Foto: estonianworld.com (de la película 1944)
-Tercero de los cuatro estrenos aterrizados este fin de semana en el Complejo de Ocio Las Vías. Una muy grata sorpresa la del drama antibelicista 1944 (1944) de Elmo Nüganen, nominada, entendiblemente, al Oscar a la mejor producción de habla no inglesa:
Lástima que tenga ya cerrada la programación de Los Jueves al Cine porque merecería figurar en la misma.
La pequeña república báltica de Estonia lleva un par de años ofreciendo al menos una reconfortante aportación cinematográfica por temporada. Las dos dentro de un mismo terreno, el de la contienda bélica. El año pasado fue la estupenda MANDARINAS en salir a escena, ambientada en pleno conflicto abjasio (el entablado entre la también ex república soviética Georgia y los independentistas de una de sus regiones). La segunda ésta, una visión desoladora y desencantada del grave dilema que sufrieran sus habitantes, civiles la mayoría, durante la Segunda Guerra Mundial, al verse bien sometidos por los nazis o por los comunistas.
Ambas cuentan con un denominador común, un nombre propio, el del profesional autóctono Elmo Nüganen, uno de los coprotagonistas de la primera, director en esta que aquí me ocupa. Constituye su segundo trabajo tras las cámaras, tras su debut hace ya catorce años con NOMBRES DE MÁRMOL (NIMED MARMORTAHVLIL), un drama también bélico, o histórico si prefieren, centrado en la Guerra de Liberación (1918-1920) de su país, lo que traería al mismo su primer período de independencia respecto a Rusia. Como podrán comprobar, presenta unos cuantos puntos de contacto con 1944.
Para entender los tiempos actuales, una porción claro, y los referidos a la Europa del Este, no está nada mal, aparte de ser un ejercicio muy entretenido, echarle un vistazo a esta película, o a su antecesoras, las anteriormente citada NOMBRES EN MÁRMOL y MANDARINAS, o las extraordinarias EL PIANISTA de Roman Polanski y KATYN de Andrzej Wajda.
La opresión totalitaria proveniente de izquierda o derecha, lo mismo da que me da lo mismo, pero sobre todo de la primera en lo referido al otro hemisferio de nuestro continente, fue moneda corriente en el pasado siglo y trajo innumerables lodos, todavía no solidificados ni cerrados varios de ellos (véase lo sucedido recientemente en Ucrania o Georgia).
Pero el espíritu principal que anima, o así lo veo yo, a esta notable producción es el de hacer un canto contra las guerras y las situaciones atroces, también disparatadas, que generan. Y casi siempre estériles. La propia película no lo oculta, muestra una clara vocación antibelicista apelando al espíritu de Erich Maria Remarque, autor de las espléndidas novelas, magistralmente llevadas a la gran pantalla, SIN NOVEDAD EN EL FRENTE y TIEMPO DE AMAR, TIEMPO DE MORIR (mi favorita de siempre dentro de estos registros).
Advierto en alguno de sus pasajes, como en la huida a pie de lo civiles mientras sufren bombardeos aéreos, ciertas connotaciones con una coetánea suya, estrenada hace menos de dos mese, la francesa de casi idéntico título y también reveladoras intenciones, MAYO DE 1940. Pero esta que aquí comento la supera en garra, fuerza e intensidad narrativa; la otra me acabó resultando un poco plomo, aunque resulte correcta y se deje ver.
El estilo descarnado, realista, muy efectico con el que aborda Nüganen las notables secuencias bélicas, le confiere un tono de considerable autenticidad. Tampoco exageraré sus cualidades, pues entonces las aportaciones de maestros del género como Fuller, Wellman, Walsh, Peckinpah, el mismo Spielberg, tendrían que alcanzar calificaciones estratosféricas.
Supone un muy buen documento de eminente vocación humanista, como atestigua su brillante final. Y esa pirueta que tiene preparado su guión a mitad de metraje, que incide en contrastar diferentes puntos de vista para llegar a una misma verdad, merece aplauso.
-Los Clásicos del Deicy presenta esta noche uno de los más recientes en el tiempo, está fechado en 1989, pero como dejé claro en mi primera salida a escena hace cuatro años y medio, caben todos los comprendidos entre 1900 y 1999. Se trata de una producción estadounidense –otras más y van…- que toca mis fibras más sensibles de manera especial, LOS FABULOSOS BAKER BOYS (THE FABULOUS BAKER BOYS):
Para ser la época del año que es, disuasorio verano para acercarse a locales cerrados, aunque el aire acondicionado resulte en estas fechas una bendición, la convocatoria no ha pintado nada mal.
Adoro esta dura y romántica película. Me parece una de las más grandes paridas en el poco más del último cuarto de siglo. Y con un mérito añadido, ser un proyecto concebido desde presupuestos nada ostentosos ni pretenciosos, sí en cambio tremendamente talentosos.
Siempre he creído que hay películas según las estaciones del año, no todas, solo algunas. Esta podría cuadrar perfectamente en el otoño o el invierno, pues trata de vidas crepusculares y de sueños desvanecidos, algo asociados a esas épocas, pero como es tan extraordinaria, cualquier momento es bueno para acudir, para dejarse mecer por ella.
Trata de los encuentros y desencuentros afectivos y profesionales de dos veteranos hermanos pianistas y de una tercera en discordia, una sensual cantante, Susie Diamond, a la que la vida también ha hecho mella y con la cual esperan volver a reiniciar esplendores pasados, pues hace tiempo que han iniciado una trayectoria descendente.
Los protagonistas masculinos están encarnados, a su vez, por dos hermanos en la vida real, los verdaderamente fabulosos –sobre todo el segundo- y brillantes Bridges, Beau y Jeff (de casta les viene a los galgos, hijos del excelente secundario Lloyd Bridges). Llevan a cabo un trabajo excepcional, pero lo de Jeff viene siendo un escándalo de bueno desde sus mismos inicios (THE LAST PICTURE SHOW, FAT CITY) hasta el punto de convertirse en uno de mis tres-cinco favoritos desde hace tiempo.
Y luego está ese tercer vértice. Qué puedo contar a estas alturas de una mujer tan hermosa, adictiva, deseable como Michelle Pfeiffer, aquí probablemente, saliendo más guapa y luminosa que nunca, en todo su esplendor físico y profesional. El año anterior a este rodaje acaba de obtener su primera nominación al Oscar como mejor característica por su fascinante y delicada Madame de Tourvel en LAS AMISTADES PELIGROSAS.
Por su intervención aquí cosecharía en 1989 casi todos los premios habidos y por haber (el Globo de Oro, el de la Crítica de Nueva York, etc.), salvo precisamente la estatuilla dorada, aunque sería nominada por segunda vez consecutiva. En esa edición fue a parar a la ya muy veterana Jessica Tandy, algo no diré que no fuera justo, pero creo que el factor sentimental, como en otras comprensibles ocasiones, pudo más que el hecho de la interpretación más fulgurante de la rubia actriz de magnéticos ojos. Y es que Pfeiffer está casi insuperable.
Precisamente protagoniza una imagen/secuencia que se ha quedado grabado fija, permanentemente en mi retina, seguro que hasta el final de mis días si no pierdo la chaveta. Aquélla impagable en la que canta el número MAKIN´WHOPEE, enfundado en un ajustado y sexy vestido rojo de tafetán mientras se desliza por encima de un piano. Es uno de los momentos más sensuales de la historia del cine.
Otro factor determinante del carácter excepcional de esta maravilla es su director, Steve Kloves, lamentablemente no demasiado reincidente en esto de ponerse tras las cámaras. Con solo dos trabajos en su haber, éste de 1989 y el igualmente soberbio COMO UÑA Y CARNE de 1993, ha demostrado una personalidad singular y apasionante. Como guionista, aquí también lo es, ha demostrado ser uno de los mejores de las dos últimas décadas del pasado siglo. Suyos son los libretos de la deliciosa ADIÓS A LA INOCENCIA, JÓVENES PRODIGIOSOS e, inclusive, de la muy atractiva saga de HARRY POTTER.
Esta vez nos regaló su criatura más querida, o así me lo parece. Un agridulce, irónico, tierno, retrato de perdedores de dureza frágil, existencias fracasadas, tipos alérgicos al compromiso y aferrados a su independencia, individuos pragmáticos, niñas necesitadas de refugios afectivos, naufragios emocionales, descolocados de la vida, mujeres determinadas, enormemente sensuales y entregadas a las mejores causas… Inolvidable.
Apostilla:
Es la cara B del otro sueño americano, precisamente en la celebración de su día por excelencia de tan grandioso país, el 4 de julio.
Me gustaría creer que Jack Baker y Susie Diamond volverán a reencontrarse en algún momento. Que la vida concederá una segunda oportunidad a su incipiente amor. Que los verdaderos sueños musicales se verán hechos realidad. Que la segunda no necesitará de anuncios de gatos, ni de otras especies animales, ni de verduras, para mostrar su talento. Por cierto, qué bien canta Michelle Pfeiffer sin necesidad de sustitutas.
Carlos Boyero la definió certeramente, “Muy romántica, dura, agridulce, sensual, hermosa. Una película que amo”. Suscribo estas palabras al cien por cien. Y la ironía que destila, la amargura, ese resquicio para la posibilidad de algo mejor, la melancolía que baña sus imágenes, la hacen acreedora de esa leyenda que ha ido adquiriendo con el poso que deja el paso del tiempo.
Qué pareja más guapa la que forman Bridges (Jeff) y Pfeiffer, qué buen contrapunto Beau. Qué encantadora esa cría que busca afecto y refugio provisional en el piso de Jack. Qué solos están todos.
Magníficos diálogos o réplicas, como la que le espeta Susie a Jack cuando este comienza a lanzar sus redes para seducirla: “¿No irás a enamorarte de mí, verdad? Quiero decir que no empezarás a salir conmigo y a despertarte sudoroso y a mirarme como si fuera una princesa cuando eructo”. Sin comentarios.
Y es que las criaturas que se deslizan por esta historia de sueños desvanecidos, truncados, se ganan pronto mi comprensión. Vienen de vuelta de muchos reveses, de esos revolcones con los que la vida aprieta.
Tengo la sensación que desde el mismo momento que la vi tuve claro que me encontraba ante un clásico inmediato. Como BLADE RUNNER, BRAVEHEART, CADENA PERPETUA o tantas otras.
Su tono melancólico traspasa la pantalla, me contagia como espectador.
Y si la secuencia, vía travelling circular, de Pfeiffer subida al piano de cola con un flamígero vestido rojo interpretando MAKIN´WHOOPPE, incendia la pantalla, aquélla otra de un Jeff Bridges pillado in situ en su desfogue creativo en un garito, la acaba desgarrando desde la más pudorosa intimidad. Me encanta también la de la azotea, esa conversación entre adulto y cría vulnerable.
Qué bien suenan FEELINGS, MOONGLOW o ese final MY FUNNY VALENTINE de los títulos de créditos, desgranado por la voz aguardentosa de esa abrasiva mujer llamada Michelle Pfeiffer.
Se tiene más que ganado el prestigio del que goza actualmente; es más, ni tan siquiera le hace verdadera justicia a lo enorme que es.
Frase:
“¿No irás a enamorarte de mí, verdad? Quiero decir que no empezarás a soñar conmigo y a despertarte sudoroso y a mirarme como si fuera una princesa cuando eructo” (Michelle Pfeiffer)