Director: Eleanor Coppola
Intérpretes: Diane Lane, Alec Baldwin, Arnaud Viard, Elise Tielrooy, Linda Gegusch, Élodie Navarre, Cédric Monnet
Sinopsis: Anne se encuentra en una encrucijada en su vida. Casada con un exitoso productor de cine, un día se encuentra de forma inesperada viajando en coche desde Cannes a París con un socio de negocios de su marido. Lo que debería ser un viaje de siete horas se convierte en una aventura de dos días repleta de diversión llena de lugares pintorescos, buena comida y mejor vino, mucho humor, sabiduría y romance, despertando los sentidos de Anne y dándole un nuevo deseo a su vida. (FILMAFFINITY)
A sus 81 años, 80 cuando emprendió el rodaje, Eleanor Coppola, esposa de Francis Ford y madre de Sofia, experta en documentales de los rodajes de su familia (son conocidos los que montara de APOCALYPSE NOW y MARÍA ANTONIETA), debuta en el largometraje de ficción con esa propuesta grata, confortable y de inequívoco aliento gastronómico, enológico. De casta le viene al galgo, o a la galga, que no se diga que no soy políticamente correcto.
Me da en la nariz, seguramente me equivoco, que hay un pequeño, sutil y no redondeado ajuste de cuentas con su vida, como le sucede a Anne, esa esposa de un hombre del mundillo cinematográfico siempre ocupado, en evidente desgaste sentimental, que emprende un viaje de día y medio con el socio de su marido desde Cannes a la Ciudad Luz.
Esto da para una pequeña y perfectamente compartible por tantas mujeres u hombres, pequeña reflexión sobre las pequeñas pero elocuentes grietas, desgastes y “virajes” del corazón, se tenga la edad que se tenga. En cambio, puede que para otros espectadores, suponga un ocioso viaje entre gentes elitistas que se aburren mucho. Ya saben, para gustos los colores.
En esta película de inequívoco acento femenino, tenemos por otro lado, muy importante la verdad, a Diane Lane (amor de juventud a través de CALLES DE FUEGO o COTTON CLUB y verdadera pasión de madurez), a sus 52 –quién lo diría- esplendorosos años, inmejorablemente lucidos, como la absoluta protagonista de la función (en compañía de un muy francés, entiéndase el término como elogio, Arnaud Viard). Es fluorescente, ilumina la pantalla cada vez que aparece, que afortunadamente es todo el rato. Es una mujer que emana, irradia sin bajar la guardia en ningún momento, encanto, clase, estilo, sex appeal refinado, talento, belleza.
Con los años, no solo ha ganado en proyección física e interpretativa, sino que se ha acabado especializando en heroína de comedias románticas desde que bordeara o rebosara la cuarentena. Y aunque esta no es la mejor de las por ella encabezadas, pues prefiero las notables Y QUE LE GUSTEN LOS PERROS y BAJO EL SOL DE LA TOSCANA (no está mal, cambiar ese embriagador enclave italiano por el de la Provenza aquí generosamente retratado), aguanta el tipo.
La neoyorquina tiene tanto “charme” que le sucede lo mismo que le pasaba a mi permanentemente adorada Audrey u a otras, que hasta/es más con una simple camiseta blanca, desprende una gracia, distinción, muy especiales. Me atrevo a afirmar que casi la(s) prefiero de esta guisa que con mayor sofisticación, aunque ambas pruebas sean superadas con máxima nota. Con el vestido rojo de noche no está nada mal.
No creo que en Eleanor (dejemos por una vez el apellido a un lado, por aquello de no tener que mostrarse a la sombra de nadie) haya habido excesivas pretensiones a la hora de encarar este proyecto sino juguetear con placeres livianos, mundanos, de lo más gratificantes: vino, paisajes cautivadores, viaje en carretera, pequeñas emociones y afectos casi imperceptibles asomando al exterior.
Ni mucho menos es un trabajo destacable, es obvio además que bebe en referentes mucho más logrados como la trilogía BEFORE/ANTES DE… o FRENCH KISS (esta sí más divertida, bulliciosa y burbujeante) y que se solaza en exceso y con cierta parsimonia en unos ambientes bonitos pero mustios, pero en cualquier caso es también pausada, plácida, acicalada, turística y discretamente seductora, tanto como lo resulta su siempre estupenda protagonista. Eso sí, como “road movie” es sosa, le falta una mejor mezcla de hierbas provenzales.
José Luis Vázquez