jueves, 29 de mayo

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Estreno en Royal City

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Melodías de Broadway 1955 ()

Director: Vincente Minnelli

Intérpretes: Fred Astaire, Cyd Charisse, Oscar Levant, Nanette Fabray, Jack Buchanan, James Mitchell

Sinopsis: Gran éxito de Arthur Freed, el gran productor de musicales de la Metro-Goldwyn-Mayer. Un cantante y bailarín de éxito, a pesar de que atraviesa una etapa muy crítica, está decidido a volver a Broadway, el escenario que le dio la gloria y la fama.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Es uno de mis 5 musicales favoritos de todos los tiempos, junto a CANTANDO BAJO LA LLUVIA, WEST SIDE STORY, GREASE y AL SUR DEL PACÍFICO (este no tan puro en su más estricto sentido técnico, pero igual de maravilloso que los otros). Según en qué momento y etapa, mi preferido.

El brillante colega Teo Calderón lo ha definido atinada, certeramente, “se deja de ampulosas ambiciones artísticas, se desembaraza de prejuicios y da al público lo que le gusta con las mayores dosis de talento”.

Posiblemente a algunos pueda molestar porque se burle –en todo momento con estilo e inteligencia, sin necesidad de sangrado- de los mismísimos Shakespeare y Goethe a través de su FAUSTO. No se entienda tanto como una declaración de guerra a los mismos, sino como una asunción del cine como divertimento.

Al fin y al cabo, supone la reivindicación inteligente –bajo su oropel, hay mucha reflexión lúcida, lúdica, festiva- del espectáculo, del entretenimiento, del ARTE sin petulancia.

El rutilante, el pletórico, el emblemático THAT´S ENTERTAINMENT es su grito de guerra.

También por otra parte, constituye un guiño a los musicales de los 30 y 40 de los que el aquí protagonista fue el rey –de Broadway igualmente, de hecho, este THE BAND WAGON, tal es su título original, ya lo había representado en 1931-, de los denominados “backstage”, precisamente su enunciado venía determinado por girar en torno a comedias teatrales de esta índole, o de escenario si prefieren llamarlo así. Precisamente bailarines interpretan a cantantes bailarines en un maridaje o simbiosis perfecta que fusiona lo ficticio y lo real.

Y que se pregunte a quienes crearon la maravillosa LA LA LAND si no han bebido abundantemente en su fuente. Hasta tal punto que el fabuloso DANCING IN THE DARK (parafraseado por Lars Von Trier… BAILANDO EN LA OSCURIDAD) que se marcan el rey Astaire y la reina –“las mejores piernas de Hollywood” ­– Cyd Charisse acaba resultando un guiño cómplice. Es fácil la comprobación, recuerden el número de Gosling/Stone a la luz nocturna de una farola mientras de fondo se contempla la ciudad de Los Ángeles.

Sin duda, es un musical genuino, puro, con la cámara girando sobre su eje los 360 grados, que exuda nostalgia y melancolía, alegría y tristeza, que entremezcla plenitud y ocaso.

Su director, el genial Vincente Minnelli, ya había regalado entre otras joyas, EL PIRATA y UN AMERICANO EN PARÍS, pero todavía vendrían después BRIGADOON y GIGI (todos estos títulos con Kelly, salvo este, de corte –exquisitamente- más bien cantable sin más… ni menos). Poco más habría que añadir a esta mera evocación. Estoy hablando de palabras mayores. Pero en esta ocasión la cámara por él manejada se muestra más volátil, grácil, alada que nunca.

No hay, ni tan siquiera en sus pliegues, ni una milésima fracción que no sea de respiro creativo, imaginativo, bullicioso, exultante aun para reflejar pasajes no tan pletóricos como la mayoría que rasgan la pantalla.

La apoteosis viene con el número final, THE GIRL HUNT, un homenaje, una recreación de ambientes jazzísticos y de cine negro.

Pero antes, aparte de los fundamentales y ya citados THAT´S ENTERTAINMENT y DANCING IN THE DARK, hay otros cuantos difícilmente superables, como ese innovador SHINE ON YOUR SHOES con Astaire y un orondo limpiabotas negro, BY MYSELF, el elegante I HAVE TO CHANGE MY PLANS o ese jocoso TRIPLETS con Astaire de nuevo, el inefable Jack Buchanan (parodiador en otro momento de Orson Welles) y Nanette Fabray como si fueran bebés. No quisiera olvidarme tampoco, aunque en ese último no salga, del inefable pianista Oscar Levant.

Todos ellos insertados de tal manera que hacen avanzar la trama, al contrario que en otros períodos en que estaban postizamente incluidos… aunque a veces quedaran bien. Pero en este caso confieren verdadera sustancia a su argumento, le acaban de dar sentido y enriquecer.

Aparte, me encantan sus intrigas sentimentales entre bastidores. Y el genial –de nuevo guión- de los autores del de CANTANDO BAJO LA LLUVIA, esto es, Betty Comden y Adolph Green. O las canciones compuestas por Howard Dietz y Arthur Schwartz, rebosantes en intencionalidad e inteligencia.

No puedo obviar tampoco su agudeza discursiva o su sutil humor. Y ese comienzo y final “reivindicativo” con el mismo tema. O la loa permanente al show business.

Y los habituales, refulgentes e intensos colores “minnellianos”, ese rojo pasión de Charisse…

¿Hace falta insistir en que les hablo de un título imprescindible de la historia del Séptimo Arte?

José Luis Vázquez