miercoles, 3 de septiembre

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Estreno en Royal City

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El reino ()

Director: Rodrigo Sorogoyen

Intérpretes: ntonio de la Torre, Mónica López, Josep Maria Pou, Nacho Fresneda, Ana Wagener, Bárbara Lennie, Luis Zahera, Francisco Reyes, María de Nati,

Sinopsis: Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale indemne. Manuel es expulsado del reino, señalado por la opinión pública y traicionado por los que, hasta hace unas horas, eran sus amigos. Aunque el partido pretende que él cargue con toda la responsabilidad, Manuel no se resigna a caer solo. Con el único apoyo de su mujer y de su hija, y atrapado en una espiral de supervivencia, Manuel se verá obligado a luchar contra una maquinaria de corrupción que lleva años engrasada, y contra un sistema de partidos en el que los reyes caen, pero los reinos continúan. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

"Es que el poder protege al poder" (Bárbara Lennie)

 

Me gustó muchísimo, me encandiló hace casi justo dos temporadas el anterior trabajo del director madrileño Rodrigo Sorogoyen, QUE DIOS NOS PERDONES, hasta el punto de considerarlo el tercer mejor policíaco de la historia del cine español después de EL CEBO de Ladislao Vajda y LA ISLA MÍNIMA de Alberto Rodríguez. El que ahora me ocupa hace el número cuarto de su filmografía, tras su prometedor debut con 8 CITAS y el notable STOCKHOLM. Con su aparición otro narrador de raza ha venido a alumbrar al cine español de estas tres últimas décadas, sumándose a otros talentos, predecesores suyos, más o menos cercanos en el tiempo como Enrique Urbizu (qué magistral es su LA VIDA MANCHA), Alejandro Amenábar (este bajando un poco tras el máximo picacho obtenido con MAR ADENTRO), Jaume Balagueró y los más recientes J. A. Bayona y el excelente Alberto Rodríguez (aconsejo encarecidamente su serie televisiva LA PESTE).

Sorogoyen vuelve a mostrarnos, bajo un discurso que perfectamente puede ser universal, una tipología muy typical spanish, con inequívoca raigambre en estas tierras ibéricas pobladas todavía por abundantes especies de visceralidad lesiva, en la que la soberbia acaba erigiéndose en una de las características del carácter del protagonista y en toda una seña de identidad de patrones no por preestablecidos menos eficaces. Tal como sucedía con el enorme y machote Roberto Álamo de la citada QUE DIOS…

Antonio de la Torre compone bajo su magistral batuta un tipo no solo reconocible en sus rasgos más evidentes, sino poseedor de un nervio y una intensidad sobresalientes. Junto a José Coronado se está convirtiendo en el monarca de la serie negra en suelo patrio.

Es un adlátere con personalidad, ambicioso, medrador, un tipo que se siente acorralado y que se mueve como tigre panza arriba ante la detención de un importante compañero de partido y la aparición de unas grabaciones que le implican en una trama de corrupción de altos vuelos, relacionada con un partido político que puede ser perfectamente reconocible y cuyo nombre de la operación a la que diera pie está en boca de todos permanentemente, pero cuyo discurso alcanza a otros de signo opuesto o a las más altas instituciones del estado, en definitiva a las cúpulas y esferas del poder, a ese reino que se mantiene incólume, aunque algunas de sus piezas sean puntualmente desalojadas o eliminadas.

Habla, por tanto, de la fontanería, de los interines, de las cloacas y cañerías de quienes manejan los hilos, de los peajes a pagar por quienes acceden a esos recintos casi sagrados y mugrientos, de una manera prístina pese al aparente barullo de nombres implicados, con un lenguaje poderoso, con un ritmo electrizante, volcánico, adrenalítico.

Es un retrato, por momentos un tapiz, preciso, contundente, que tal vez no revele nada especialmente nuevo que no veamos día sí y día también en noticiarios o programas de debate político, pero que con la escenografía y dramaturgia de la que aquí se le ha realzado parece algo especial, diferente. Y pese a ese bombardeo masivo de información que padecemos la ciudadanía, es cine necesario, higiénico, útil, imprescindiblemente recordatorio. Resulta memorable su secuencia final y ese postrer plano congelado (la interrogación periodística convertida en demoledor análisis y diagnóstico).

Una parte fundamental de la verdad que exudad, de su credibilidad procede de un reparto impecable, perfectamente escogido, pues al ya citado De la Torre, hay que añadir a José María Pou, Nacho Fresneda, Ana Wegener, Luis Zahera (tan imponentes sus breves, pero eléctricas apariciones, como los seis minutos de Manolo Solo en TARDE PARA LA IRA), Mónica López y una –nuevamente- imponente en todos los sentidos Barbara Lennie. Su rol como presentadora de alto standing televisivo creo que puede ser perfectamente reconocible en cuanto a su inspiración, pero ella le dota de un magnetismo y una explosividad muy personales.

La mejor película del año junto a CAMPEONES (pasa al tercer lugar TODOS LO SABEN). Extraordinaria. De obligada visión.

José Luis Vázquez