le tocara pechar en la citada película.

Vuelvo a asistir feliz a sus humoradas amablemente incorrectas hacia mujeres, negros o lesbianas. No hay en modo alguno desprecio, sino simpatía, y una clara demostración de asunción de nuevos y mejores tiempos en cuanto al respeto a la diversidad social o de otros signos.

Me encanta el colofón, como se cierran y se asume una decisión. Inevitable que acuda a mi mente una frase de Ortega y Gasset, “muchos hombres, como los niños, quieren una cosa, pero no sus consecuencias”.

En tiempos de justo empoderamiento femenino, que un tipo como este se muestre como un hombre en el menos machista y más honorable y genuino sentido del término, aquél en el que, sin renegar de su condición y sin renunciar a algunos distintivos propios de su sexo, es capaz de rectificar y decir lo siento.

Continúe resistiendo, Mr. Eastwood. Supone hombría de bien, CINE, HUMANIDAD de la buena y autenticidad, toneladas de esta última. Millón de gracias. Al menos ha influido poderosamente en que este menda haya intentado y lo continúe haciendo ser mejor persona y cinéfilo.

 

José Luis Vázquez