Director: Alfred Hitchcock
Intérpretes: Cary Grant, Joan Fontaine, Cedric Hardwicke, Nigel Bruce, Dame May Whitty, Isabel Jeans, Heather Angel, Auriol Lee, Reginald Sheffield, Leo G. Carroll
Sinopsis: Un atractivo vividor coincide en el tren con una joven ingenua que acabará teniendo que pagarle el billete. Más adelante, vuelven a encontrarse en una fiesta y, tras un breve romance, ella decide casarse con él, a pesar de la oposición de su padre. Considerada por todos, incluida su familia, una solterona, está empeñada en demostrarles que alguien la puede amar.
SOSPECHA, o SUSPICION en el original, supuso la cuarta producción estadounidense del mago del suspense Alfred Hitchcock. Está fechada en 1941, un año antes de que hubiera desembarcado a lo grande en Hollywood con la mítica REBECA.
En ambas contó con la misma protagonista femenina, la dulce pero firme de carácter –y me refiero con ello a meros apercibimientos cinematográficos, de imagen, pues los reales o verdaderos pertenecen a cada cual y en ellos no me meto- Joan Fontaine. Y lo que no consiguiera aquella primera vez, sí lo obtuvo esta inminente segunda, esto es, el Óscar a la mejor interpretación femenina (también obtuvo nominaciones a la mejor producción y banda sonora del exquisito Franz Waxman). REBECA, en cambio, sí conseguiría el de mejor película.
La verdad es que está adorable, vulnerable, mostrando una aparente y engañosa fragilidad física, rebosante en sensibilidad y eso que dicen ahora tanto los modernos, matices. Si encima se cuenta como partenaire con Cary Grant, el resultado a máximo nivel interpretativo está garantizado.
Precisamente si tuviera que elegir tres aspectos por los que recordar ésta plenamente acertada obra, entre otros muchos claro, serían por ese persistente “carita de mono” con la que se dirige él a ella, esa inolvidable subida de escaleras –una de las especialidades del maestro: recuerden las de PSICOSIS o ENCADENADOS- de Grant con un vaso de leche que aloja una luz para resaltar –abrillantar- aún más la situación mediante una resplandeciente pigmentación blanquecina- y la secuencia de la carrera del coche al borde del acantilado.
Pero momentos puntuales aparte, este es un trabajo en el que Hitch tuvo además la fortuna de contar con una serie de colaboradores fundamentales. Tiró para el guion de Samson Raphaelson, firmante de varios de los textos de muchos trabajos de Ernst Lubitsch. Aquí en unión de dos mujeres que se acaban revelando importantísimas, Joan Harrison y la habitual colaboradora del cineasta, Alma Reville, su –parece ser que paciente- esposa en la vida real.
Y aunque no es cuestión desvelarles el auténtico final que debería haber puesto colofón a la trama, pues no es plan por si alguien de los que leyera esto todavía no la conociera, tan solo daré una pista, era complicado en aquel momento ver a Cary Grant en un rol alejado a los que transmitía en pantalla. Y a buen entendedor, otras palabras bastan.
Para más información acerca de ese “happy end” –y avisándoles de antemano que les quedaría al descubierto la resolución- les remito al magnífico e imprescindible EL CINE SEGÚN HITCHCOCK de François Truffaut.
Como con EL PROCESO PARADINE, son muchos –no es mi caso- los que consideran SOSPECHA como una obra menor del genio, ¿pero es que acaso filmó alguna que así pudiera ser considerada? Bueno, alguna tal vez, sí, pero bien porque pertenecieran a su período de formación en Inglaterra o porque los magnates no le hubieran dejado maniobrar a sus anchas, de ahí que acabara a partir de EL PROCESO PARADINE convirtiéndose en el productor de la mayoría de sus siguientes trabajos. Aquí también ocurrió, pero finalmente pudo acabar imponiendo su criterio a los mandamases de la RKO.
De lo más gozosa... e intrigante, transparencias incluidas (tienen su indudable encanto, aunque solo fuera por constituir testimonio de toda una época del cine, tal vez la más gloriosa).
José Luis Vázquez