Director: Howard Hawks
Intérpretes: Cary Grant, Jean Arthur, Thomas Mitchell, Rita Hayworth, Richard Barthelmess, Allyn Joslyn, Sig Ruman, Victor Kilian, Noah Beery Jr., Don Barry, John Carroll, Don 'Red' Barry
Sinopsis: En un país sudamericano, situado en los Andes, mientras Cary Grant dirige un servicio de transporte aéreo de mercancías, Jean Arthur es una corista que está allí de vacaciones. (FILMAFFINITY)
Descubierta a una muy tierna edad, en una infancia felizmente televisiva de clásicos de todo tipo y lugar y sin pretender ser en modo alguno petulante, afirmo que ya en aquélla época creo que fui capaz de advertir algunas de las muchas cualidades de esta obra maestra del cine de aventuras y sobre la propia condición humana.
Por ejemplo, esa oda –no utilizaba el término cuando niño, claro- que supone a la camaradería, a la amistad, a la profesionalidad. Esto último nada de extrañar pues es una característica consustancial a la obra de su director, Howard Hawks, que si hubiera que resumirla en una frase sería esa, un canto a la profesionalidad. Si a ello se suma que ésta es una película de aviadores tiene un plus añadido. No se olvide que él fue pionero en volar en máquinas que parecían de papel, llegó a combatir a los mandos de una de ellas en la I Guerra Mundial e incluso perdería a un hermano en acto de servicio (si las fuentes consultadas no son erráticas, quiero decir Wikipedia no siempre informa con precisión, pero me parece algo entendible por las fuentes diversas que la componen o que maneja).
De hecho, ONLY ANGELS HAVE WINGS, o sea, por una vez una perfecta traducción del título original, SÓLO LOS ÁNGELES TIENEN ALAS, se basó –la historia es suya aunque el guión lleve la firma de un colaborador habitual, Jules Furthman, el mismo cómplice de TENER Y NO TENER- en las propias experiencias aéreas del director y en un pasaje vivido durante su estancia en México buscando localizaciones para –finalmente no firmada por él- ¡VIVA VILLA!, pues allí conocería a un grupo de pilotos muy parecidos a los aquí descritos, tipos que arriesgaban sus vidas trasladando mercancías y correos, muchas veces en condiciones muy adversas. Jugándose literalmente la vida, conviviendo con el peligro día a día.
Tipos, hombres y mujeres, de electrizante personalidad como perfectamente queda reflejado, descrito por los autores de esta maravilla. Dinámicos, vitalistas, de un cinismo y misoginia pretendidamente protectores, atormentados… Al respecto de estos últimos es muy ilustrativo el personaje de Richard Barthelmess, estrella del cine mudo y protagonista de alguno de los títulos fundacionales de este subgénero con las nubes como protagonistas determinantes.
Así verán desfilar a un Cary Grant como jefe de “escuadrilla” y propietario de una compañía en un registro sutilmente alterado de sus papeles de comedia, una Jean Arthur un poco menos “capriana” intentando adaptarse rápidamente al ambiente, una debutante y ya rutilante –por no soltar términos más explícitos- Rita Hayworth, ese impagable secundario que siempre fue Thomas Mitchell (el mismo año que hiciera de doctor borrachín en la célebre LA DILIGENCIA) como ayudante inseparable del primero, un característico tan estupendo como Victor Kilian haciendo del Holandés… Y así un largo elenco de tipos de una pieza, humanizados, amistosos, reconocibles, duros.
Precisamente alguna de las situaciones que apelan a mostrar estos últimos sentimientos son algunas de las más recordables. Como ese momento fiestero de Grant ante el anuncio de la muerte de uno de sus compañeros, algo entendible para así intentar superar cuanto antes el dolor y que repercuta lo menos posible en el inmediato arriesgado trabajo que les espera. Ese momento MANISERO ahí queda para las antologías. O aquél otro alusivo a los cóndores que se estrellan en los “parabrisas” de las aeronaves. De éstas y de otro calibre se pueden encontrar perfectamente con más de una docena de secuencias inmejorables salpicando su metraje que pasa en una exhalación.
Hawks la rodó entre otras dos obras maestras incontestables de la comedia, LA FIERA DE MI NIÑA y LUNA NUEVA. Ambas, al igual que ésta, en realidad sería característica común de toda su filmografía, con personajes femeninos determinantes, fuertes, poderosos.
Y volvería a mezclar con enorme destreza –la primera media hora- constituye al respecto toda una declaración de principios- suspense, romanticismo, réplicas ingeniosas, tensiones latentes de todo tipo, drama, humor y adrenalina.
Además de producirla, en parte escribirla y dirigirla, ya en montaje estuvo codo con codo con Viola Lawrence para imprimir a lo filmado (casi todo en estudio por cierto y recubierto con magníficas escenas de acción) un ritmo veloz, endiablado. De los de verdad, no esa acumulación aturdidora de efectos digitales tan habitual y cara en todos los sentimos que padecemos en estos tiempos. Destacando, trasluciendo en todo instante, virtudes tan cuidadas como atmósfera, intensidad, dinamismo y profundidad a la hora de retratar caracteres y exponer hechos.
Casi ochenta años después continúa vigente, insuperable, como uno de los hitos y como documento vivo de estos orígenes aéreos en la gran pantalla. Y eso que vio la luz un año que para el Séptimo Arte, el estadounidense una vez más sobre todo, que fue impresionante, una de las cosechas más embriagadoras que se hayan producido jamás: LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ, ADIÓS MR. CHIPS, LA REGLA DEL JUEGO, la citada LA DILIGENCIA, EL MAGO DE OZ, la primera y magnífica versión de TÚ Y YO, CABALLERO SIN ESPADA, NINOTCHKA, CUMBRES BORRASCOSAS, LA VIDA PRIVADA DE ELIZABETH Y ESSEX, BEAU GESTE, AMARGA VICTORIA, HURACÁN, ESMERALDA LA ZÍNGARA, LOS HIJOS DE LA FARÁNDULA o tantísimas otras muestras.
Fue nominada a 2 Oscar. Por la espléndida fotografía de Joseph y por los efectos visuales, apartado o categoría que se presentaba por primera vez en su historia y que acabaría obteniendo otro título relevante, VINIERON LAS LLUVIAS, que pueden perfectamente añadir al listado del anterior párrafo.
Es sólo evocarla, como acabo de hacer escribiendo lo anterior, y se me instala un permanente sonrisón de inabarcable dicha y de agradecimiento.
José Luis Vázquez