martes, 6 de mayo

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Estreno en Royal City

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Conan el bárbaro ()

Director: John Milius

Intérpretes: Arnold Schwarzenegger, James Earl Jones, Sandahl Bergman, Max von Sydow, Ben Davidson, Sven-Ole Thorsen, Cassandra Gaviola, Gerry Lopez, Mako, Valérie Quennessen, William Smith, Nadiuska, Jorge Sanz, Franco Columbu, Pilar Alcón

Sinopsis: Un niño que pertenece a una tribu primitiva graba en su memoria los rostros de los guerreros que han exterminado a su familia y a él lo han vendido a unos mercaderes de esclavos. Años después, el joven se ha convertido en un forzudo y valiente guerrero. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Un Jorge Sanz de tan solo 12 añitos contemplaba como asesinaban vilmente a sus padres, cercenaban la cabeza de su madre (el mito erótico entonces en boga en España llegado desde el telón de acero… Nadiuska) en esta extraordinaria producción estadounidense de 1982, que adaptaba ejemplarmente –y ya no me refiero al sentido literal, que en parte también- el legendario cómic de Robert E. Howard.

Cuenca y su Ciudad Encantada cobijaban las primeras espectaculares y dramáticas escenas de esta película que bien podría ser considerada la precursora, una de ellas (también EXCALIBUR, por ejemplo), de ese subgénero que se vino a denominar de “espada y brujería” (el propio enunciado lo sintetiza y expresa inmejorablemente).

A los mandos de la nave un guionista y director portentoso al que siempre le echaré en cara que no se haya prodigado más, John Milius, autor entre otros de los libretos de APOCALYPSE NOW y LAS AVENTURAS DE JEREMIAH JOHNSON, y firmante de otras cuatro obras maestras, DILLINGER, EL GRAN MIÉRCOLES (la mejor película surfera de la historia), ADIÓS AL REY y, especialmente, EL VIENTO Y EL LEÓN, uno de los tres títulos fundamentales del cine de aventuras que protagonizara otra leyenda, Sean Connery, durante la década de los 70. Los otros dos son EL HOMBRE QUE PUDO REINAR y ROBIN Y MARIAN.

Su antepenúltimo trabajo –el último es de 1991, EL VUELO DEL INTRUDER- tras las cámaras, aunque felizmente continúe vivito y coleando, se remonta a 1984, AMANECER ROJO, aunque no sea tampoco nada desdeñable –incomprendido sí lo fue en su momento, se recibiría como un exponente beligerante, “reaganiano” de la Guerra Fría… y a quienes se lo achacaron no les faltaba algo de razón- está un par de escalones por debajo de los títulos anteriormente citados. Y, por favor, si tienen ocasión intenten ver un documental fechado hace poco, en 2013 (firmado por Joey Figueroa y Zak Knutson) en torno a su figura y su trayectoria profesional. No tiene desperdicio.

Continuando con leyendas. Aquí comenzaría a forjarse la carrera y el mito también, del cachas, del hercúleo, del siempre reivindicable y divertido Arnold Schwarzenegger, el rey de la acción junto a Stallone durante los 80 en que se parió esta maravilla… y también en los 90.

Schwarznegger está aquí inmenso, pétreo, colosal, justo lo que requiere el héroe. Un icono. O si lo prefieren, un derivado, una puesta al día ambientado en una época de un remoto pasado de feudalismo, superstición y vasallaje, del súper hombre nietzscheano (ya saben: “aquello que no mata, te hace más fuerte”).  Al igual que el Russell Crowe de GLADIATOR o algunos papeles de Charlton Heston, ya no es que interprete, sino que compone, confiere presencia a un icono. Se muestra formidable en su aparente inexpresividad (ya, ya sé que fue nominado al premio anti-Oscar, al Razzie, pero ello me la trae –con perdón- al pairo).

No quisiera tampoco olvidarme de su partenaire femenina, una tremenda Sandahl Bergman como Walkiria. Tres años después repetiría con idéntico compañero de viaje y género, esta vez bajo las órdenes del gran Richard Fleischer… EL GUERRERO ROJO (ni mucho menos tan horrenda como se dijo de ella, tampoco para colocar en una hornacina). Había dado sus primeros pasos con un pequeño papel en el oscarizado, fastuoso y original musical ALL THAT JAZZ (EMPIEZA EL ESPECTÁCULO).

Acompañando sus andanzas, entre fantasiosas y épicas, la inolvidable banda sonora de Basil Poledouris contribuye lo suyo a realzar la homérica odisea tebeística.

Aliñen todo esto con un buen puñado de secuencias trepidantes y subyugadoras que se suceden una tras otra. Ese encuentro amoroso con esa diablesa, enarbolando la espada con el sol de frente, el lance final…

Es puro y genuino cine de lucha, de lances de todo tipo y –en modo alguno es peyorativo ni frívolo- de músculo.

Su diseño de producción supuso todo un hallazgo, crearía escuela. A partir de aquí llegarían CROMWELL EL REY DE LOS BÁRBAROS, la encantadora EL SEÑOR DE LAS BESTIAS, la secuela CONAN EL DESTRUCTOR, HUNDRA… y decenas de ejemplos más.

Constituye la demostración, tal como indicara el genial Borges respecto al western, de que el mantenimiento de lo épica en el siglo XXI fue posible gracias a la nunca suficientemente ponderada, a la impagable industria cinematográfica estadounidense.

Todo un disfrute… y sin necesidad alguna de tener que recurrir a sofisticados efectos digitales, acudiendo principalmente a la ensoñación, la capacidad profesional y al verdadero sentido de la aventura.

Perpetua gloria al héroe y a la película.

José Luis Vázquez