Director: Richard Tuggle
Intérpretes: Clint Eastwood, Genevieve Bujold, Dan Hedaya, Alison Eastwood, Jennifer Beck, Rebecca Perle, Marco St. John, Regina Richardson, Jamie Rose
Sinopsis: Wes Block (Clint Eastwood) es un policía de Nueva Orleáns al que asignan el caso de un violador y asesino en serie de mujeres que actúa en el famoso y conflictivo Barrio Francés. La investigación se transforma en un reto psicológico para Wes, cuando descubre que su personalidad y comportamiento tienen muchos puntos en común con el asesino. Temores enterrados en el pasado afloran ahora a la mente del detective y se agudizan cuando resultan asesinadas mujeres a las que él conoce.
Rodada entre su cuarta y sólida aparición como Harry Callahan en IMPACTO SÚBITO, y ese inofensivo divertimento que es CIUDAD MUY CALIENTE y el formidable “remake” libre y confeso de RAÍCES PROFUNDAS, conocido como EL JINETE PÁLIDO, Clint Eastwood volvería a dar un volantazo sorprendente –autodestroza su ruda imagen- en su filmografía con este vigoroso y violento thriller psicológico, uno de los mejores de la década de los 80, cuyo título inicial iba a haber sido MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL, quedándose finalmente en TIGHTROPE (bien traducido por CUERDA FLOJA) por coincidir casi en el tiempo con una obra de Lilliana Cavani de idéntico enunciado.
Precisamente en ese título inicialmente previsto, reside una de sus claves fundamentales. Porque lo que se nos cuenta es un retrato sórdido y un tanto desmitificador sobre esa frágil línea divisoria que separa el bien del mal, tal como en un momento determinado señala perfectamente una secundaria y así revela el personaje femenino de la película, encarnado con tino por la menuda actriz canadiense Genevieve Bujold (ANA DE LOS MIL DÍAS, FASCINACIÓN, TERREMOTO, COMA).
El asesino es en esta ocasión, como bien ha señalado algún compañero, es el “mcguffin”, el señuelo empleado para hablar sobre el propio protagonista, sobre sus zonas menos luminosas y más inhóspitas, en una manifiesta desmitificación y variante del célebre y anteriormente aludido Callahan.
El californiano es Wes Block, un atormentado inspector de la Brigada de Homicidios de Nueva Orleans, recién divorciado, al igual que el propio actor en la vida real que se había separado un año antes de Maggie Johnson, con dos retoños, uno de ellos una de sus hijas verdaderas, Alison Eastwood, y con aficiones sexuales que generan incertidumbre y ambigüedad en todo momento.
Hace una creación sin aspavientos, de una ejemplar economía expresiva y sobriedad, compleja, realista, verosímil, sin concesiones. Para ello es fundamental la reiterada presencia de un rostro reiteradamente recorrido por la cámara y aliñado con surcos de dolor y desagradables experiencias.
La atmósfera de EN LA CUERDA FLOJA es uno de sus grandes logros. Nocturna, claustrofóbica, amenazadora, perfectamente incrustada en ese sureño, decadente, aromático y siempre especial Barrio Francés.
Para la dirección, delegó en uno de sus pupilos y colaboradores, Richard Tuggle (guionista de FUGA DE ALCATRAZ), aunque es evidente que debió estar a menudo detrás de las cámaras supervisando múltiples momentos, pues la película lleva impreso su estilo, su toque, hasta cierto espíritu sombrío muy propio de su cine.
Está plagada de situaciones de especial intensidad que nos retrotraen al mejor cine negro de los 40 y 50. Esa persecución en el cementerio, esa pelea en las vías del tren o esa escena de la ambulancia que muestra el lado más humano y cercano de su protagonista.
Se beneficia de una fotografía que era tendencia en la época, repleta de mucho sombreado y oscuridad, al igual que de una excelente banda sonora de ritmos jazzísticos de Lennie Niehaus, que comenzaría aquí una fructífera colaboración con el actor y director.
Los amantes de las emociones fuertes, tienen una buena ocasión de disfrutar con esta sensacional muestra de expeditivo cine policíaco que mantiene en todo momento la tensión.
En su momento tuvo bastante éxito en Estados Unidos, pero hoy en día se encuentra, incomprensiblemente, un tanto olvidada. Es una magnífica ocasión para su reivindicación.
José Luis Vázquez