Director: Seth Gordon
Intérpretes: Dwayne "The Rock" Johnson, Zac Efron, Alexandra Daddario, Kelly Rohrbach, Ilfenesh Hadera, Jon Bass, Priyanka Chopra, David Hasselhoff, Izabel Goulart, Charlotte McKinney, Belinda, Pamela Anderson
Sinopsis: Adaptación al cine de la serie "Los vigilantes de la playa". Narra la historia del esforzado socorrista Mitch Buchannon (Johnson) y su choque de carácter con un bravucón socorrista novato (Efron). Juntos, descubren una trama delictiva local que amenaza el futuro de la Bahía. (FILMAFFINITY)
Qué pereza, Dios, tener que escribir sobre algo que no merece más de dos líneas, sobre una memez de tan considerables proporciones. Por favor, ruego que muchos ejecutivos hollywoodenses actuales abandonen cuanto antes sus puestos, aunque supongo que si la mercancía que expenden continua dando buenos dividendos, este deseo se quedará en agua de borrajas.
Si ya la serie original que ha inspirado esto, emitida entre 1989 y 2001, nunca me provocó el más mínimo interés, salvo echar algún reojillo a los cuerpos de impresión, en mi caso a los femeninos, que se desplazaban por bulliciosos ambientes costeros californianos, ni les cuento lo que me provoca la majadería con la que me toca despachar.
Viene a sumarse a una operación recuperación que se viene llevando a cabo desde hace más de dos décadas en la que populares series sesenteras, setenteras, ochenteras y noventeras ven la luz en la gran pantalla. La mayoría con resultados artísticos frustrantes. Estoy pensando en LA TRIBU DE LOS BRADY, INFILTRADOS EN CLASE o STARSKY Y HUTCH. En otras ocasiones saldadas con calificativos que van desde lo respetable a lo excelente, véase CORRUPCIÓN EN MIAMI, STAR TREK o MISIÓN: IMPOSIBLE. Hay numerosos ejemplos más, pero me quedo en estos como elocuente muestra.
En este caso, prácticamente en todos, multipliquen por dos o tres los ingredientes de su antecesora. Aquí, mujeres voluptuosas, de mareantes curvas, hombres de interminables abdominales, cuerpos esculturales en general, erotismo soft, sudoraciones, silicona, testosterona… Todo muy intelectual, como pueden suponer. Ironía aparte, no me preocupa tanto el que sea así, como que lo desplegado muestre la oquedad y el vacío abisal obtenidos.
Hablar de argumento, o de algo aún más importante, de guión, sería ofensivo para la profesión. La levedad de su anécdota no trasciende en ningún momento y todo se concentra en una permanente exhibición de musculados, de escenas de acción preferentemente de rescate de lo más rutinarias, chistes fisiológicos o simplemente alusivos a los genitales de los macho man de ínfima calidad, imágenes en cámara lenta de los susodichos vigilantes/as y así una interminable sucesión de escenas con alma y corazón de vídeoclip de lo más insustanciales, puro encefalograma plano.
Desde el momento en que el director elegido para este proyecto había sido Seth Gordon, era de prever. No recuerdo ni un solo título de su filmografía que se haya aproximado al aprobado salvo COMO EN CASA EN NINGÚN SITIO. Por citar algunos, tampoco tiene una filmografía extensa, ahí tienen a su disposición POR LA CARA o CÓMO ACABAR CON TU JEFE.
En cuanto los actores mejor no opino, salvo que me refiera a los palmitos que despliegan, pero hasta eso me satura a estas alturas de la jugada de mi vida… y no por haber perdido buena disposición o por merma de contemplar bien dotados cuerpos. Pero al cine le pido algo más. Los cameos de los originales David Hasselhoff y Pamela Anderson resultan meramente testimoniales.
Un humor alopécico, de brocha gorda, de erizo marino chungo, es el colofón a un subproducto que salvo tortura por parte de algún enemigo, no crea que jamás vuelva a mirar a la cara. Aprovechen su tiempo para darse un chapuzón de los de verdad… aunque sea en una alberca.
Aunque un amigo me había avisado que lo mejor se encuentra al final, en las tomas falsas, ya no pude aguantar más en la butaca –no me fui antes porque eché un reparador sueñecito de unos 10 minutos en el último tramo, lo que no supuso obstáculo para volver a conectar con tan nimia trama- y la abandoné disparado, como alma que lleva el diablo.
José Luis Vázquez