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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Miércoles, 16 de mayo

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Foto: Olivia de Havilland y Robert Mitchum en No serás un extraño/Not as a stranger

-Nunca me canso de ver esa obra intemporal, maestra, perpetuamente fascinadora, titulada LA NOCHE DEL CAZADOR (THE NIGHT OF THE HUNTER). Vuelvo a ella de madrugada. Y teniendo en cuenta que por la tarde presento en MediCine NO SERÁS UN EXTRAÑO, me marco un excepcional programa doble del actor Robert Mitchum:

“Os oigo susurrar, niños, sé que estáis ahí abajo. Puedo sentir cómo me enfado terriblemente. Se me acabó la paciencia, niños. Voy a por vosotros ahora…” (Reverendo Harry Powell/Robert Mitchum)

 

Colegas como Carlos Boyero han definido de manera precisa, certera a esta inclasificable obra maestra del cine, a este perverso cuento de ogros y hadas, de lobos y corderos, como “una de las películas más insólitas, poéticas y tenebrosa que he visto nunca”

Parece mentira que su director, el orondo y genial histrión Charles Laughton (TESTIGO DE CARGO, ESPARTACO, TEMPESTAD DE WASHINGTON), no volviera a repetir jamás tras las cámaras. Supongo que el hecho de que fuera un relativo fiasco tuvo mucho que ver. Y ese fiasco estoy convencido que no fue debido a la excepcional calidad de su trabajo sino al escabroso asunto contenido, al que se entregaría en cuerpo y alma.

Ni más ni menos gira en torno a un individuo detestable, un asesino de viudas de impolutas formas, un predicador de lo más siniestro y perturbado(r), un excepcional y sobrecogedor Robert Mitchum, que lleva grabado en sus nudillos, imagen difícilmente olvidable, las palabras “hate” (odio) y “love” (amor), sentimientos entre los que bascula este lúgubre y también luminoso poema visual filmado mediante una expresionista, sombría y de lo más simbólica fotografía en blanco y negro debida a Stanley Cortez.

Lo determinan niños huyendo en la hora de la oscuridad más pavorosa, lechuzas que rompen el silencio nocturno, acogedoras y protectoras ancianas, gansos, individuos carentes del mínimo signo de piedad, personajes y situaciones extremos que se agolpan a borbotones en una historia que acaba emergiendo a la luz.

Pero hasta ese momento lo que se nos ha ofrecido es de una belleza oscura y cegadora, un relato contemplado desde el punto de vista de unos tiernos infantes, vivaces en reaccionar ante el peor de los horrores y en experimentar eso tan vital y humano como es sobrevivir.

La potencia de sus imágenes, su capacidad hipnótica y sugerente (los asesinatos jamás son mostrados), su atmósfera de pesadilla, convierten este trabajo en un islote sin continuación posible, deslumbrante, singular en su especie. Por eso, indistintamente que pueda apasionar más o menos, o no hacerlo claro, lo contemplado seguro que provocará tanto al que asista a ella por primera vez como a los que somos contumaces en su visionado, una sensación de asistir a una experiencia que nace y muere en sí misma.

Que sea considerado en primer término el punto de vista de los críos no hace sino contribuir a generarnos una lacerante y cautivadora angustia en tantos de nosotros.

Ah… una cosilla más, la sufridora y excelente actriz Shelley Winters (objeto del en UN LUGAR EN EL SOL) es la última viuda objeto de la desalmada atención de Mitchum. Y la estrella del cine mudo, Lillian Gish, todavía en plenitud de facultades físicas y mentales –fallecería a la más que respetable edad de 100 primaveras, prácticamente al pie del cañón-  a sus 62 años hace una aparición estelar. Billy Chapin y Sally Jane Bruce son los magníficos y desoladores críos. Sale también Peter Graves, el posteriormente famoso antecesor –televisivo- de Tom Cruise al frente de MISIÓN: IMPOSIBLE, aquí como el ajusticiado asesino Ben Harper. Los adultos en general, son mostrados de una manera feroz, pero también algunos de los críos retratados fugazmente presentan alguna sombra.

Es una de esas películas que resultan imprescindibles haberlas visto antes de morir y que deberían figurar en lugar relevante en cualquier colección de dvd/blu-ray que se precie. Prácticamente garantizado que el escalofrío recorrerá sus cuerpos durante su contemplación. Y que la poesía, por muy siniestra que se torne en determinados momentos, les embriagará.

-Llega a su fin la segunda temporada de una actividad, ENCUENTROS CIENTÍFICOS: MEDICINE, que me está reportando múltiples satisfacciones y que, aunque esté mal decirlo, la considero verdaderamente apasionante debido a la aportación de especialistas médicos de todo tipo. De nuevo mi enhorabuena más sincera a Javier Redondo y José Ramón Muñoz, artífices y coordinadores de la misma. José Ramón se ha vuelto a mostrar infatigable para que todo estuviera irreprochablemente a punto. El brillante broche en esta ocasión corresponde ponerlo a Carlos López, Subdirector Médico GAI-CR. El tema a tratar, la vocación médica. Y el acompañamiento cinematográfico elegido en esta ocasión, excelente, una casi mítica producción estadounidense de 1955, NO SERÁS UN EXTRAÑO (NOT AS A STRANGER). Aprovecho para recuperar todos los temas y películas abordados este curso (muchísimas gracias a todos los participantes en esta edición). Ah... Y enhorabuena al Atlético de Madrid por esa brillante y merecida conquista de la Europa League:

“Lo que me molesta de los idealistas es lo lejos que llegáis. Yo seré un cínico, pero no podría hacer una cosa así”

“No vas a ser un buen médico, porque no basta con tener cerebro… hay que tener corazón” (Lon Chaney Jr.)

“El médico es memoria… Los supervivientes de este curso serán los únicos miembros de la sociedad moderna que tendrán el privilegio de matar con impunidad absoluta” (Broderick Crawford)

“No se puede sólo ejercer la medicina… Hay que tratar a la gente” (Charles Bickford)

 

NOT AS A STRANGER, o sea NO SERÁS UN EXTRAÑO, fue considerada una de las mejores películas de 1955, año de su producción, según la prestigiosa National Board of Review.  Su título obedece, así lo interpreto, a la relación sentimental principal y a la propia reflexión profesional, médica, porque esta película trata fundamentalmente sobre galenos, facultativos, sobre su mundo.

Supuso la opera prima de uno de los primeros productores independientes (EL ÍDOLO DE BARRO, CYRANO DE BERGERAC, HOMBRES, SOLO ANTE EL PELIGRO) que ejerció como tal en Hollywood y que al poco tiempo pasaría a dirigir sus propios proyectos, el neoyorquino Stanley Kramer. El que sería posteriormente firmante de maravillas como FUGITIVOS, ORGULLO Y PASIÓN, LA HORA FINAL, EL BARCO DE LOS LOCOS, VENCEDORES O VENCIDOS, LA HERENCIA DEL VIENTO o ADIVINA QUIÉN VIENE ESTA NOCHE. Todas ellas, incluyendo si me apuran la descacharrante EL MUNDO ESTÁ LOCO LOCO LOCO LOCO, gobernadas por una inquietud liberal, contestaría, social, progresista, dignas de encomio.

Siempre se le ha acusado por muchos colegas de hacer un cine un tanto pesado y pretencioso, pero este sambenito a mí particularmente me parece injusto. Y si no, hagan la prueba, revisen -o vuelvan a hacerlo- los títulos anteriormente citados.

El caso es que aquí ya deslumbró con esa primera toma de contacto tras las cámaras. Llevaría a cabo una incisiva y amplia radiografía del sistema médico estadounidense, pese a algunos errores o incorrecciones entiendo en esta ocasión que perfectamente perdonables. Y otros no tan evidentes como se han llegado a proclamar. Y manifiesto esto en base a amigos o conocidos expertos en el tema. No es cuestión que me meta en berenjenales que no son los míos, pero sirven y dan juego a cualquier tertulia técnica al respecto.

Lo que sí queda plenamente patente, resulta palpable, es que amparándose en la exitosa –lo fue más que esta película- novela de Morton Thompson, refleja certeramente la vocación de ser médico… con todas sus luces y sombras, teniendo en cuenta las dos caras que se pueden presentar. Plantea muchas cuestiones, dilemas y anhelos relacionados con la profesión. Al respecto supone una excelente y variada cavilación, que toca temas diversos, desde las aspiraciones económicas excesivas o la decisión de decir la verdad a un enfermo de cáncer. Pero no deja de constituir un alegato en favor de quien se preocupa más por la salud del paciente que por su propia cartera.

Se sirve de un férreo guión de Edna Anhalt y Edward Anhalt, que alterna con exquisita precisión drama y algunas gotas de comedia, y de una conducción brillante, en especial una serie de escenas quirúrgicas realistas y novedosas en su época, abordadas con tacto y tratando de no resultar repelentes, especialmente las alusivas a una operación a corazón abierto o a la extracción de un clip. Cuenta además con unos últimos tramos cargados de tensión, de emotividad. Igualmente, los momentos de amor o la ausencia del mismo presentan una gran temperatura dramática. Alguien sintetizó este apartado como “buen médico y mal esposo”.

Transmite impecablemente la evolución de ese ambicioso doctor Lucas Marsh sobre el que gira la trama. Ofrece metáforas visuales cargadas de simbolismo bastante evidente. Y todos los personajes a su alrededor están trazados en sus diferentes roles con firmeza, consistencia, solidez.

Para ello cuenta con de uno de esos repartos de antaño, del Hollywood dorado, de los de cortar la respiración: Robert Mitchum (qué decir a estas alturas de este gigante en todos los sentidos aquí como ese ambicioso doctor o de esa mirada de soslayo casi desdeñosa, en el mismo año que interpretaría la prodigiosa LA NOCHE DEL CAZADOR), Olivia de Havilland (en un papel sumiso y supeditado que podría crispar a mucha gente hoy en día, la dulzura siempre fue un estandarte en esta actriz, aquí como ex enfermera instrumentista, esposa frustrada… la relación con su marido funciona mejor en los quirófanos que en la intimidad), Frank Sinatra (el gran amigo de Marsh… él y Mitchum rondaban los 40 años, cuestión delicada para encarnar a esos estudiantes, pero resultan del todo convincentes), Lee Marvin (otro compañero universitario, incipiente en esto del cine, 31 años), Charles Bickford (como un admirable médico rural, sobre esta faceta trata también), Gloria Grahame (de nuevo, cómo no, mujer fatal… sensual viuda millonaria), Broderick Crawford (el imponente mentor) o Lon Chaney Jr (como el estremecedor padre alcoholizado de Mitchum).

Otras cuestiones a retener o a tener en cuenta: esas curiosas imágenes de médicos y enfermos fumando, el hecho de que la segregacionista localidad de Greenville fuera donde comenzó su lucha en pro de los derechos de los afroamericanos el reverendo Jesse Jackson, la película que acude a ver la pareja es LA CONDESA DESCALZA de Joseph L. Mankiewicz,  las clases de patología o cirugía que se muestran o el hecho de que las secuencias ambientadas en el hospital universitario o las aulas de la Facultad de Medicina se recrearan en estudios californianos… No quisiera obviar tampoco el hecho de que la primera intervención a la que asiste Mitchum es una laminectomía (según leo en el blog del Doctor Albeiros) consistente en extirpar un tumor en la columna del paciente).

Fue nominada al Óscar al mejor sonido.

Espléndida. Será muy interesante comprobar cómo ha resistido el paso del tiempo, aunque me da en la nariz que su esencia continuará inmarchitable.

No muy extensa apostilla:

Reparo en momentos, situaciones y aspectos de algún personaje que en las dos veces anteriores que la disfruté no había reparado tanto:

El personaje de Olivia de Havilland que podría parecer sumiso y sometido al hombre, no lo es ni mucho menos, se acaba revelando de una personalidad irresistible (y es que no es necesario dar golpes en la mesa o alzar la voz para demostrarlo). Muestra inteligrencia, sensibilidad y generosa entrega de lo más encomiable. Me ha vuelto a conmover esta magnífica actriz a todos los efectos estadounidense.

Precisamente protagoniza una escena que me encanta. Cuando Robert Mitchum se arrodilla ante ella, tras haber sido informado por Sinatra de su embarazo y solicitarle arrepemiento de su breve affaire –del que ella está al tanto por pura intuición femenina- con Gloria Grahame, la mirada inicial que ella le propina parece extraída o empleada seis años antes para su impresionante interpretación en LA HEREDERA, la misma que espeta desde la distancia a un desesperado Montgomery Clift. Es una mirada llena de cierto resentimiento, infinito dolor. Sensacional.

Me encanta la muy obvia pero efectiva secuencia de seducción entre Robert Mitchum y Gloria Grahame. Con ese montaje paralelo entre el semental y la yegüa. Me parece francamente divertida, esclarecedora y contundente.

Me emociona el ejemplar personaje del médico rural que encarna ese fabuloso característico que fue Charles Bickford (HORIZONTES DE GRANDEZA… ese mismo año).

Me hace gracia ver a Sinatra y Mitchum (y a un jovezno Lee Marvin) hacer de médicos internistas con 40 años. Y qué manera de caminar la de Mitchum. Y de mirar desdeñoso, marca siempre de fábrica del actor.

Curso 2017 – 18 de Encuentros Científicos: MediCine:

Sesión 1. 18 de octubre 17: Funcionamiento de un quirófano (Despierto) (Javier Fernández Menor, Supervisor de Bloque Quirúrgico).

Sesión 2. 15 de noviembre 17: Medicina rural (Un doctor en la campiña) (César Lozano, MFyC de Atención Primaria del Centro de Salud de Almagro).

Sesión 3. 20 de diciembre 17: Esclerósis múltiple (100 metros) (Mónica López, presidenta AEDEM-CR).

Sesión 4. 17 de enero 17: Esquizofrenia (El show de Truman) (José Rodríguez, FEA Psiquiatría de la CSMA Latina de Madrid).

Sesión 5. 21 de febrero 18: Actitud ante la muerte (Truman) (Mercedes Molina, Cuidadora Paliativos Domiciliarios, Alcázar de San Juan).

Sesión 6. 21 de marzo: Alimentación, sociedad y salud (Super size me) (Carlos Alberto Castillo, Profesor de Bioquímica y Nutrición y Dietética UCLM).

Sesión 7. 18 de abril 18: Bioética médica (La decisión de Anne) (Francisco Angora, Presidente del Comité de Ética Asistencial GAI-CR).

Sesión 8. 16 de mayo: Vocación médica (No serás un extraño) (Carlos López, Subdirector Médico de la Gerencia HGUCR).