Director: Sam Garbarski
Intérpretes: Antje Traue, Anatole Taubman, Moritz Bleibtreu, Mark Ivanir, Joel Basman, Jeanne Werner, Joachim Paul Assböck, Anna König, Tim Seyfi, Harvey Friedman, Heike Hanold-Lynch, Tania Garbarski, Oleg Tikhomirov, Hans Löw, Pál Mácsai, Bettina Stucky
Sinopsis:
La historia de un grupo de supervivientes de los campos, cada uno con su historia y su trauma, que, encabezados por el el ingenioso David, que les recluta como se agrupa a una banda de malhechores en una película de gangsters, se asocian para montar un pequeño negocio de venta de ropa de cama, producto que por lo visto está muy demandado entre los alemanes, quienes además sienten la suficiente culpa como para no cerrar la puerta a un grupo de vendedores judíos. La idea es, por supuesto, reunir el dinero suficiente para irse de Alemania a los Estados Unidos. El simpático grupo, contagiado de la energía y la audacia de David, se pone manos a la obra, estafando a los clientes con la venta de lotes de sábanas "de París", inventando de paso, para convencerlos, y a veces para reclutarlos (observando los boletines necrológicos pegados a un muro de Berlín en ruinas), toda una serie de técnicas cínicas y pícaras, y bastante visionarias en términos de marketing. (FILMAFFINITY)
“Si no la maquilláramos un poco la vida sería insoportable” (Moritz Bleibtreu)
No consigue apasionarme pero me resulta sin duda interesante y merecedora de verse. Un par de aspectos concitan a priori la atención de esta producción alemana dirigida por el belga Sam Garbarski, el mismo firmante de la peculiar comedia romántica con trasfondo de prostitución IRINA PALM.
El primero es el hecho de abordar el Holocausto judío, más bien el de los supervivientes, desde un cierto prisma humorístico sin renunciar al drama. El segundo es que para ello hurgue en la tradición picaresca española trasladada al mismísimo corazón de Europa. Aunque no sea una exclusividad nuestra, no resulta difícil advertir en esa compra venta rasgos inequívocos de nuestro acervo literario, cultural.
No acaba de apurar todas las posibilidades en ninguno de esos dos frentes. Es más, ofrece mucho más atractivo sobre el papel que sobre lo resultante en pantalla, pues al final se acaba imponiendo una relativa pesadez narrativa muy habitual de la cinematografía alemana. A cambio, como también suele ser norma, contiene argumentos adultos, alejados de cualquier atisbo de infantilización.
Aún así, se sigue bien en todo momento y ofrece unas cuantas secuencias dignas de aprecio, desde las alusivas a la breve relación del contador de chistes supuestamente colaboracionista con su interrogadora estadounidense hasta ese tramo final que exhala algún que otro brote de emotividad.
Pero durante su contemplación tengo la sensación de que esa hibridación entre comedia y tragedia no acaba de romper del todo. En el primer caso porque resulta banal, no exhibe demasiada chispa; en el segundo debido a que las aflicciones mostradas no adquieren peso específico. No cuaja a plena satisfacción la mezcla de esas escenas ligeras de fraudulenta venta de ropa con las del recuerdo de lo vivido o revivido por el protagonista en el campo de concentración.
La factura, la carcasa es apreciable, digna de respeto, pero se queda en un estadio a veces aséptico que no logra alcanzar en ningún instante la grandeza o la excelencia. Están convincentes los actores (muy atractiva en todo los sentidos Antje Traue como esa oficial USA), lo cual le proporciona una mayor credibilidad al asunto, así como una aplicada ambientación. El tono melancólico que gasta también tiene su valor.
Se contempla fácilmente pero me temo que no es de las que permanecerá mucho tiempo alojada en mi recuerdo (también es cierto que tengo muchas películas alejada en mi disco duro).
José Luis Vázquez