Director: James Mangold
Intérpretes: Hugh Jackman, Patrick Stewart, Boyd Holbrook, Dafne Keen, Stephen Merchant, Doris Morgado, Richard E. Grant, Han Soto, Elizabeth Rodriguez, Julia Holt, Elise Neal, Al Coronel
Sinopsis: Ha pasado un año tras los eventos de "X-Men: Days of Future Past". Logan ha decidido no volver a usar sus poderes ni sus garras, pero cuando una malvada organización liderada por Nathaniel Essex intenta utilizar al resto de mutantes que quedan en el mundo, convirtiéndolos en armas para usar en su beneficio, Logan se verá obligado a volver a ser 'Wolverine' una vez más... Tercera película protagonizada por Lobezno, que se basará en la miniserie de cómics "Wolverine: Old Man Logan", escrita por Mark Millar e ilustrada por Steve McNiven en 2008 y 2009. (FILMAFFINITY)
“El mundo ya no es lo que era, los mutantes han desaparecido” (Hugh Jackman)
Epílogo, réquiem, ¿capítulo final… seguro? de una franquicia resultona, entretenida, capaz, vistosa y compacta… la del tal LOGAN del enunciado, el más carismático de los mutantes que dieran el salto del cómic a la gran pantalla justo en el 2000, como si el milenio les estuviera esperando para poder presidirlo. Al fin y al cabo, en diversos ámbitos nos encontramos en la época del ensalzamiento de los diferentes, justo lo que son todas esas criaturas con poderes de todo tipo tuteladas por el profesor Charlie Xavier, aquí mostrado en franco y triste deterioro, a la par con el tono crepuscular pasaportado.
Una de las bazas principales de la serie a lo largo de estos tres quinquenios y de este concreto personaje ha sido la encarnadura, el inmediato proceso de absorción/inmersión/identificación que un Hugh Jackman de pronunciadas patillas ha llevado a cabo con el mismo. Por cierto, sobre todo en sus inicios, de un pasmoso parecido físico al Clint Eastwood de su etapa del poncho en Almería prolongada en la serie Harry Callahan.
El actor australiano afincado hace tiempo en Hollywood ha dotado de fuerza, energía, magnetismo, presencia y contundencia al (súper) héroe de las cuchillas, de las garras afiladas. Bueno, él y una serie de competentes profesionales tan habituales en la industria más poderosa del mundo, los cuales han ido poniendo a su servicio una serie de vehículos que han hecho despliegue de pericia técnica y de cierto vigor narrativo, algo esto último que resulta más meritorio si tenemos en cuenta un subgénero como éste que tantas veces se suele dejar engullir por ingentes cataratas de aturdidores efectos digitales.
Quien más se ha reiterado en dirigir sus andanzas detrás de las cámaras ha sido el mismo responsable de ésta postrer entrega, el más que solvente James Mangold. El también firmante de la sólida biografía de Johnny Cash EN LA CUERDA FLOJA, el atinado y brillante “remake” del clásico EL TREN DE LAS 3:10, el sorpresivo suspense esquizofrénico IDENTIDAD, la bonita KATE & LEOPOLD o la antecesora de ésta LOBEZNO INMORTAL. Y aunque también él acuse, se contagie de parte del cansancio que invade al deteriorado protagonista, casi tan en declive como el que fuera su omnipotente jefe, todavía es capaz de mantener el tipo a la hora de contar lo que se trae entre manos.
En esta ocasión Mangold opta por un ritmo más pausado de lo que suelen demandar los fans de estas historias. No me parece ello una mala elección, el problema es que en varios tramos se ensimisma en exceso y eso no acaba de beneficiar del todo al conjunto. No pedía más acelere pero sí más fuelle.
Tanto su guión sobre una propia historia con la ayuda de Scott Frank y Michael Green, como su propia dirección, están bañados por una cubierta de declive, de despedida, de fin de un tiempo, y de un formato más propio del western que de la ciencia-ficción heroica, algo todo ello que no le sienta nada mal aunque a veces se contagie de su atmósfera apagada.
Menos mal que la cría que coge el relevo en la misma especialidad que a este cascado luchador, imprimiéndole un brío muy de agradecer, especialmente cuando tiene que desplegar idénticos poderes del que ha sido su antecesor.
Y colorín colorado… ya veremos si este aguerrido cuento se ha acabado. Al menos no me defrauda, no es poco, claro que tampoco me inflama.
José Luis Vázquez