lunes, 12 de mayo

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Estreno en Royal City

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Cold war ()

Director: Pawel Pawlikowski

Intérpretes: Joanna Kulig, Tomasz Kot, Agata Kulesza, Borys Szyc, Cédric Kahn, Jeanne Balibar, Adam Woronowicz, Adam Ferency, Adam Szyszkowski

Sinopsis: Con la Guerra Fría como telón de fondo, "Cold War" presenta una apasionada historia de amor entre dos personas de diferente origen y temperamento que son totalmente incompatibles, pero cuyo destino les condena a estar juntos. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

COLD WAR pasa a ser desde ya mismo mi estreno favorito de estos primeros diez meses del año, junto a LA FORMA DEL AGUA de Guillermo del Toro. Tras su maravillosa IDA –no se olvide que aparte de serlo obtuvo el Óscar a la mejor producción de habla no inglesa- el polaco Pawel Pawlikowski ha vuelto no solamente a sorprenderme sino a emocionarme hasta límites siderales.

Parece una película –felizmente- fuera de tiempo y lugar y, sin embargo, resulta de lo más actual y ubicable. Por algo tan fuera de moda como el contar una enorme, gigantesca dentro de su asumida intimidad (que acaba erigiéndose en reflejo de toda una sociedad, un continente), historia de amor. Y por supuesto, por hacerlo de manera magistral, sin que nada me parezca impostado o forzado, pese a la apabullante borrachera de belleza estética, visual, que regala.

Se sumerge en una de esas relaciones pasionales, abrasivas en la que el uno no puede vivir sin ella, y viceversa, pero tampoco parece que puedan vivir juntos. Se narran sus encuentros, desencuentros, arrebatos, ataques de celos, desesperantes necesidades del otro.

Y el tiempo y el lugar sí cuentan, sí tienen importancia y son condicionantes para que sus sentimientos avancen. Estamos inicialmente en la Polonia devastada por la guerra de 1949, bajo la égida del feroz y dictador papá Stalin. Un pianista y compositor trasiega por ambientes rurales en busca de captar danzas y folklores para honrar al régimen y a las supuestas virtudes del absolutista partido (no creo que haga falta la precisión… pero comunista).

En una de esas incursiones conoce a una joven rebosante de gracia y de gran belleza, condenada por haber apuñalado a su padre al "confundirla" éste con su madre.

La ambientación, asfixiante, represora, está perfectamente lograda. No hace falta añadir énfasis, ni maniqueísmo alguno, ni tan siquiera el siempre aniquilador revanchismo. Incluso hay un atisbo de añoranza nostálgica, no del régimen por supuesto, sino del momento vivido.

El blanco y negro empleado ya por Pawlikowski con la citada IDA le vuelve a sentar de perlas a la historia. Y es que el período que refleja, el que se vivió en España también, tiene adjudicado el marco de esos dos colores y de la infinita gama de grises que conlleva su cruce. Como si ello fuera el lacre otorgado a quienes lo vivieran, como si el color hubiera sido extirpado del cerebro y la memoria.

Y pocos como el cineasta polaco para reflejar estados de ánimo desoladores, devastadores. Tanto los puramente referenciales como los experimentados por los amantes.

Tiene todo ello aún más mérito al transitar caminos más que trillados, tópicos hasta la exasperación, pero que bajo el objetivo de su cámara cobran una dimensión nueva, única, especial, hipnótica.

Su manejo de las elipsis o de la composición de planos resultan prodigiosas. O cómo dirige a sus actores, Tomasz Kot (hacía tiempo que no veía a un tipo llevar tan elegantemente un abrigo… ahí están antecesores como Joseph Cotten, Dana Andrews, Cary Grant o Paul Newman) y una deslumbrante, resplandeciente, intuitiva y hermosísima Joanna Kulig. Están inmensos los dos. No parece que estén interpretando, sino que parecen captados por un pequeño ojo de buey de sus propias y verdaderas existencias.

Dedicada por el cineasta a sus padres, cabe intuir que algunos de los pasajes expuestos responden a una realidad, cierta o parcial. En cualquier caso, daría lo mismo, pues todo desprende verdad.

Como colofón, un memorable y poético final… con lo que nada estoy destripando, pues no indico si es bueno o malo, pero sí reitero que es inolvidable.

Inevitable no conmoverme ante sus imágenes, su calado emocional, su música siempre presente, por esas calles y garitos de París de humo, nostalgia y esperanzas frustradas.

José Luis Vázquez