Foto: François Cluzet en Normandía al desnudo/Normandie nue
-Llego al cuarto y último estreno de este pasado fin de semana –la verdad es que hay veces que agradezco el aligeramiento de los mismos-, de nuevo en este caso procedente del país de Zinedine Zidane, NORMANDÍA AL DESNUDO (NORMANDIE NUE).
Con cierto cine francés, con comedias costumbristas como ésta, tengo la sensación de haber sido trasplantados los esquejes propios de la mítica Ealing británica de los 50 a tiempos actuales, pero de manera más plana, mucho menos brillante.
Esto es, historias amables y corales, pero en este caso de no demasiado calado ni hiriente fondo social, que se contemplan con una sonrisa, pero que no acaban de apurar sus posibilidades potenciales.
El director, Philippe Le Guay –su apellido es suficientemente explicativo de sus intenciones- no se complica la vida en exceso. Ni en lo dramático teje nada de especial profundidad, ni en lo reivindicativo pasa de lo meramente superficial. Se limita a retratar una pequeña comunidad de manera simpática y tierna, pero una ternura epidérmica, de baja intensidad.
No desagrada a la vista ni al oído, cuenta con buenos intérpretes (ese actor refererencia de la cinematografía gala al que cada vez encuentro más parecido con Al Pacino llamado François Cluzet, el estadounidense marcado casi por el estigma del Truman Capote que clavara y que responde al nombre de Toby Jones) y muestra una panorámica superficial de la Francia más agrícola, concretamente de la región que da nombre al título.
Por otra parte, su trama, el meollo argumental no presenta complejidad alguna, ni grandes honduras psicológicas, ni alardes humorísticos brillantes o de cualquier otro tipo. Supongo que tampoco era esa la intención de su autor.
Si han visto hace escasos meses NUESTRA VIDA EN LA BORGOÑA, u otros trabajos de su director (LAS CHICAS DE LA SEXTA PLANTA, MOLIERE EN BICICLETA) pueden hacerse una perfecta idea de lo que se van encontrar si deciden acercarse a verla.
No provoca ni frío ni calor, ni chicha ni limoná, se deja ver sin mayor sobresalto, ni tan siquiera ante ese momento culminante del desnudo masivo. Se deja ver sin más, también sin menos.