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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Martes, 21 de marzo

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Foto: Robert Carradine, David Carradine, Randy Quaid, Stacy Keach, James Keach y Keith Carradine en Forajidos de leyenda/The long riders

-Que no falten nunca un par o tres de grandes western norteamericanos, aunque los haya visto algunos docenas de veces, en mi menú cinematográfico de cada mes. Me resultan imprescindibles. La mayoría pertenecientes a la etapa clásica, a la edad dorada, pero también incluyo unos cuantos más relativamente recientes, como el que comento a continuación, FORAJIDOS DE LEYENDA (THE LONG RIDERS):

Uno de los cinco más grandes de la década de los 80, con EL JINETE PÁLIDO de Eastwood, por poner otro ilustre ejemplo.

Para el comienzo en esta ocasión de mi comentario, voy a tirar de un trocito –va entrecomillado- del expuesto por un colega tras su estreno. Lleva la firma del añorado crítico y poeta Manolo Marinero. Recurro porque me parece agudísimo, hondo y porque lo suscribo al cien por cien.  

FORAJIDOS DE LEYENDA cuenta que no se puede disparar por detrás, que no se puede disparar a bulto, que no se puede disparar con ventaja, que no se pueden hacer alardes de peligroso con las armas de fuego, que no se puede disparar por calentura adolescente, que se debe a toda costa evitar disparar. El filme tiene y defiende el respeto por la dignidad humana…  

Esta película súper violenta es una lección. Ninguno de sus personajes positivos mata por las malas ni por las buenas, ni por estrategia ni por táctica, ni por gusto. Dispara por defenderse de su miseria y pobreza. Al fin y al cabo, los bandidos que aquí salen –los personajes auténticos- eran militares de verdad, militares auténticos, educados en un código de honor. No eran falsos internacionalistas ni verdaderos nacionalsocialistas, sino caballeros abanderados y, por necesidad, bandidos”.  

Tomo de nuevo las propias riendas. Fue uno de mis tres estrenos favoritos de 1980, junto a TORO SALVAJE y ASALTO A LA COMISARÍA DEL DISTRITO 13. Este memorable western trata de la readaptación, más bien la falta de ella, de muchos individuos tras la finalización de la Guerra de Secesión de los que acabarían conformando la mayor parte de los actuales Estados Unidos. De cómo a muchos no les quedó más remedio u optaron por el bandolerismo. Lo hace con un tono crepuscular  realista, un tono teñido de desencanto y melancolía.  

Vuelve a constituir un trabajo excepcional de un cineasta (y magnífico guionista) que a muchos nos hizo creer que podría haber sido el sucesor natural de John Ford. De Walter Hill. Un tipo que comenzó una de las carreras más fulgurantes que yo recuerde en esto del Séptimo Arte, para al cabo de doce años, comenzar una súbita caída en picado que lo alejaría considerablemente de tales consideraciones. Aún así, de esa primera etapa ha dejado un buen puñado de escuetas obras maestras: EL  LUCHADOR, DRIVE, THE WARRIORS (LOS AMOS DE LA NOCHE), LA PRUEBA, LÍMITE: 48 HORAS, CRUCE DE CAMINOS, DANKO: CALOR ROJO, JOHNNY EL GUAPO, CALLES DE FUEGO y ésta.  

THE LONG RIDERS, o algo así como JINETES DE FONDO, tal es su título original, es un verdadero y tardío regalo para los amantes del género, en torno a esos forajidos del sur de Missouri que hacían incursiones en el victorioso Norte, en Minnesota. Sobre legendarios asaltantes de trenes, como los hermanos Jesse y Frank James.  

Esta es una ejemplar, robusta y noble película de acción. Es un regalazo, por detalles por ejemplo, como esa reunión de hermanos auténticos en la vida real interpretando a los protagonistas: los Carradine (David, Keith y Robert), los Quaid (Dennis y Randy) y los Keach (Stacy y James).  También aparecen los Guest (Christopher y Nicholas). Cuatro sagas nada más ni nada menos de hermanos auténticos en la vida real.

Su fidedigna y escrupulosa ambientación del lejano Oeste, su turbulenta atmósfera es uno de los tantos atributos que exhibe sin tontas pretensiones, desde la dignidad y la justeza hacia sus criaturas y su paisaje, desde la enorme capacidad para aunar espectáculo e intimismo.  

Definitivamente, cuánto lamento el ocaso experimentado por Hill, uno de los directores que más feliz me hizo durante mucho tiempo con cada nuevo trabajo que estrenaba durante –preferente y masivamente- la década de los 80, en un período de mi vida tan complicado como el de cualquiera pero fundamental, aquél en el que uno comienza a dejar atrás la adolescencia y se imbuye en la agitada juventud, aquél en el que vamos  cincelando ya un tanto nuestra personalidad. Su ética, su forma de hacer cine, contribuyeron decisivamente a que disfrutara más de la vida y creo que a ser mejor, como suele suceder con todo el que es verdaderamente grande.

Vibrante desde la serenidad, la pausa explosiva y un reconfortante, saludable clasicismo revisionista.

-Tenía mucha curiosidad ante la propuesta de una película tan difícil comercialmente como la que supone EL FUNDADOR (THE FOUNDER), saber cuál sería esta vez la respuesta de los aficionados ciudadrealeños y los abundantes devotos de Versión UCLM:

Pues que quieren que les diga, sé que esto algún día se acabará, pero no tengo más que reiterados motivos de sentirme dichoso, feliz, ante una concurrencia tan nutrida. Ya saben lo que vengo proclamando en tantas ocasiones, 100 asistentes a películas tan “difíciles” comercialmente como ésta resultan casi más gratificantes que los llenazos de LA LA LAND y MOONLIGHT que, prácticamente, se venden solas.

Apostilla:

Es un protagonista y una película antipática en el mejor sentido del término. Con la que cuesta empatizar con el primero, nada ejemplar o sí, según a qué aspectos o rasgos empresariales de su figura acudamos.

El fundador, que no el creador, de McDonald´s se nos revela como un individuo prototípico de la mítica estadounidense, con sus luces y sus sombras, pero sin escrúpulos. Tan ruin y ambicioso como el encarnando por Leonardo DiCaprio en EL LOBO DE WALL STREET. Un tipo caprichoso que no repara en barras cuando se propone algo (el negocio discretamente floreciente de dos hermanos, la esposa pianista de un asociado…). Lástima que no se apure aún más el vitriolo en su persona y en la radiografía que hace de una sociedad estadounidense, que como bien apunta Luis Martínez, “ha hecho de la basura su razón de ser”. No quiero imaginar lo que hubiera hecho Billy Wilder con una historia de estas características (estoy pensando en el de EL GRAN CARNAVAL).

Pero no quiero ser injusto ni con el espíritu de la propuesta ni tan siquiera con el destinatario de la atención permanente. También nos habla de un emprendedor en toda regla, de esos tan típicos en la latitud y ambientes aquí reflejados, de los hechos a sí mismos. Que tiene claro, con bastante lucidez y clarividencia, que la persistencia, la perseverancia, es más importante que el talento, la inteligencia, la cultura o la educación.

Michael Keaton borda a este “héroe” de los negocios, este “padrino de la comida rápida”, como también ha definido certeramente Peter Travers en Rolling Stone. Muestra las adecuadas dosis de oscuridad y perversión para hacerlo francamente cinematográfico, muy atractivo.

Como contraste, esos dos hermanos verdaderos responsables del invento, uno de los cuales ha sido definido con gran precisión, como de mirada bovina. Están formidables John Carroll Lynch y Nick Offerman. Y también Laura Dern en tres o cuatro apariciones. La breve escena que protagoniza con Keaton en la que éste le solicita el divorcio es magnífica no diciendo ella ni pío.

Y me gusta mucho el ritmo plácido que imprime su director, John Lee Hancock, todo un retratista de iconos y arquetipos preferentemente del Medio Oeste (Middle West), lo cual no está reñido con la amenidad a la hora de mostrar la trastienda de un imperio comercial, de su génesis, de su funcionamiento. La descripción de esos ambientes rurales, tan estadounidenses, es cierto que bien podrían beber en las ilustraciones, las fotografías y las pinturas de Norman Rockwell.

Carlos Boyero la ha definido muy bien… curiosa, inteligente. A lo cual añadiría de mi cosecha, vistosa, valiosa, a tener en cuenta.

Una grata sorpresa, reafirmada con este nuevo y reciente visionado.

Frases:

“McDonald´s será la nueva iglesia norteamericana… y no abrirá solo los domingos” (Michael Keaton)

"Un contrato es como los corazones, se pueden romper" (Michael Keaton) 

Diálogo:

“-¿Cuándo será suficiente para ti? –Puede que nunca” (Laura Dern y Michael Keaton)