Director: Yaron Zilberman
Intérpretes: Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Christopher Walken, Mark Ivanir, Imogen Poots, Wallace Shawn, Madhur Jaffrey, Liraz Charhi, Megan McQuillan, Marty Krzywonos
Sinopsis: Tras 25 años cosechando éxitos y gozar de fama mundial, y en plena preparación de un concierto para celebrar su cuarto de siglo profesional, el futuro de un cuarteto de cuerda de Nueva York recibe un duro golpe que puede poner en entredicho su supervivencia. El violonchelista de la formación está padeciendo los primeros síntomas del Párkinson, una enfermedad que en poco tiempo pondrá fin a su carrera como intérprete. La incertidumbre sobre su futuro se apoderará del cuarteto, dando rienda suelta a emociones reprimidas, egoísmos y reproches que pondrán en entredicho años de amistad y colaboración profesional.
Invierno en Nueva York. Es el marco incomparable en el que transcurre una bella historia de seres humanos que crean belleza con sus composiciones musicales. Es el escenario que acoge al cuarteto/quinteto protagonista. Una preciosa historia que no sé si cabe otorgarle la misma puntuación que a CIUDADANO KANE, pero ya saben cómo me las gasto en estos casos. No valoro en base a pomposas calificaciones arqueológicas sino a la felicidad que me aporta lo visto en pantalla. Y la que me proporciona EL ÚLTIMO CONCIERTO (A LATE QUARTET) es máxima.
Y es que bajo su aparente sencillez y placidez narrativa, esconde un profundo retrato de artistas, de seres humanos con anhelos, contradicciones, debilidades y genialidades. Retrata inmejorablemente, en tono quedo pero rotundo, el egocentrismo artístico, la necesidad del reconocimiento profesional, ausencias maternas, los divismos dentro del mundillo de los músicos clásicos, el enfrentamiento a la falta de los seres queridos y el compromiso con los amigos y con la música. De hecho, una de las frases publicitarias utilizadas como reclamo resulta de lo más explícita: La amistad es la mejor expresión del arte.
No tenía el gusto de conocer hasta la fecha a su director, guionista y productor, el norteamericano-israelí Yaron Zilberman, de hecho creo que esta es su opera prima, o su segundo trabajo si tenemos en cuenta un documental de 2004 que yo sepa no estrenado en España y titulado en el original WATERMARKS, sobre la fundación del club judío Hakoah en la Viena de 1909, como respuesta a la represiva ley que prohibía el acceso de atletas de dicha religión a los centros deportivos de la ciudad.
Zilberman maneja a sus peonzas interpretativas como el más ducho de los directores. Claro que bajo su batuta tiene cinco pesos pesados. Cuatro de ellos, auténticos veteranos en mayor o menor grado. Por una cuestión de respeto a la edad, a la cabeza el formidable y setentañero Christopher Walken (Oscar al mejor característico por EL CAZADOR), a continuación uno de mis tres actores favoritos en la actualidad –junto con Johnny Depp y Daniel Day-Lewis- Philip Seymour Hoffman (Oscar por CAPOTE), la no menos espléndida Catherine Keener (nominada dos veces a la estatuilla dorada por CAPOTE y CÓMO SER JOHN MALKOVICH) y Mark Ivanir, actor de origen ucraniano habitual en varias producciones de Spielberg. Sumen a ellos como valor al alza, a la joven, enérgica y muy guapa Imogen Poots.
Les informo que la idea inicial pasaba por una historia sobre la desestructuración de una familia, pero dada la pasión por la música de su director, se permitió convertir a la misma en un cuarteto de cuerda a punto de conmemorar su vigésimo quinto aniversario, justo cuando uno de sus miembros recibe una dura noticia, todo un mazazo para la supervivencia del grupo.
Lógicamente, en un trabajo de estas características es fundamental el aspecto estrictamente musical, por lo cual cobran un protagonismo también muy especial las composiciones para cuerda que escribiera Beethoven en los últimos años de su existencia, en plena sordera. Piezas tan hermosas y difíciles de ejecutar como el Cuarteto Nº 14, Opus 131, uno de los principales “leiv motiv”. Angelo Badalamenti crea un “score” a tono con lo expuesto.
Es un melodrama contenido, fluido, elegante, confortable, intimista y primoroso que cierra su telón con un grandioso final, pleno de emotividad, uno de los más bonitos vistos en pantalla en los últimos tiempos
Una verdadera delicia.
José Luis Vázquez