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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Miércoles, 7 de marzo

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Foto: Joseph Mazzello y Ian Michael Smith en El inolvidable Simon Birch/Simon Birch

-Veo a última hora de este miércoles –no me ha quedado otra, llevaba retrasillo- los dos estrenos que me faltaban de este pasado fin de semana, EL CASO DE CRISTO y EL PEQUEÑO BIG FOOT. Tendrán cumplida información de ambos en las próximas entregas del Diario Cinéfilo. El tiempo es el que es y todavía no se ha inventado poder estirarlo… pero al ritmo que vamos todo se andará. Yo ya llevaré tiempo calvo. El caso es que en la madrugada he revisado una película preciosa, que no tuvo todo el reconocimiento merecido cuando se estrenó, EL INOLVIDABLE SIMON BIRCH (SIMON BIRCH):

Crítica 1:

Si tuviera que repasar exhaustivamente las películas que no cuentan con excesivos elogios tanto de crítica y público y que me encantan, la lista sería exhaustiva, casi inabarcable. En ella está en sitio preferente EL INOLVIDABLE SIMON BIRCH.  

Sencillamente me encanta, me parece preciosa, me arrebata su legítimo y conseguidísimo tono sentimental, su primorosa ambientación, su guión perfectamente construido, tu tono melancólico y nostálgico, su fotografía de colores ocres y vivos, sus interpretaciones…  

En este último apartado, hay que destacar, aquí de hecho fue cuando comencé a reparar en ella, el papel que hace Ashley Judd como esa madre reparadora, comprensiva, balsámica. El hombre que recuerda su amistad con su compañero de colegio afectado de enanismo es Jim Carrey, en una de sus primeras y episódicas intervenciones. También sale un buen refuerzo, Oliver Platt.  

Y los dos chavales protagonistas, exhiben una gran química, una magnífica compenetración. Evidentemente, Ian Michael Smith, el menudo Simon Birch, es fácil que se gane el corazón de numerosos espectadores, pero Joseph Mazzello, muestra un saber estar y una sobriedad de lo más reconfortantes. Le da una réplica nada fácil de llevar a cabo… y la salda con máxima nota.  

Encarnan a dos héroes corrientes, cotidianos, admirable. Uno tratando de superar sus limitaciones físicas; el otro, la ausencia de su padre. En primer término y de fondo, una historia sobre aquello que mueve el mundo: la amistad, la comprensión y el afecto hacia el diferente, el amor maternal, el amor en su más amplia expresión, el valor de las cosas y los gestos aparentemente pequeños…  

Basada en una novela del aclamado, brillante y peculiar John Irving (EL HOTEL NEW HAMPSHIRE, LAS NORMAS DE LA CASA DE LA SIDRA), el escritor trató que su nombre desapareciera de los títulos de crédito, tal vez por haberle parecido un tanto lacrimógeno y “ternurista” el resultado final. Disiento, es una película hermosa, sentida.

Capítulo aparte merece su espléndida banda sonora. Tanto el score de Marc Shaiman, como la selección de temas de los 50 y 60 referenciales y propios de la época en que transcurre su acción: FEVER de Peggy Lee, MICKEY´S MONKEY de Smokey Robinson & The Miracles, UP ON THE ROOF de The Drifters o CAN I GET A WITNESS de Marvin Gaye, entre otros muchos.  

Resultan muy bellos los escenarios naturales localizados mayoritariamente en Elora y Toronto (Ontario).  

Conmovedor y sensible trabajo digan lo que digan… los demás, incluido el propio autor del texto literario.  

Crítica 2:

Una de esas debilidades que albergo en un lugar preferente de mi corazoncito. Tengo muchas, esa es la verdad. Esta es una de las que me provocan lágrimas con más facilidad. Precisamente en el momento de su estreno fueron varios los colegas que le reprocharon eso, su tono sentimentaloide, ternurista y bienintencionado. Mi discrepancia es total. A mí me parece sentimental en el mejor de los sentidos, capaz de provocar una emoción legítima y sin complejos buenistas.

Parece que en el momento que se trata un asunto de discapacidad hay que pedir disculpas por partir de premisas que de salida encogen esa víscera que nos hace mucho más humanos. No lo veo así, lo importante es cómo se modula ese material. Y en este caso, ese tono de melancolía y lirismo bucólico aquí aplicado, me parece de lo más oportuno. Muestra una gran sensibilidad para diálogos, pequeños detalles y actuaciones, A propósito de esto, los dos chavales protagonistas llevan a cabo un trabajo ejemplar y conmovedor, Joseph Mazzello y, sobre todo el diminuto Ian Michael Smith como Simon Birch. Pero no se descuiden tampoco la fenomenal interpretación de Ashley Judd, como madre del amigo de Simon.

Buen material literario de partida (una novela de John Irving), magnífica banda sonora de Marc Shaiman, que contrapuntea adecuadamente los momentos más emotivos y una excelente dirección de Mark Steven Johnson son blasones que puede lucir esta producción estadounidense de 1998.

No demasiado reivindicada ni conocida, yo al menos les puedo asegurar que proporciona un rato de gratísima, de feliz y emotiva contemplación. Ante propuestas de este tipo, es cuando cobra realmente sentido ejercer la crítica cinematográfica, por aquello de informarles y descubrirles películas que por un motivo u otro pasaron desapercibidas.

-Descubro en la antigua y extinta sección de Películas de la tele, que había escrito dos críticas diferentes sobre la misma. Esta es la segunda. Si es que mi cabeza, mi memoria, están últimamente para lo que están, para no saturarlas más y acompañarla físicamente de sopitas calientes. Puede resultar un curioso ejercicio de ver lo que acaba predominando en ambos o qué aspectos son los que no se olvidan cuando te gusta una obra de arte, del tipo que sea. Al menos, así lo veo o interpreto. He querido respetar las dos tal cual (por cierto, publicadas en este mismo periódico, respectivamente, el 5 de abril y el 11 de noviembre de 2013):

Una de esas debilidades que albergo en un lugar preferente de mi corazoncito. Tengo muchas, esa es la verdad. Esta es una de las que me provocan lagrimitas con más facilidad. Precisamente en el momento de su estreno fueron varios los colegas que le reprocharon eso, su tono sentimentaloide, ternurista y bienintencionado. Mi discrepancia es total. A mí me parece sentimental en el mejor de los sentidos, capaz de provocar una emoción legítima y sin complejos buenistas.

Parece que en el momento que se trata un asunto de discapacidad hay que pedir disculpas por partir de premisas que de salida encogen esa víscera que nos hace mucho más humanos. No lo veo así, lo importante es cómo se modula ese material. Y en este caso, ese tono de melancolía y lirismo bucólico aquí aplicado, me parece de lo más oportuno. Muestra una gran sensibilidad para diálogos, pequeños detalles y actuaciones, A propósito de esto, los dos chavales protagonistas llevan a cabo un trabajo ejemplar y conmovedor, Joseph Mazzello y, sobre todo el diminuto Ian Michael Smith como Simon Birch. Pero no se descuiden tampoco la fenomenal interpretación de Ashley Judd, como madre del amigo de Simon.

Buen material literario de partida (una novela de John Irving), magnífica banda sonora de Marc Shaiman, que contrapuntea adecuadamente los momentos más emotivos y una excelente dirección de Mark Steven Johnson son blasones que puede lucir esta producción estadounidense de 1998.

No demasiado reivindicada ni conocida, yo al menos les puedo asegurar que proporciona un rato de gratísima, de feliz y emotiva contemplación. Ante propuestas de este tipo, es cuando cobra realmente sentido ejercer la crítica cinematográfica, por aquello de informarles y descubrirles películas que por un motivo u otro pasaron desapercibidas.