Director: Richard Benjamin
Intérpretes: Sean Penn, Elizabeth McGovern, Nicolas Cage, John Karlen, Crispin Glover, Rutanya Alda, Max Showalter, Carol Kane, Page Hannah
Sinopsis: Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Dos chicos de una pequeña población del norte de California disfrutan los últimos días de la adolescencia antes de alistarse en la marina. Uno de ellos descubre que está enamorado de una chica de familia rica, pese a lo cual intenta conquistarla. (FILMAFFINITY)
Aunque suelo reafirmarme en los gustos iniciales de mi infancia y adolescencia, ahí dónde se forja el espíritu y las grandes aficiones, a veces me da cierto reparo volver a ver esas películas que me marcaron en aquél momento de mi existencia y que por una razón u otra no he vuelto a repetir.
Es el caso de RACING WITH THE MOON, de preciosa traducción literal, CORRIENDO CON LA LUNA. El título español, ADIÓS A LA INOCENCIA, por una vez resulta si no más bonito sí certero y esclarecedor.
Porque este cálido y sensible relato iniciático viene a incidir en algo que se ha abordado muchas veces a lo largo de la historia del cine, en el tránsito de la adolescencia a la juventud, en la toma de responsabilidades. Bastaría citar un par de títulos muy especiales para mí, como AMERICAN GRAFFITI o VERANO DEL 42, para entender perfectamente a lo que me refiero.
El inicialmente actor reconvertido posteriormente en director, Richard Benjamin, a veces excelente en este cometido, como en este caso o en el de MI AÑO FAVORITO (a reseñar también otros trabajos suyos de agradable eficacia narrativa y comercial como ESTA CASA ES UNA RUINA, CIUDAD MUY CALIENTE, SIRENAS o CON CARIÑO DESDE EL CIELO), me sorprendió hace más de 30 años con un tratamiento de este asunto, y de las relaciones sentimentales y la amistad, de una considerable delicadeza.
Manejó varios registros, el romántico, el agridulce, el dramático, también la comedia, para construir una sencilla, emotiva, deliciosa, pequeña –o no tanto- obra maestra.
Pese a ganar el premio más importante de la Seminci, la Espiga de Oro, pasó bastante desapercibida tanto en España como en su país de origen, Estados Unidos. Sucede más veces de lo que puedan suponer, algo que me resulta inexplicable, como en este caso, salvo que ahora el paso del tiempo me acabe fumigando aquél maravilloso recuerdo. Pero no creo.
A muchos es posible que les llame la atención la presencia de unos pipiolos Sean Penn y Nicolas Cage, que están excelentes, más una actriz de gran belleza, de moda en el momento de su filmación (mediados los 80, 1984, venía de haber protagonizado maravillas como RAGTIME o ERASE UNA VEZ EN AMÉRICA, añadan la posterior FALSO TESTIGO) y desaparecida de escena un tanto bruscamente (hace escasas fechas, la recuperé para solaz en un episódico papel en la última y entretenidísima colaboración de Collet-Serra y Liam Neeson (es la fugaz esposa del segundo). También sale un incipiente Michael Madsen con un “look” muy “elvispreleyano”.
Entre los tres crean un mundo de sentimientos y amistades de esos que van calando como quien no quiere la cosa. El extraordinario guionista –y sensacional cineasta, de la excepcional LOS FABULOSOS BAKER BOYS sin ir más lejos- Steve Kloves les proporciona abundantes momentos para ello, como en la escena del lago o la partida de billar. Incluso incrusta algún momento simpático como el de Penn patinando.
Por otra parte, me encanta esa ambientación natural en un pueblo costero. El recuerdo que conservo es feliz, gratamente melancólico, bonito a rabiar. Seguro que no varía.
José Luis Vázquez