Foto: estreetfilmsociety.com (Elizabeth Sellars, David Niven, Robert Helpmann, Charlton Heston y Ava Gardner en 55 días en Pekín)
-Uno de los debuts más ferozmente deslumbrantes, más imponentes, de las dos o tres últimas década fue el del australiano David Michôd en 2010 con ANIMAL KINGDOM:
La veo por segunda vez en mi vida, esta vez en AXN White. La conmoción, el impacto continúan siendo idénticos que cuando la descubrí.
Contiene mucho tonelaje de cine de primera, cortante, expeditivo, de una sequedad narrativa que corta el aire. Su aparente austeridad narrativa no viene sino a ser constituir todo un bofetón en pleno rostro. Ha revitalizado como pocas el género policíaco.
La interpretación de Jackie Weaver como la matriarca del clan de delincuentes, sencillamente sobrecoge, más aún por la amabilidad aparente de rostro y maneras. También pueden encontrarse muchos talentos masculinos procedentes de las antípodas, desde el consolidado Guy Pearce al emergente, explosivo Joel Edgerton
Imprescindible.
-Comienzo la semana con terrores juveniles que no solo no provocan mi rechazo, sino que me mantienen pendiente de la pantalla. Lástima que con tanta bazofia que se estrena, EL BOSQUE MALDITO (THE WOODS) haya sido tan desconsiderada:
Le da sopas con ondas a tanto subproducto amparado por las majors, desde una asumida modestia y destilando encanto a la antigua usanza, sin necesidad de aparatosos y sanguinolentos –algo de hemoglobina hay, eso sí- efectos especiales.
Lástima que en sus diez minutos finales, decida dar un brusco giro hacia registros más gore o cogidos con pinzas, pues hasta ese momento esta apreciable muestra de género, resultaba desazonadora y de lo más sugestiva, pese a algunas inverosimilitudes –siempre desde la aceptación de su propuesta fantástica- que salpican la trama.
Estamos a mediados de la década de los 60 en un aislado internado femenino, sobre el que flota una leyenda asociada a un misterioso bosque que se encuentra justo al lado. Tanto la recreación de época como lo que es la estricta ambientación del internado consiguen un adecuado tono climático.
Seguramente a los amantes del terror más explícitamente grosero o casquero pueda decepcionarles, pero quienes reivindicamos otro más clásico, más estimulante que grotesco, más perturbador que carnicero, disfrutamos con películas como esta, que muestran detrás la buena mano de un director que narra las cosas con estilo. Lucky McKee es su nombre.
Las dos protagonistas, en lados opuestos del espejo, la joven californiana Agnes Bruckner y la veterana y excelente Patricia Clarkson, dotan de desasosegante inquietud a sus personajes.
Ofrece algún sobresalto y relaciones psicológicas tensas (entre madre e hija, directora y alumna, compañera y compañera). Merece la pena, sobre todo si son apasionados de este tipo de asuntos en su vertientes menos vocinglera.
-A altísimas horas de la madrugada asisto extasiado, completamente pegado al pantallón del televisor, al visionado de la extraordinaria NO SE LO DIGAS A NADIE (NE LE DIS À PERSONNE):
Peliculón donde los haya. No me extraña que cosechara innumerables galardones en su momento (4 premios César, entre ellos el de mejor director, el Prix Lumière, el British Independent Film Awards o que Michael Caine la considerara la mejor película que había visto en 2007) y obtuviera tan magnífica respuesta comercial en el país vecino.
Alucinante, incomprensible lo de la distribución en España. Este “thriller”, uno de los mejores filmados en lo que llevamos de siglo XXI, jamás vio la luz en España –de esto hace ya diez años- mientras sí lo hacen semana a semana verdaderos espantajos.
Fue directamente destinada al mercado de dvd, lo bueno es que siempre tendrán la oportunidad de rescatarla a través de los múltiples conductos existentes hoy en día. No dejen de hacerlo y, al contrario de los que nos revela su título, sí realmente les convence díganselo a todo aquellos que puedan y les guste el cine de elevados quilates, adictivo, absorbente.
Es un policíaco potente, enorme, poderoso, pero la sensación final que me queda, es la de ser una maravillosa historia de amor, también de lucha y dignidad, pese a unos cuantos individuos despreciables puestos en liza. Sus giros de guión poseen sentido y atrapan. Es la historia de un médico que ha perdido a su mujer en trágicas circunstancias y que cree reconocerla en un vídeo que le envían anónimamente.
Hace ya tiempo que vengo considerando a su máximo responsable –y también actor, aquí se vuelve a reservar un destacado papel como el hijo pederasta de un millonario-, Guillaume Canet, como uno de los más grandes surgidos en el Viejo Continente en los quince últimos años… y eso que tan solo su filmografía la componen cuatro largometrajes. Tipo muy atractivo y al que envidio profundamente por ser la pareja de la –en todos los sentidos- excelente Marion Cotillard, es el artífice de las igualmente memorables PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA, MI ÍDOLO y LAZOS DE SANGRE.
Se le nota por todos sus poros su amor por la cultura estadounidense, patente en modelos a inspirarse y en extraordinarias bandas sonoras que abarcan todo tipo de tendencias: blues, soul, folk rock… Sirvan como ejemplos dos temas aquí insertados, el FOR YOUR PRECIOUS LOVE de Otis Redding y el LILAC WINE de Jeff Buckley.
Aquí contó por primera vez con su compatriota François Cluzet que, al igual que en la posterior PEQUEÑAS MENTIRAS… vuelve a dar todo un recital de contención expresiva y de forma física. Protagoniza una secuencia de acción rodada de manera impecable y absolutamente convincente.
Extraordinaria.
-Los Clásicos del Deicy se tiñen del mejor aroma de cine de aventuras, acción y romántico, gracias a la febril manera que tenía de rodar Nicholas Ray. Esta vez es la Imperial China de comienzos del siglo XX la que sirve de telón de fondo a 55 DÍAS EN PEKÍN:
Su encanto permanece inmarcesible, tan esplendoroso como en el momento de su estreno.
Realizada en pleno apogeo del imperio Bronston en España, 55 DÍAS EN PEKÍN (55 DAYS AT PEKING), despliega ritmo, espectacularidad, lirismo, épica, emoción, drama, romanticismo…
Y cómo es ese baile nocturno que se marcan Ava Gardner y Charlton Heston al abrigo de una pagoda o algo parecido. O esa preciosa niña china llamada Teresa, necesitada del protector cariño y del refugio paternal. Por ahí pasea también imperturbable elegancia y flema David Niven. Y miles de extras madrileños dan el pego como alborotados bóxers en escenarios de la madrileña Canillas, que recrean con gran fasto la Corte Imperial antes de que Pu Yi fuera el último emperador en ser allí recluido. La británica Flora Robson es la emperatriz de este exultante relato.
Luego está, emergiendo por encima de todos, el siempre incombustible y aguerrido Charlton Heston, ese maravilloso actor norteamericano esculpido en granito, o en mármol si lo que tocaba era meterse en la encarnadura del genial renacentista Miguel Ángel (en EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS), al frente de ese pelotón de Rangers, paseando su porte entre cascotes amurallados y fuego de pólvora indiscriminado, tanta como para segar en un tiro perdido la vida de un crío que comenzaba a dejar atrás la adolescencia.
Comienzo y final resultan trepidantes, en realidad toda la película lo es, salvo aislados remansos amorosos protagonizados por Heston/Gardner o por Niven con su mujer en la Embajada inglesa.
También contiene una memorable y profética frase, “el día en que China despierte, temblará el mundo”.
Y una estupenda y evocadora banda sonora de Dimitri Tiomkin. Tanto la misma como la canción –SO LITTLE TIME, con letra de Paul Francis Webster- obtuvieron sendas nominaciones para los Oscar.
Detrás de esta imponente parafernalia, se encuentra ese objetivo de óptica desesperadamente romántica propia de la cámara de Nicholas Ray, ese poeta enfebrecido e hipersensible, uno de los tuertos de oro del Hollywood más clásico. Capaz de darle cien patadas a la historia (como hiciera el magistral Walsh en esa obra maestra titulada MURIERON CON LAS BOTAS PUESTAS), en aras de un mayor arrebato genuinamente cinematográfico, pues hasta los españoles –concesión supongo que al régimen- aparecemos con una correspondiente embajada en tiempos que nosotros ya iniciábamos retiradas coloniales de otros parajes. Supongo que fueron concesiones al régimen franquista por dejarles rodar en tierras hispanas a precio de saldo y con profesionales autóctonos de lo más cualificados.
Formidable.
Apostillas:
-Revisándola por enésima vez, me doy cuenta de algo que las primeras veces no reparaba tanto sobre su elevado contenido político-social… y de como la historia se repite. De alguna manera lo que aquí se cuenta, constituyó un prolegómeno a lo que vendría después en el siglo XX, las diferentes alianzas entre potencias que desembocarían en dos guerras mundiales.
-Una vez más vuelve a ponerse en liza la cortesía británica frente al pragmatismo norteamericano. Es fácil ser diplomático y progresista cuando son estos quienes acaban sacando las castañas del fuego, haciendo el trabajo sucio.
-Se recoge un episodio histórico, la revuelta bóxer en el verano de 1900. Y la consiguiente Alianza de los Ocho… las principales potencias mundiales existentes en el mundo de ese momento.
-Vuelve a ser admirable como una producción norteamericana recoge las razones del opuesto, del enemigo. El día que vea en España una película “de izquierdas” entendiendo las posturas contrarias o a la inversa, volveré a creer en mi querida España.
-El hecho de que figure la bandera española responde a la realidad. De hecho y aunque hoy en día es un episodio olvidado, el embajador de la legación tuvo un papel fundamental en la conclusión de la contienda, pues en su residencia fue dónde la emperatriz claudicaría. Como agradecimiento, le regalaría dos leones que todavía figuran en la embajada en Pekín.
-Constituye la demostración, otra más, del enorme talento, del pedazo de actor que era Charlton Heston. Se puede comprobar en la delicada, en la exquisita secuencia en la que tiene que comunicar a una cría la muerte de su padre. El diálogo posterior con un sacerdote no tiene tampoco desperdicio.
-Flora Robson está inmensa, deslumbrante, como la emperatriz china que se debate entre la acción y la paciencia.
-Todo un placer disfrutar de las exquisitas manera, la elegancia, la templanza, la flema de David Niven.
-Siempre que la veo me conmueven hasta la lágrima las apariciones de Lynne Sue Moon, la preciosa y ansiosa de afecto Teresa.
-El reparto es amplísimo y estelar. Entre los que no figuran acreditados se encuentran Fernando Sancho (como el ministro belga) y el propio director, Nicholas Ray como el ministro estadounidense (recreando Edwin H. Conger).
-Fueron 500 los extras españoles que intervinieron en el rodaje y casi todos los chinos que había en ese momento en Madrid.
-El rodaje tuvo lugar mayoritariamente en Las Rozas, lugar en el que el mítico productor Samuel Bronston había establecido su cuartel general.
-La presencia hispana no se redujo solamente a Sancho. Pueden descubrir en personajes casi episódicos con Alfredo Mayo (el ministro español), José Nieto (el ministro italiano) y Conchita Montes.
-El narrador, la voz en off, es en la versión original la de Burt Kwouk, el inolvidable Kato, el asistente del inspector Clousea en la serie de la PANTERA ROSA, con el que mantiene constantes para mantenerse en guardia y en forma.
-Ray, que se las tuvo tiesas con Ava Gardner, no pudo finalizar el rodaje debido a su adicción a los estupefacientes, a las sustancias y al alcohol. Se encargaron de ello el responsable de la segunda unidad, director también, Andrew Marton y Guy Green. Algunas escenas fueron rodadas por el propio Charlton Heston. La producción, a pesar de la locura y el caos que supusieron, apenas se resintió. Es uno de los tantos aspectos positivos de la maquinaria hollywoodense.
-La historia personal de Nicholas Ray es una de las más dramáticas de Hollywood. Una de sus esposas y de sus romances más pasionales, Gloria Grahame, le dejó por su vástago, teniendo un hijo con cada uno de ellos.
-La huella de Ray es patente en algunos diálogos (obra del guionista de su JOHNNY GUITAR, Philip Yordan) y situaciones broncas, líricas, de personajes rebeldes o desesperados.