viernes, 18 de julio

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Estreno en Royal City

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Cuando yo no esté ()

Director: Niall Johnson

Intérpretes: Rafe Spall, Emilia Fox, Elaine Cassidy, William Stagg, Matthew Stagg, Richard Cordery, Susan Jameson, Ross McCormack, Sophie Simnett, Bobby Lockwood, Naomi Battrick, Andrew Byron, Elizabeth Healey, Neil Roberts, Harry Lister Smith, Ciara Charteris

Sinopsis: Historia de Singe y Kate, una pareja de North Somerset, cuyas vidas dieron un vuelco cuando a Kate le diagnosticaron un cáncer de mama incurable. Desde ese momento luchará con todas sus fuerzas para asegurar una vida feliz a su familia, tras su partida. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 2 estrellas

Aunque esgrime algunos más a lo largo de su desarrollo, parte de un defecto principal este drama de enfermedad terminal, y es el de querer conmover machaconamente, a toda costa, siendo demasiado reiterativo con esa premisa argumental sobre esas cosas que una madre deja escrito para que su marido y sus hijos lleven a cabo cuando ella no esté, tal como anuncia su título. Algo así como MI VIDA SIN MÍ en versión familiar y sin su trascendencia. De hecho, el título original es precisamente LA LISTA DE MAMÁ.

Y si el primer cuarto de hora consigue contar con mi complicidad, no es menos cierto que transcurrido –más o menos- ese metraje todo es un constante déjà vu sin chispa ni cáscara atractiva.

Y vale que la pareja protagonista lo hace bien, Rafe Spall (JURASSIC WORLD: EL REINO CAÍDO, MI AMIGO EL GIGANTE, ONE DAY, PROMETHEUS) en su entendible desolación y Emilia Fox (hija de Edward Fox, inolvidable CHACAL en la estupenda versión de Zinnemann, muy habitual de televisión) en su ilusión por salir adelante y su paulatina derrota ante la adversidad, incluso los niños resultan creíbles, no resultan nada empalagosos, pero ello no es suficiente para contrapesar la debilidad del andamiaje dramático, de conferirle a esto algo más que una sucesión de estampas hogareñas rociadas con melaza.

Vueltas y más vueltas a lo mismo no acaban de aliviar precisamente la situación. Llega un momento en que me resulte inevitable que eche un vistazo -sin molestar a nadie, quede claro- al reloj del móvil. Me cuesta llegar hasta el final, aunque cierto es que se deja ver sin que muestre enojo alguno.

Pero ese empalago que en otras ocasiones me puede parecer estimulante, tonificante, aquí se acaba convirtiendo en un pesado lastre que provoca que la película no consiga remontar el vuelo y alojarse en el recuerdo.

Perfectamente prescindible.

José Luis Vázquez