Foto: Priscilla Delgado,Maribel Verdú y Antonio de la Torre en Abracadabra/Abracadabra
-La “película del verano”, “la mejor española en lo que llevamos de año”, “magistral ejercicio”, “magnífica, brutal” son algunos de los abundantes calificativos positivos que ha recibido ABRACADABRA (ABRACADABRA) por la mayor parte de mis colegas:
No albergaba pues ninguna duda sobre el estreno elegido como el principal de este fin de semana, acentuado por el hecho de que me atraía enormemente que viniera firmado por quien viene y porque el resto, los otros dos, ATÓMICA y el último y temible episodio de TRANSFORMERS, no parecen a priori que puedan resultar rivales. Pues bien, qué quieren que les diga… iba con muchas ganas de que me gustara por esos y otros diversos motivos y lo ha hecho solo en parte… y un tanto moderadamente.
Es una comedia dramática, hipnótica en palabras de su autor, rara, excéntrica, estrafalaria, castiza, curiosa, a la que no le acabo de coger definitivamente el aire, pero de la que por supuesto alabo cierto atrevimiento e imaginación al mostrar ese todavía tristemente machismo carpetovetónico, válido por supuesto al de cualquier otra latitud, pero presentado aquí con unos rasgos inequívocamente autóctonos, muy enraizados en el lugar.
Bien que siento que este tercer largometraje de uno de los cineastas ibéricos más brillantes en la actualidad, el bilbaíno Pablo Berger, me haya dejado por momentos cusí cusá, sobre todo en lo que a su tramo final se refiere. El firmante de la notable TORREMOLINOS 73 y de la extraordinaria BLANCANIEVES hace aquí el trabajo suyo que menos me gusta hasta la fecha lo que no evita que le reconozca una serie de cualidades y que obtenga el aprobado. Entre las mismas se encuentran ese retrato costumbrista de una España cañí, casposilla y picaresca. Es en ese aspecto cuando alumbra sus mejores momentos, me refiero al comienzo y a la parte central.
Su mayor problema estriba en esa hibridación de géneros que, en algunas otras veces en la historia ha salido bien, pero que en otras, como es el caso, se queda a medio camino. Comedia, fantástico, drama, terror, musical, género social se entrecruzan y se solapan dando lugar a veces a escenas o a personajes ridículos. Estoy pensando en ese individuo de la inmobiliaria que me resulta grotesco, pese al tono de astracán que gasta la película, o el del vidente encarnado por José María Pou, que por mucho que trate de emparentarse con el representado en BLANCANIEVES, un individuo golfete, trapacero, tan consustancial al paisaje de la piel de toro, no alcanza el mismo calado que en aquélla.
Y de acuerdo en que ese personaje urbano y esa fauna tiene su encanto irónicamente demodé que no acaba de ser aprovechado del todo. Esos ya retirados autobuses rojos de la EMT, esas bodas horterillas con sabocillo macramé, esas chonis abducidas por machos cavernarios, esos falsos dentistas vende humos, la M-30, esas cafeterías tan de estos lares, pongamos del Madrid más periférico, la Nebraska sin ir más lejos, conforman un paisaje singular y con atractivo que por momentos me remite a influencias con acento hispano de lo más variadas. Como Berlanga o el Almodóvar de ¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO? (pienso que en cualquier momento podría aparecer una pata de jamón justiciera), pasando trabajos recientes de un paisano del director, Álex de la Iglesia, como MUERTOS DE RISA, MI GRAN NOCHE, EL BAR o incluso su aportación más redonda hasta la fecha, EL DÍA DE LA BESTIA. Habrá que estudiar este fenómeno de directores vascos ejecutando disecciones sobre una españolidad de raíces profundas.
Al igual que en estas últimas la iconografía de décadas no tan lejanas, pongamos que de los 80, vuelve a cobrar relevancia. Por ejemplo la ambientación, la música de Camilo Sesto o esos pajaritos de María Jesús y su acordeón que tantas bodas de pandereta adornaran en un pasado de casi hace media hora.
Pero lo mejor, no tengo al respecto ninguna duda, vuelve a ser Maribel Verdú. Lo borda como esa poligonera ama de casa hastiada de un individuo básico, salvaje, impositivo, como el interpretado con chispa y gracia agria por Antonio de la Torre. Encarna perfectamente a esa mujer hipnotizada por un tarugo, precisamente la hipnosis acaba erigiéndose en figura metafórica. Y es que, principalmente, ABRACADABRA viene a ser una elegía de la emancipación y una crítica esperpéntica al machismo más primario y demoledor. Lástima que las escenas culminantes para apoyar la catarsis me resulten tan tontuelas. Tampoco creo que el personaje de José Mota haya sido exprimido como se merecía.
Vale más como propuesta descriptiva que eminentemente narrativa, con una planificación cuidada y elaborada. Lo que queda claro es que exuda cinefilia por los cuatro costados, a las referencias anteriormente señaladas, añadan las del cine de Kubrick, Woody Allen y su LA MALDICIÓN DEL ESCORPIÓN DE JADE o la mismísima UN ESPÍRITU BURLÓN –basada también en una premisa espectral- de Noel Coward.
En fin, ustedes mismos, déjense guiar por su propio instinto, pues soy consciente que en esta ocasión puede que mi punto de vista no goce del refrendo de muchos de ustedes.
PD: Parece ser que el proyecto nació de una sesión de hipnotismo a la que asistió Berger con un amigo hace 30 años.