Director: Ben Stassen y Jeremy Degruson
Intérpretes: Animación.
Sinopsis: El joven y simpático Adam emprende una misión épica para intentar descubrir el misterio que esconde la desaparición de su padre: y descubre que su padre es nada menos que el legendario Bigfoot. Adam rápidamente se da cuenta de que él también está dotado de un DNA especial, con unos superpoderes que jamás hubiese imaginado. (FILMAFFINITY)
Lo último sobre yetis, en ese caso con personajes reales (convenientemente maquillados), que recuerdo haber visto en una pantalla se remonta a la producción Amblin (de Spielberg) BIG FOOT Y LOS HENDERSON, fechada en 1987.
Casi coetánea es la fallida TEEN WOLF (DE PELO EN PECHO), de una pequeña casa, Wolfkill, que contribuiría aún más –tras la arrasadora REGRESO AL FUTURO- a la popularidad de Michael J. Fox.
Entre ambos referentes bascula esta película belga que me ocupa, dirigida por Ben Stassen y Jeremy Degrusson. De la primera coge el mito del originalmente hombre de las nieves o Piegrande y el ensalce de valores familiares; de la segunda, cierto tonillo gamberro y las alteraciones hormonales propias de la adolescencia.
Adolece de una animación, sí, decente, pero aséptica, sin gracia, sin personalidad alguna.
Argumentalmente, de nuevo se pone, u opone más bien, al buen salvaje con una civilización despiadada, todo ello dentro de un tono amable, irrelevante, para todo tipo de edades.
Lástima que sus protagonistas no acaben teniendo tirón, comenzando por ese chaval un tanto sosainas.
También el hecho de resultar tan obvia y evidente en pro de la progenie puede ser otro lastre.
La redimen parcialmente algunos momentos no del todo políticamente correctos y otros de puro slapstick en el bosque, a propósito, principalmente, de un simpático oso.
Poco más da de sí.
José Luis Vázquez