Foto: pinterest.com (de la película Siete novias para siete hermanos/Seven
-La madrugada cinematográfica la hago ligera, tanto por el género elegido, comedia musical antañona, como por la duración, poco más de 80 minutos. Se trata de JACK Y LAS HABICHUELAS MÁGICAS (JACK AND THE BEANSTALK):
El cauce vuelve a ser La Regional.
Inofensiva, candorosa, vetusta, surrealista, y aún así, resulta una simpática -siempre que sea contemplada con ojos muy condescendientes y remotos- y “kitsch” versión del cuento anónimo de origen inglés, muy famoso en ámbitos anglosajones.
La mayor sorpresa que ofrece procede de que el héroe está encarnado por el miembro bajito y rellenito de la popular pareja cómica de los años 40 Abbott & Costello. Es precisamente Bud Abbott el que se calza en sus mallas. El otro, Lou Costello, del que hace poco nos enteramos muchos que era originario de Paterson (New Jersey) gracias a la película del mismo título, se enfunda en la piel de un codicioso carnicero en busca de la gallinas de los huevos de oro.
Constituyeron una variante de los mucho mejores y más célebres Laurel y Hardy, el Gordo y el Flaco. Y es verdad que durante la década de la Segunda Guerra Mundial y la siguiente, llevaron la alegría a millones de espectadores en su país natal, Estados Unidos. Algunos buenos cinéfilos los recordarán los que tal vez sean sus más altas cotas de eficacia cómica, AGÁRRAME ESE FANTASMA y CONTRA LOS FANTASMAS, aunque la mayoría de sus títulos no vieron suelo español. Pero también los pueden recordar por otras entregas, como ABBOTT Y COSTELLO EN HOLLYWOOD, ABBOT AND COSTELLO MEET THE KILLER o ABBOT AND COSTELLO IN THE FOREIGN LEGION.
Su estilo ha quedado en gran parte superado, pero sus toques de mimo continúan seguramente resultando de lo más efectivos entre los más pequeños, aunque dado a la velocidad que avanzan en cuanto a tendencias y la influencia de las actuales tecnologías, vayan ustedes a saber.
El caso es que en esta muestra liviana de su estilo quedan en evidencia sus limitaciones y virtudes. Insisto, resulta conveniente visionarla con ojos de otros tiempos y del momento, pues si no la decepción será inevitable. Un poco como sucede actualmente con las producciones de Bob Hope, Danny Kaye e inclusive el primer Jerry Lewis, todos ellos comediantes de primera línea en su momento, pues también el sentido del humor sufre transformaciones y queda desfasado en base a los nuevos tiempos y avances.
Al igual que en EL MAGO DE OZ, y sin por ello comparación alguna posible, aquí la (gris) realidad es presentada en blanco y negro, pues se introduce un preámbulo –y un epílogo- moderno, y la ensoñación, que ocupa la mayor parte del metraje, es en color. El final entronca con ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS en cuanto a la asociación de los personajes fantasiosos con el entorno que rodea a los protagonistas.
Prepárense, eso sí, para encontrarse con una narración en la que cabe de todo: mímicas de lo más bufonescas, princesas impetuosas y príncipes melifluos y cantarines, gigantes torpones, bailes casi de tarantelas, huevos explosivos, arpas parlanchinas, huevos explosivos… Todo cabe en este cajón de sastre y en esta particularísima, y probablemente también periclitada salvo para los que nos manifestamos irredentos nostálgicos, adaptación de la fábula.
-Recupero de La Regional una comedia vista hace escasas fechas dentro del espacio El callejón de las maravillas. Lleva la firma de uno de los tres directores más exquisitos y elegantes que ha dado la historia del cine, Vincente Minnelli. Su título, EL PADRE DE LA NOVIA (FATHER OF THE BRIDE):
Nada que ver con la no del todo molesta payasada en color interpretada por Steve Martin cuarenta y un años después.
Esta es la versión fetén, la buena, la de Spencer Tracy y una jovencita y ya rutilante Elizabeth Taylor. También la de la “femme fatale” aquí reconvertida en esposa de la burguesía, la fascinante Joan Bennett, aquélla mujer de auténtica perdición en LA MUJER DEL CUADRO y PERVERSIDAD.
Parte de una situación de lo más reconocible y empática, como puedan ser los previos y los preparativos que origina la boda de la hija mayor de una familia de clase media estadounidense tirando a alta. Aunque la posición económica fuera inferior, en lo sustancial los problemas y situaciones a las que da lugar este hecho son perfectamente entendibles por todos. Además, tira de un suave y agradable sentido del humor. Es fácil entender la desazón del susodicho padre en cuestión, sensacionalmente interpretado por el genial Tracy. Él es el principal foco de atención… y exhibe toda una serie de recursos interpretativos que demuestran el porqué de su grandeza.
Como tal comedia, los enredos y equívocos están presentes en todo momento, pero con un toque especial, distinguido, sofisticado, propio de su director, que le sirvió de entremés mientras preparaba una de las que serían una de sus –muchas- obras magnas, UN AMERICANO EN PARÍS.
Resulta deliciosa su “sencilla” puesta en escena, su gusto por el detalle, la elegancia natural sin ampulosidad que destila, la buena química entre los actores, ese carácter familiar nada ñoño e inteligentemente crítico, pues de alguna manera radiografía a toda una capa social.
Tuvo 3 nominaciones a los Oscar, a la mejor película, al mejor actor y al exquisito, maravilloso guión de Frances Goodrich y Albert Hackett. Tal fue su éxito que originaría una secuela al año siguiente, EL PADRE ES ABUELO (FATHER´S LITTLE DIVIDEND).
Un divertimento para todos que no ha pasado de moda pese a los 65 años transcurridos o acumulados entre sus porosos fotogramas (los de antes, claro, considérenlo una metáfora de alguien ya mayor).
-13 TV vuelve a amenizarme en la sobremesa con un clásico indiscutible, incontestable, de la comedia musical, SIETE NOVIAS PARA SIETE HERMANOS (SEVEN BRIDES FOR SEVEN BROTHERS):
Hasta la calefacción se dispara sola con el dinamismo de esta joya del Séptimo Arte.
Tal vez su único inconveniente hoy en día proceda del material argumental de partida, esa actualización –en el momento de su producción- del rapto de las sabinas (acontecimiento inspirado en la novela THE SABBIN WOMEN de Stephen Vincent Bennet). Hoy en día son muchas –y muchos- las que pondrían el grito en el cielo, con toda razón, pero 1) hay que situarse en la fecha en que transcurre la historia, y 2) tampoco es para exagerar más de la cuenta dado su tono amable y festivo. Sin duda ello no obvia que posiblemente en el contexto actual, este tratamiento podría ser considerado políticamente incorrecto. Y conste que en manera alguna pretendo frivolizar con el asunto.
Me centraré en el soporte fundamental de esta vitalista, resplandeciente, colorida, pletórica producción Metro Goldwyn Mayer. En esa recreación de tiempos de rudos pioneros y leñadores bailarines resuelta con la mayor de las energías y de los talentos.
Su dirección, sus números musicales –no se olvide a Michael Kidd- fueron confeccionados por un joven profesional no solo descollante sino verdaderamente genial. Alguien que con tan solo 28 años había realizado –solo dos antes que esta otra genial muestra- la que tal vez pueda considerarse la obra capital del género, CANTANDO BAJO LA LLUVIA. Me refiero a Stanley Donen, el de CHARADA, UN DÍA EN NUEVA YORK, ARABESCO, SIEMPRE HACE BUEN TIEMPO, JUEGO DE PIJAMAS, DOS EN LA CARRETERA, INDISCRETA… No hace falta que siga, ¿verdad?
Desde su inicio, desde ese reciote Howard Keel entonando BLESS YORE BEAUTIFUL HIDE, hasta esos GALANTEOS que Jane Powell, la esposa buscada, enseña a los rudos hermanos, pasando por ese LAMENTO invernal de los hermanos, o por esos trinos primaverales, SPRING SPRING SPRING, culminando en una secuencia central –ya sé que abuso del término en exceso- verdaderamente antológica, como la del baile de la construcción del granero, uno de los hitos insuperables en dicho terreno, todo rezuma alegría de vivir a raudales, entusiasmo, buen rollo, ritmo y regocijo.
A propósito de esta última secuencia, compruébese el cuerpo de gominola que poseía el elástico no, lo siguiente, Russ Tamblyn (Gideon), presente también en otros hitos del género como WEST SIDE STORY, EL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS HERMANOS GRIMM o EL PEQUEÑO GIGANTE (PULGARCITO).
Hace gala de un humor que, en cualquier momento, pero sobre todo en tiempos agitados se hace más necesario que nunca.
No quisiera concluir sin señalar que obtuvo un Oscar a la mejor banda sonora musical, el único de los cinco a los que optaba. Y que una de las “brides”, la más largirucha, Julie Newmar (Dorcas), es la misma a la que hacían mención en la agradable A WONG FOO, GRACIAS POR TODO, JULIE NEWMAR, una producción surgida al amparo de LAS AVENTURAS DE PRISCILLA, REINA DEL DESIERTO.
Confieso que se encuentra entre mis diez musicales favoritos de todos los tiempos.
-El segundo estreno del fin de semana relativo, pues el día de Nochebuena no abrieron lógicamente las salas de cine, lo veo este martes. Me hacía el remolón pero no quedaba otra. Mis temores eran fundados, BELLEZA OCULTA (COLLATERAL BEAUTY), vuelve a constituir la constatación de que la carrera de Will Smith lleva un tiempo deslizándose por la pendiente:
Le otorgo un 2, que en mi particular y juguetón lenguaje de calificaciones supone un suspenso, pero no es horrible… algo es algo.
Pasa como mayor inconveniente que esta película la he visto otras muchas veces, de otras maneras pero bastante más afortunadas, desde ¡QUÉ BELLO ES VIVIR! hasta FAMILY MAN, pasando por todos los CUENTOS DE NAVIDAD que quieran y hasta por CITY OF ANGELS. Cuando la vean, si deciden así hacerlo, entenderán a qué me refiero. No puedo descubrir mucho más.
Decía al comienzo que la trayectoria del simpatiquísimo y eficaz protagonista de EL PRÍNCIPE DE BEL AIR, ha sufrido en los últimos tiempos un importante bajonazo. Esta producción es buena prueba de ello. Supongo que en su ánimo intentaba recuperar éxitos de un pasado no tan lejano como EN BUSCA DE LA FELICIDAD o SIETE ALMAS. Pero en esta ocasión el empeño resulta fallido. Todo se queda en una mera operación de marketing y diseño… y ni tan siquiera en estos terrenos ofrece algo resultón.
La mayor parte de su metraje me resulta agotador, falsamente esforzado, falto de verdadera densidad emocional, de un insustancial y vacuo manual de buenos sentimientos, pastosamente sensiblero, sin fuelle.
Supongo que las intenciones eran las mejores por parte de sus creadores, pero ya saben que de las mismas está repleto el empedrado de los fiascos y desastres cinematográficos.
No es que no se pueda ver, eso no, presenta una ambientación neoyorquina de lo más agradable, agradezco el bullicio de la gente como telón de fondo, pero todo está sometido a una superficialidad y banalidad más bien insustanciales.
El semblante de Smith me enoja por momentos, me resulta impostado más que emotivo. Esas “buenas gentes” que tratan de ayudarle no tienen gracia alguna, y por ésta no me refiero a que me hagan partir de risa, sino a espíritu, a donosura, a verdadero ángel.
Parece mentira que el director David Frankel dirigiera la muy burbujeante y animosa EL DIABLO VISTE DE PRADA. O inclusive UNA PAREJA DE TRES. Puede que le siente mejor la comedia que el drama.
Su propuesta acaba reducida a unos cuantos clichés, frases demasiado hechas, sentimentalismo de garrafón y poca chicha, la verdad. Además, por si todo esto no les valiera, les informo que exhibe un mayor, un craso pecado… es aburridilla.
Frases:
“Busque la belleza colateral, está oculta” (Helen Mirren)
“Nadie está realmente muerto si deja un buen recuerdo” (Helen Mirren)
-Concluyo tan cinematográfico día de manera musical, pero relacionado ello con el Séptimo Arte. Asisto al estupendo concierto de los célebres Chicos del Coro -la Coral de Saint Marc- que cobraron fama mundial a raíz de la película de idéntico título:
Creo que sobra decir que la dicha estaba garantizada. Magnífico aspecto el presentado por el Teatro Municipal Quijano de la capital ciudadrealeña.
Extraigo una valiosa información de la publicidad: “Fundada en 1986, la Coral de Saint Marc pasó a formar parte de la élite de la música coral a nivel mundial gracias a la interpretación de las canciones de la película LOS CHICOS DEL CORO en el año 2004 de cuya banda sonora se vendieron más de cuatro millones de CD y fueron nominados al Oscar.
La coral nación en Lyon a petición de un joven profesor de música llamado Nicolás Porte que desde el primer día tomó las riendas con mano firme volcando toda su ilusión en la música coral y la educación musical de los niños. El punto de inflexión vino al ganar el certamen que les convirtió en intérpretes de la famosa película y hasta hoy, donde la demanda de plazas para entrar en la coral está saturada (el número máximo de cantores admitidos es de 85 de los que 30 viajan en las giras rotando sus integrantes).”