Director: Richard Quine
Intérpretes: James Stewart, Kim Novak, Jack Lemmon, Ernie Kovacs, Elsa Lanchester, Hermione Gingold, Janice Rule, Howard McNear, Philippe Clay
Sinopsis: Gillian Holroyd (Kim Novak), miembro de una saga de hechiceros, entre los que se encuentran su tía Queenie (Elsa Lanchester) y su hermano Nicky (Jack Lemmon), se enamora locamente de un famoso editor, Sheperd Henderson (James Stewart), que está a punto de contraer matrimonio. La joven bruja no duda en utilizar uno de sus conjuros para conseguir que Sheperd deje a su prometida y se rinda a sus encantos. Todo sale según lo previsto pero, poco después, Gillian le confiesa la verdad sobre sus poderes a Shepherd que, indignado, pide ayuda a la extravagante señora De Pass para que rompa el hechizo. Tía Queenie toma cartas en el asunto e intenta utilizar la más poderosa magia para reunir a la pareja: el amor. (FILMAFFINITY)
El mayor hechizo de ME ENAMORÉ DE UNA BRUJA, o lo que (no) es lo mismo en el original BELL, BOOK AND CANDLE, no procede de los encantamientos llevados a cabo por la protagonista, simpatiquísimos y de indudable encanto, sino de la presencia de la propia protagonista, una Kim Novak en la cresta de la ola de su carrera y en su plenitud física.
Contó para ello con la complicidad de un mecenas, un incondicional enamorado y parece ser que nunca correspondido, poseedor de un estilo narrativo, de una elegancia y exquisitez a prueba de bombas, el estadounidense Richard Quine, el cual ya había tenido un primer contacto profesional con la bellísima y rutilante estrella cinco años antes de esta nueva reunión, en 1954, con el estupendo policíaco LA CASA NÚMERO 322, la primera gran aparición y éxito personal de la flamígera actriz.
Pero lo mejor estaba aún por llegar. Con constituir estos dos filmes excelentes, todavía vendrían dos obras maestras en las que alcanzarían la cúspide de su brillantísima labor conjunta, el primoroso melodrama UN EXTRAÑO EN MI VIDA y el noir con ritmo musical LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO. Todas ellas, no dejan de ser sendas cartas de amor a su amada.
Aquí, Novak, deslumbrante, magnética (como siempre), estuvo secundada en el papel principal por un James Stewart que ya había hecho pareja con ella ese mismo año en la memorable VÉRTIGO del mago del suspense, pero bajo la égida Paramount. En este caso bajo el pabellón Columbia y apelando a unos registros más humorísticos y relajados, conseguirían otro encuentro –nunca mejor dicho- mágico, con permanentes brotes de chispas.
Y eso que antes que ellos dos se habían barajado varios intérpretes para sus roles, desde la esposa del todopoderoso David O´Selznick, Jennifer Jones, el cual había comprado inicialmente los derechos de la pieza teatral de John Van Dreuten, hasta Lili Palmer y Grace Kelly (justo casi surgió la propuesta a la vez que su boda con Rainiero de Mónaco) entre ellas, y Rex Harrison y Cary Grant entre ellos.
Pero la elección final resultó ser de lo más afortunada, como así se puede comprobar todas las veces que se quiera. Para Stewart, que duplicaba la edad a su partenaire (50-25) supondría su último papel como protagonista de una comedia romántica que trata, fundamentalmente, sobre el imparable poder del amor.
No descuiden tampoco las reconfortantes, estimulantes presencias de un Jack Lemmon aún secundario (como hermano brujo y traviesillo), Elsa Lanchester (como la tía simpáticamente entrometida, una especie de antecesora de la Agnes Moorehead de la mítica serie televisiva EMBRUJADA), Ernie Kovacs (siempre un valor seguro), Hermione Gingold (en el rol de otra hechicera veterana) o una rotunda Janice Rule (una antigua enemiga del colegio de Gillian e inicial pretendiente de Stewart).
Los colores vivos (con vida propia), la dirección artística, el vestuario chillón (estos dos últimos apartados nominados a los Oscar), el ritmo, ese gato de ojos penetrantes, ese inefable Zodiac Club (con ese enlutado cantante encarnado por Philippe Clay), todo es perfecto en esta deliciosa y fascinante historia de sortilegios amorosos y brujas modernas en el corazón de Manhattan, en pleno Greenwich Village, que resulta deliciosa de principio a fin. Con razón fue nominada al Globo de Oro a la mejor película en el apartado de comedia.
Factor importante se acaba revelando también el guión de Daniel Taradash, que aunque centre su foco en la pareja no descuida el concederles su oportunidad al resto de comparsas de cierto fuste. Estoy pensando en la escena de la borrachera de Lemmon, tocando los bongos o ese embrujo inicial del teléfono por parte de Lanchester que acabará derivando en el romance.
Siempre que la veo me atrapa, me parece irresistible, encandiladora, embelesadora, hechizante. Divertidísima, maravillosa, liviana ambrosía.
Diálogos:
-“-¿Hay algo que dure para siempre? (Kim Novak), -Yo quiero creer que algunas cosas sí” (James Stewart)”.
-”-Podría hacer que se enamorara de mí sin trucos (Kim Novak), -No sé qué decirte, yo nunca lo he logrado ni con trucos (Elsa Lanchester)”.
José Luis Vázquez