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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Miércoles, 4 de mayo

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Foto: miaficcionfavoritaexincastillos.forogratis.es (Audrey Hepburn en Sabrina)

-Hubiera cumplido este miércoles 87 años de seguir viva. Una cruel enfermedad, un cáncer de colon, nos la hurtó de la vida real (seguro que sería una anciana tan irresistiblemente adorable como lo fue siempre), que jamás de la del celuloide, hizo en enero trece años. Se trata de Audrey, Audrey Hepburn, mi novia de siempre, de toda la vida, la más fiel:

Aprovecho para recuperar un artículo publicado en estas mismas páginas del periódico digital al comienzo de su singladura. El mismo suponía un lavado de cara sobre el segundo que escribí en mi vida, en el Diario Lanza en 1984 creo recordar, si no me falla la memoria, pues el recorte, el testimonio dando constancia de la fecha exacta, hace tiempo que lo extravié en uno de mis traslados de casa. Espero, más de corazón que nunca, que a quien no le conozca, le pueda resultar de su agrado.

TE QUIERO, AUDREY (I LOVE, AUDREY)

Presentación

La pasada víspera de Nochebuena emitieron a altas horas de la madrugada, en LA 2,  la cadena en abierto que más y mejor cuida el cine, un espléndido documental dedicado a la vida, obra y milagros de esa criatura etérea, delicada, elegantísima, a la vez que mujer de gran fortaleza, carácter y valor que respondía al nombre artístico de Audrey Hepburn.

Confieso que durante su visionado se me saltaron las lágrimas en varios momentos, tanto recordando pasajes inolvidables de sus imprescindibles películas, como descubriendo imágenes inéditas de sus actividades humanitarias en pro de los más desfavorecidos, sobre todo cuando era delegada de UNICEF. Y en ningún momento, advertí a la tópica, típica o forzada estrella que iba a auto promocionarse, a pasear el palmito o maquillar su conciencia. Había en su expresión dolor del creíble, gestos y actitudes emocionadas al estrechar contra su estilizado cuerpo  a niños famélicos y desnutridos necesitados de un gesto de afecto.

El año que viene se cumplirán los 20 años de su despedida terrenal, pues admito que me encantaría encontrármela en alguna otra dimensión, por ejemplo, en ese paraíso de postal por el que asomaba su distinguido porte en aquélla agradable película de Spielberg titulada ALWAYS (PARA SIEMPRE), bonita historia de bomberos, sacrificios varios y amores celestiales. Con motivo de tan triste efemérides, he decidido reciclar convenientemente el primer artículo que publiqué en mi vida, éste, posteriormente vuelto a su vez a ser reconvertido y publicado en 2003 en FORMAS, la revista del Colegio de Arquitectos de Ciudad Real. Ya les aviso, constituye una declaración de amor en toda regla.

Glosa/Declaración

Hace mucho tiempo que te quiero, Audrey. Aproximadamente desde los 12 años, desde que te descubrí en televisión, con el pase de esa maravillosa comedia romántica titulada VACACIONES EN ROMA. A partir de ese mismo instante, pasaste a ser una de mis tantas novias “ficticias” favoritas, con el tiempo la que más. En compañía de actrices y mujeres tan fantásticas como Ava Gardner, Gene Tierney, Vivien Leigh, Rita Hayworth, Joan Fontaine, Marilyn Monroe, Virginia Mayo, Alice Faye, Barbara Stanwyck, Rhonda Fleming, Cyd Charisse, Doris Day, Ingrid Bergman, Grace Kelly, Marlene Dietrich, Katharine Hepburn, Greta Garbo, Janet Leigh, Jean Peters, Bette Davis, Lauren Bacall, Debra Pager, Maureen O´Hara, María Elena Marqués, France Nuyen, Linda Darnell, Nancy Kwan, Claudia Cardinale, Ann Margret, Julia Adams, Dorothy Malone, Julie Andrews, Kim Novak, Julie London, Ann Francis, Deborah Kerr, Shirley MacLaine, Natalie Wood, Elizabeth Taylor, Ann Blyth, Ginger Rogers, Jean Seberg, Maria Schell, Joan Crawford, Kay Kendall, Judy Holliday, Karen Black, Jennifer Jones, Marilyn Monroe, Veronica Lake, Marta Toren, Raquel Welch, Joan Bennett, Lana Turner, Olivia De Havilland, Joan Fontaine, Gloria Grahame, Eleanor Parker, Dolores Hart, Ida Lupino, Katharine Ross, Sofia Loren, Analía Gadé, Capucine, Maureen O´Sullivan, Judy Garland, Lizabeth Scott, Dolores del Río, Sonia Bruno, Donna Reed, Jeanne Crain, Mitzi Gaynor, Françoise Dorléac, Eva Marie Saint, Tippi Hedren, María Montez, Paulette Goddard, Yvonne De Carlo, Suzanne Pleshette, Shirley MacLaine, Greer Garson, Carol Linley, Susan George, María Rosa Salgado, Merle Oberon, Leslie Caron, Diane Lane, Candice Bergen, Miiko Taka, Lauren Hutton, Gong Li, Machiko Kyo, Jean Simmons, Harriet Anderson, Julie Christie, Jane Powell, Sandy Dennis, Alexis Smith, Anne Bancroft, Meg Ryan, Julia Roberts, Faye Dunaway, Sandra Dee, Susan Kohner, Angie Dickinson, Sharon Tate, Ursula Andress, Irene Dunne, Michèle Morgan, Anne Francis, Alida Valli, Felicia Farr, Vera Miles, Joanne Woodward, Pier Angeli, Anouk Aimée, Paloma Valdés, Fanny Ardant, Catherine Deneuve, Anna Karina, Joan Collins, Haya Harareet, Romy Schneider, Dorothy McGuire, Simone Simon, Denise Darcel, Florinda Bolkan, Rosemary Forsythe, Annabella, Claudette Colbert, Priscilla Lane, Jean Arthur, Lee Remick, Sue Lyon, Susan Hayward, Lea Massari, Vera Ellen, Janet Gaynor, Jayne Mansfield, Jane Russell, Norma Shearer, Rosalind Russell, Tallulah Bankhead, Hailey Mills, Julie Harris, Marie Laforet, Isabel de Pomés, Carmen Sevilla, Lina Rosales, Signe Hasso, Michelle Pfeiffer, Laraine Day, Marisol, Shirley Knight, Constance Towers, Kathryn Grant, Doris Davenport, Jodie Foster, Diane Keaton, Zarah Leander, Concha Velasco, Hedy Lamarr, Gena Rowlands, Annie Girardot, Celeste Holm, Anne Baxter, Sally Field, Betsy Blair, Louise Rainer, Kathryn Grayson, Elizabeth Montgomery, Diane Baker, Hope Lange, Imperio Argentina, Fay Wray, Jane Fonda, Maribel Martín,  Silvana Mangano, Zsa Zsa Gabor, Ana Mariscal, Mia Farrow, Pina Pellicer, Eleanor Powell, Ann Miller, Isabelle Adjani, Anna Magnani, Ella Raines, Madeleine Carroll, Joanne Dru, Ornella Muti, Virna Lisi, Maria Félix, Genevieve Bujold, Anita Ekberg, Gail Russell, Danielle Darrieux, Liselotte Pulver, Christine Kaufmann, Karen Steele, Kate Nelligan, Debbie Reynolds, Lesley-Anne Down, Ellen Burstyn, Cloris Leachman, Barbra Streisand, Cybill Shepherd, Jean Hagen, Carroll Baker, Dana Wynter, Shirley Jones, Cathy O´Donnell, Kathleen Turner, Elizabeth McGovern, Martine Carol, Kim Bassinger, Irene Papas, Vanessa Redgrave, Jeanne Moreau, Suzy Kendall, Myrna Loy, Diahann Carroll, Pam Grier, Kay Francis, Constance Bennett, Miriam Hopkins, Yvette Mimieux, Teresa Wright, Mary Astor, Jessica Lange, Karen Allen, Amy Irving, Jacqueline Bisset, Charlotte Rampling, Lesley Ann Warren, Valentina Cortese, Jane Greer, Jane Wyman, Mae West, Elke Sommer, Mary Pickford, Liza Minnelli, Liv Ullmann, Rita Moreno, Jamie Lee Curtis, Eva Bartok, Mary Ure, Arlene Dahl, Silvana Pampanini, Elizabeth Shue, Corinne Calvet, Gina Lollobrigida, Mona Freeman, Anna Neagle, Shelley Winters, Ann Sothern, Miriam Hopkins, Grace Moore, Barbara Rush, Ina Balin, Barbara Hale, Elizabeth Ashley, Martha Hyer, Terry Moore, Cécile Aubrey, Diane Varsi, Kim Darby, Betty Field, Jean Wallace, Sarah Miles, Miyoshi Umeki, Glenda Jackson, June Duprez, Patricia Neal, Viveca Lindfors, Joan Greenwood, Paquita Rico, Pamela Franklin, Diana Ross, Dana Wynter, Diana Rigg, Mala Powers, Elizabeth Allan, Jan Sterling, Margaret Sullavan, June Vincent, Carole Lombard, Virginia Cherrill, Jean Harlow, Betsy Drake, Bella Darvi, Peggy Cummings, May Britt, Giovanna Ralli, Elsa Martinelli, Michèle Girardon, Karin Dor, Dany Robin, Angela Lansbury, Anna Sten, June Allyson, Geraldine Page, Charlene Holt, Michele Carey, Jennifer O´Neill, Paula Prentiss, Joan O´Brien, Dina Merrill, Frances Dee, Jean Parker, Tuesday Weld, Betty Garrett, Betty Grable, Inger Stevens, Barbara Luna, Lena Horne, Frances Farmer, Patty Duke, Diane Cilento, Linda Harrison, Pia Degermark, Joan Rice, Dorothy Lamour, Yoko Tani, Ali McGraw, Stella Stevens, Nathalie Nattier, Sylva Koscina, Roberta Haynes, Moira MacDonald, Sonja Henie, Deanna Durbin, Shirley Booth, Diana Dors, Gianna Maria Canale, Juliet Mills, Marisa Allas, Claire Bloom, Claire Trevor, Glynis Johns, Lucille Ball, Maggie Smith, Taina Elg, Rosemary Murphy, Honor Blackman, Martine Beswick, Daniela Bianchi, Tina Aumont, Goldie Hawn, Judy Geeson, Diana Lynn, Barbara Bel Geddes, Dyan Cannon, Jeanette Nolan, Simone Signoret, Esther Williams, Juliet Prowse, Phyllis Thaxter, Ann Todd, Phyllis Calvert, Sally Ann Howes, Joan Caulfield, Dolores Gray, Marisa Pavan, Ruth Hussey, Gale Sondergaard, Marsha Hunt, Loretta Young, Nadja Tiller, Enriqueta Carballeira, Maite Blasco, Patricia Owens, María Silva, Barbara Shelley, Sylvia Sims, Janet Blair, Nancy Gates, Geraldine Fitzgerald, Andra Martin, Margaret Lockwood, Dianne Foster, Julie Ege, Lori Nelson, Connie Stevens, Lulu, Barbara Payton, Louise Platt, Connie Gilchrist, Ruth Roman, Connie Francis, Kathleen Ryan, Barbara Werle, Anna Lee, Barbara Bain, Andrea Leeds, Joan Leslie… y tantísimas otras presencias del inagotable firmamento hollywoodiense.

Siempre me resultaste una novia fiel, fiable, como todas las que pueblan la gran pantalla. Lo que pasa es que tú, al principio de tu carrera, dabas la imagen de chica que uno podía encontrarse al cruzar la calle, en el rellano de la escalera o como vecina de la puerta de al lado, por mucho que ejercieras de princesa de reinos europeos imaginarios. Al cabo de unos años resultó que no, que no ha habido nadie como tú, que eras única. Supongo que eso son los efectos de estar enamorado ¿verdad?. Y aunque representaras todo un ideal, ahora un icono invencible de merchandising, el prototipo para millones de mujeres de cualquier época en todo el mundo, ese de chica buenacita y angelical, muy educada pese a algún ramalazo locuelo o traviesillo, lo verdaderamente importante es que siempre resultabas leal, como pareja también. Claro, que al igual que le sucede a Cecilia, la entrañable protagonista de LA ROSA PÚRPURA DEL CAIRO y después de unas cuantas equivocaciones, propias o ajenas, me di cuenta que las princesas azules como tú tan sólo pululan en pantalla (también los príncipes, claro), pero pese a ello, que existierais, que existieras en el lienzo en blanco ya me parecía de lo más reparador.

En cualquier caso, es cierto, has significado, significas, un prototipo muy concreto de mujer. Y no sé si esto molestará a las feministas, pero me trae sin cuidado. Jamás te valoré como una mujer objeto u adorno. Todo lo contrario, cada vez que te veía me transmitías un afecto, una paz de espíritu, una ternura, un cariño plena y gozosamente sentidos desde el más absoluto de los respetos. Eras la mujer elegante, dulce, sofisticada, inteligente, sensible, femenina, independiente y con clase a raudales.

Tú, además, has reflejado como nadie en una pantalla, el tránsito de la adolescencia a la juventud, a la madurez, la conversión de niña a mujer. Curiosamente en tus primeras películas eso venía determinado por un simple corte de pelo. Así, tanto en VACACIONES EN ROMA como en SABRINA, era a partir de ese intrascendente acontecimiento cuando comenzabas a darte de bruces con la vida. Al principio, los comienzos de las historias que protagonizabas resultaban tristes, también algún que otro final. Por lo que me entraban unas ganas tremendas de poder ser yo, alguna vez, el que te consolara.  Pues una vez contemplados tus desengaños, siempre me acababas transmitiendo un melancólico poso de nostalgia y contrariedad, que deseaba inmediatamente poder aplacar.

En VACACIONES EN ROMA tenías que cumplir hasta el final con tus regias obligaciones y no te podías acabar quedando con un –como siempre- apuesto, encantador e irresistible Gregory Peck. Pero me consolaba pensar que también las princesas  mostraban dolor cuando les apretaban los zapatos en las recepciones oficiales, tal como hacías tú ante la desazón del preceptor. Y tantas veces visioné tiempo después la película, me sentía siempre Peck llevándote en vespa por las calles romanas. Y aunque no te acabaras emparejando con él, te quedaría para toda la vida el inolvidable recuerdo del día pasado en su compañía en la Ciudad Eterna, al igual que a Ingrid Bergman y Humphrey Bogart siempre les quedaría París.

También en SABRINA te llevarías un gran chasco, pero nos volvió a alegrar a los feuchos y bajitos. Pretendías alcanzar la luna casándote con el apuesto William Holden, pero al final te quedabas con el menos “glamouroso” y mayor de los millonarios hermanos Larrabee, el más aparentemente gris y menos atractivo encarnado por Humphrey Bogar, quien, a cambio, te ofrecía más seguridad, fiabilidad y certeza. Te dabas cuenta, dolorosamente, que a veces lo bello resulta imperfecto, falso o simplemente humano, y que esas personas en las que a veces no reparamos a primera vista son más auténticas, las que de verdad nos quieren o nos acaban importando. Era también cuando te cortabas el pelo en París, cuando tu vida sufría una transformación. Eras la hija del chófer, una Cenicienta ensoñadora y melancólica, a la cual un viejo y simpático chef francés lanzaba una aguda disertación sobre el amor: “Cuando a una mujer se le olvida retirar el soufflé del fuego es que está locamente enamorada”

Y tras estos exitazos iniciales, continuaste protagonizando maravillosas películas: GUERRA Y PAZ, UNA CARA CON ÁNGEL, ARIANE… En todas ellas estabas arrebatadora y te ibas transformando en una mujer adorable. Ibas creciendo esplendorosamente. En GUERRA Y PAZ, no me extrañaba que cuanto galán iba apareciendo en tu vida, se acabase enamorando perdidamente de ti: Mel Ferrer, el que sería tu primer marido en la vida real, Vittorio Gassman, pero al final de tan azarosos amoríos te acababas quedando con el sólido, recio y sensible Henry Fonda, el que te había estado esperando incondicionalmente muy seguro de lo que sentía por ti (al igual que le sucedía al Clark Gable de LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ… hasta que llegaba a su límite) y sin importarle lo mucho que hubieras tropezado; en él, acababas encontrando el sosiego, esa paz y felicidad que yo sentía siempre al contemplarte. Y, por supuesto, los trajes Imperio te sentaban como a nadie.

Pero en UNA CARA CON ÁNGEL ya comenzaste a ir decantándote por unos personajes más sofisticados pero no por ello menos candorosos, sinceros o idealistas. Eras una librera, una intelectual devota de una filosofía muy rara, que veías transformar tu vida por un burlón individuo. Casi de nuevo, como en el cuento de LA CENICIENTA, pero con  algunas ligeras variaciones,  Te gustaba ese tontorrón, afectado y pedante pensamiento francés llamado “enfaticalismo”, del que se reía con enorme gracia un siempre alado Fred Astaire. Pero lo importante, al fin y al cabo, es que tú seguías siendo como decía el título de la película en español, o en inglés, “a funny face”… no por ello menos pensante. Desde entonces, cuando alguna de las chicas que iba conociendo se daba un ligerísimo aire a ti, ya le adjudicaba el calificativo de angelical.

Otro de los aspectos elogiables de tus personajes cinematográficos, es que no siempre te enamorabas de los más guapos y de los más jóvenes., y eso lo he acabado de valorar con el tiempo. Porque en ARIANE (AMOR AL ATARDECER, mejor AMOR OTOÑAL en el original) del genial e irrepetible Billy Wilder, de quien lo hacías era de un ya madurito y taciturno en eso de los compromisos Gary Cooper. De nuevo, volvías a transitar por las calles y habitaciones de elegantes hoteles de un siempre romántico París.

Poco a poco se iban acumulando no demasiados, pero sí todos ellos, gloriosos títulos. Eras selectiva en el mejor de los sentidos. Como a la ora de interpretar la impecable HISTORIA DE UNA MONJA. Pero claro, tú no podías acabar siendo monja en reclusión, novicia o misionera tal vez, pero monja con todas las de la ley hubiera sido un pecado de lesa humanidad para todos tus admiradores. Las monjas, a las que respeto y hasta profeso por alguna admiración, son otra cosa, tienen que ver bastante con la cuestión mística y trascendental, aunque también depende… Pues tú eras, etérea sí, pero igualmente eras volátil y delicadamente carnal. Se adivinaba ya una fantástica mujer tras ese cuerpo de gacela al que no se podía aplicar férreas normas.

Después de abandonar definitivamente los hábitos, rodarías un western magnífico y lamentablemente amputado, LOS QUE NO PERDONAN. Eras una india, más bien mestiza, adoptada por una familia de colonos, motivo por el que te enfrentabas a una sociedad hipócrita, fanática e intolerante. Te llamabas Raquel, nombre de resonancias bíblicas, en una historia de similares connotaciones. Y tenías un precioso romance con un fuerte, vital y poderoso Burt Lancaster, fabricado a base de sugerentes pero castos abrazos al principio y torrencial ardor al final. Todo ello auspiciado por la cámara y el nervio narrativo del gran John Huston. Posiblemente fuera aquí donde ya podíamos darnos cuenta de manera nítida, que estabas sufriendo una gran transformación, que ya no eras aquella cría un tanto inocente y virginal, que estabas empezando a cortarte el cabello cinematográficamente y pasabas a interpretar papeles más complejos, más de señora que tenía serios problemas en la vida, también más sofisticados. No importaba, básicamente seguías siendo la misma, una mujer fascinante y encantadora.

Y con tu nueva imagen, me sacudiste, me noqueaste del todo, con esa joya del Séptimo Arte por los siglos de los siglos titulada DESAYUNO CON DIAMANTES, DESAYUNO EN TÍFFANY´S, la célebre joyería neoyorquina, en el original. Eras, lo serás por siempre, la extravagante, irrefrenable y subyugante Holly Gollightly), una impenitente buscadora de felicidad y nuevas sensaciones, a la vez que esquiva enamorada, a la que cegaba falsamente por momentos la fortuna de algún excéntrico millonario brasileño. Finalmente te podía el corazón, desechabas los bienes materiales y mundanos, optando por el chico guapo y encantador (un muy apuesto George Peppard, futuro Equipo A) al que de verdad querías, aunque ello te provocara zozobra y pavor. También optabas por un gato sin nombre que se llamaba así, Gato, alguien tan libre como tú. Y en un plano final inolvidable, os abrazabais los tres en medio de una torrencial lluvia. Con el “the end” y el sublime “Moon river”, que previamente habías entonado en un patio de vecindad mientras te secabas el pelo, yo al menos, acababa respirando de satisfacción, de dicha, pese a que en el ambiente flotase una cierta melancolía y tristeza, y no pudiese olvidar la furtiva lágrima de aquél primer marido abandonado, incapaz de comprender tus sueños y anhelos alejados de cualquier rutina rural.

Tras ese auténtico terremoto en tu carrera, otra vez William Holden se cruzaba contigo. Tuvo la plausible osadía de enamorarte en ENCUENTRO EN PARÍS. Eras ya una mujer de mundo deseada por todo tipo de hombres. Y hasta Shirley MacLaine se quedaría prendada de ti en esa dura, sensible y emotiva historia de amor femenino titulada LA CALUMNIA, donde tanto tú como MacLaine, inolvidable protagonista del APARTAMENTO wilderiano, estabais primorosamente conducidas por el maestro Wyler. No parabas Audrey, te dirigían los mejores salvo Ford y alguno más: Wilder, Donen, Edwards, Quine, Huston, Vidor, Zinnemann, Wyler, Cukor… Y cada vez ibas adquiriendo una mayor escualidez.

Eras la bella dama, a la que apelaba el título de MY FAIR LADY (inspirada en el PYGMALION de George Bernard Shaw), en la que de ser una florista vulgar, que nunca una vulgar florista, pues además tu jamás lo hubieras podido ser del todo por muy bien que lo fingieras, pasabas a convertirte en una impresionante mujer que causaba admiración entre la mismísima alta sociedad londinense, esa que acudía a las carreras de caballos de Ascot, con los modelitos y sombreros más deslumbrantes. Y ello gracias a los desvelos profesionales de un, aparentemente, desdeñoso profesor de fonética, el profesor Higgins que, finalmente, el muy burro acabaría manifestándote su amor.

A continuación, dos trabajos con el exquisito Stanley Donen, el responsable de esa obra gozosa e imperecedera del musical y de la comedia que es CANTANDO BAJO LA LLUVIA (y de otras más: UN DÍA EN NUEVA YORK, JUEGO DE PIJAMAS, SIETE NOVIAS PARA SIETE HERMANOS o SIEMPRE HACE BUEN TIEMPO). En la hitchcockiana y genial CHARADA eras una elegante viuda un tanto atribulada y desconcertada, que te permitías el lujazo de cenar con el inigualable Cary Grant en el “bateau mouche”, en ese barco de medianoche que hace su romántico y embelesador recorrido por un Sena nocturno. Y hasta ponías en jaque tu vida por un quítame allá unos sellos de incalculable valor. Todo ello al ritmo de la inolvidable música de Henry Mancini, el creador de la mítica Moon river/El río de la luna, la mejor canción de la historia del cine.

DOS EN LA CARRETERA, la otra con Donen, supondría otro punto de inflexión en tu carrera. Pocas veces nadie en la historia del cine ha mostrado con más amargura, lucidez, sentimiento agridulce, inteligencia, sagacidad y sentimiento, tal y como lo hacíais Albert Finney y tú, la descomposición, la ruptura, el ocaso de una pareja, la fugacidad de los sentimientos y del amor inicial. Probablemente tan sólo Orson Welles hasta ese momento, pues todavía el a veces palizas de Ingmar Bergman no había alcanzado su cénit, mediante esa magistral secuencia del desayuno de CIUDADANO KANE, había conseguido cotas tan elevadas y certeras sobre el tema. No quisiera olvidarme tampoco de la magistral DESENGAÑO de William Wyler.

Más y más grandes papeles fueron acumulándose, como el de ciega acosada en el implacable e impecable suspense SOLA EN LA OSCURIDAD por ejemplo. Una carrera no muy abundante numéricamente pero ejemplar en cuanto a calidad y a selección de trabajos se refiere. Y así hasta llegar a los 2 últimos que considero verdaderamente grandes, pues tu aparición en la postrera ALWAYS resultaba demasiado fugaz: el de la divertida esposa de la injustamente poco reivindicada TODOS RIERON, y el de la crepuscular, otoñal y aún apasionada Lady Marian, la esposa de un ya anciano Robin de los Bosques en la fabulosa ROBIN Y MARIAN. En la que éste le proclamaba, agonizante, su incondicional amor de manera fascinante: “Te quiero más que a los niños, te quiero más que a Dios, te quiero más que a mí mismo, te quiero más que al amor”

Hace ya tiempo que te fuiste en cuerpo, que nunca en alma, pero tu estela, tu recuerdo seguro que seguirá alimentando los sueños de tantos, los míos hasta el final de mi vida, ten la seguridad. Seguirás siendo un referente para futuras generaciones, ahora que estamos huérfanos de ellos. Tenemos, tengo, la inmensa fortuna de acudir a soluciones digitales para poder volver a verte, a ti y a tus películas, una y mil veces. Nunca me canso de ti, tal como sucede con los verdaderos amores. Como dijera el poeta en esa otra joya del cine, ésta de Elia Kazan, titulada ESPLENDOR EN LA HIERBA, “aunque ya nada pueda devolver el esplendor en la hierba, la gloria en las flores, no os aflijáis, porque siempre la belleza subsistirá en el recuerdo”.

-El quinto estreno del fin de semana, visto este miércoles, LOS ANDERSSON EN LA NIEVE (SUNE I FJÄLLEN) es como para solicitar el libro de reclamaciones a la salida del cine. Es sueco y constituye una nueva entrega de quienes le otorgan título:

En concreto, es la tercera salida a la gran pantalla, tras LOS ANDERSSON EN GRECIA y LOS ANDERSSON ROAD MOVIE. A cada aparición, la cosa va a peor… ¡y ya comenzó fatal!

Parece ser que es la familia cinematográfica favorita del país escandinavo. Y luego me quejo de lo que se nos ofrece en esta latitud o de buena parte de la última comedia norteamericana. Es como para hacérselo mirar, pero siempre desde el respeto a gustos ajenos, faltaría más. La demostración palpable de que en todos los lugares se cuecen habas.

Hay que ver qué película más tonta, boba, fofa y torpe. Qué manera tan atroz de utilizar el montaje o la elipsis… a la que se le confiere un tratamiento más bien insufriblemente espasmódico. Confunde la hilaridad o el disparate con la necedad y el infantilismo más pueril, puro y duro. Hay que frotarse los ojos para asistir a lo que escupen sus imágenes. Es una gansada cutre.

El sentido del humor esgrimido es de puchero de bebé, grumoso, ridículo, Que tire de humor blanco, en este caso no le otorga más crédito que el burdo, zafio de AMERICAN PIE o similares. O que la saga de la que creo ha copiado sus esquemas, la estadounidense NATIONAL LAMPOON´S… con el casi siempre cargante –en JUEGO PELIGROSO en cambio, estaba muy bien, controlado y hasta contenido- Chevy Chase y Beverly D´Angelo. Para refrescarles aún más la memoria, me refiero a títulos como LAS VACACIONES DE UNA CHIFLADA FAMILIA AMERICANA.

Agradezco de partida que aquélla gélida cinematografía no solo intente tirar de dramas profundos, existenciales, en la estela “bergmaniana” y que intente apelar a nuestras mandíbulas, a la risa, pero los ejemplos vistos en los últimos tiempos son como para salir despavorido ante cualquier otra amenaza de este signo. Me estoy acordando en este momento del ejemplo más decoroso (y hasta prestigioso para algún colega), que aunque tenía un pase no era precisamente para dar saltos de alegría, EL ABUELO QUE SALTÓ POR LA VENTANA Y SE LARGÓ de Felix Herngren.

Para finalizar, les contaré alguna cosa más que he encontrado por ahí y que supongo que les trae al fresco,  pero es una manera de rematar esto, no tener que hacer más esfuerzo y, sobre todo, reprimirme con los exabruptos, que les aseguro que, pese a lo que pudiera parecer y a que a veces suelto muchos, no lo paso nada bien recreándome en ellos, no casan con mi estilo. Pero en ocasiones son inevitables, pues lo ponen que ni pintado. Todo tiene un límite.

Se trata de una información meramente anecdótica, informativa. Y es la de que Gustaf Akerblom toma aquí el relevo como director a su antecesor, Hannes Holm, que aquí se ha limitado -¿para qué?- a confeccionar el ¿guión? Pues eso, a quien pueda interesar, que me temo no sea ni a sus parientes.

Dicen que para es toda la familia. Vale, querrán boicotear la institución.

Bobalicona. 

-Le tenía ganas al sexto estreno del fin de semana, pues su argumento me parecía a priori de lo más singular e interesante. No me decepciona, es una buena, una atractiva película este MONSIEUR CHOCOLAT (CHOCOLAT):

Es escrupulosamente académica, divulgativa y aproximativa a un personaje francamente curioso, el primer negro que trabajó como payaso en un circo francés y que, inclusive, probó suerte –fallida- como actor teatral interpretando al mismísimo OTELO shakesperiano. Llegó a ser filmado por los mismísimos inventores del cine, los hermanos Lumière.

Para más perplejidad, señalar que su nombre verdadero era Rafael Padilla, pues procedía de Cuba, hasta que un empresario bilbaíno lo trajo de niño a España (llegó a Sopuerta como esclavo) y de allí –por esos azares del destino- pasaría al país vecino ganándose la vida inicialmente como más bien bufón ambulante, para pasar a alcanzar el éxito en el París de la Belle Epoque. No solo sería un pionero del entretenimiento para los de su raza, sino también en visitar semanalmente los hospitales parisinos para hacer reír a niños enfermos.

La historia va deslizándose desde una “biopic” ortodoxa hasta un cuidadoso, sutil y más bien breve alegato anti racial y, lo que es aún más patente, la búsqueda de la propia identidad. No ofrece grandes novedades ni sorpresas, pues se impone el esmero ambiental y el formalismo narrativo, pero el personaje posee tanto reclamo que, aunque solo fuera por ello, acaba resultando llevadera.

Eso sí, pese al ambiente principal en el que se desenvuelve y la profesión de su protagonista, destila bastante tristeza, o esa es al menos la sensación final que se me acaba quedando. No deja por ello de ser, igualmente, bonita. 

Un amigo me manifestaba hace escasas fechas que las películas que transcurren en ambiente circense le suelen gustar mucho. Puedo sentirme identificado con esa debilidad, pues es un mundo que se presta a emociones de lo más intensas, al drama, a la tragedia y, también, a la comicidad. A bote pronto, recuerdo títulos tan memorables como TRAPECIO, EL CIRCO (de Chaplin), EL MAYOR ESPECTÁCULO DEL MUNDO (Oscar a la mejor película), EL GRAN CIRCO, PASA EL CIRCO y EL FABULOSO MUNDO DEL CIRCO. De hace cuatro años es la vistosa AGUA PARA ELEFANTES.

Ruschdy Zem, su desconocido director (es más reconocible ubicándolo como actor), no arriesga mucho, va a lo seguro. A veces se muestra un tanto mortecino, otras timorato, pero, finalmente, acaba imponiendo una correcta, una respetable faena que deja hacer a sus actores, Omar Sy (irresistible en INTOCABLE, vuelve a estar muy bien aquí en un registro más patético) y su colega de origen inglés James Thierrée, al que en realidad conoció cuando tenia 14 años. Interesante relación la suya, entre profesional y amistosa, acaba resultando una de las bazas más importantes a jugar por esta película que no apura sus posibilidades pero que salda el envite con aprobado.

Y por cierto, su título original es aún más escueto, CHOCOLAT a secas, apodo con el que sería conocido este enésimo ejemplo de payaso que llora tras la máscara de la risa. Como la vida misma.

Su diseño de producción resulta perfecto y convenientemente evocador. Merece atención, ser vista.

Frase:

“¡Ser uno mismo! No hay nada más ambicioso” (Xavier Beauvois) 

-Es de justicia recordar y rendir breve recuerdo al excelente actor secundario Ángel de Andrés López, fallecido este miércoles en Miraflores a la tempranera edad de 64 años:

La fiebre de la interpretación no le brotó gratuita, de casta le venía al galgo, pues su tío fue uno de los grandes característicos de aquél cine español cincuentero y sesentero, aparte de uno de los grandes nombres del escenario.

También el sobrino, madrileño como aquél, comenzaría su andadura profesional en el teatro, dentro del grupo independiente Tábano. Almodóvar repararía en él desde casi el comienzo de su carrera, otorgándole el papel de marido de Carmen Maura en ¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?, ese individuo machista y violento eliminado por aquélla con un si no con un puro pata negra, en cualquier caso sí de lo más contundente a la hora de ser utilizado como arma homicida. Posteriormente repetiría bajo las órdenes del manchego en un papel más fugaz, como policía  en la estupenda MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS, la mejor comedia pura de toda la filmografía del director, la más fina también.

Aunque el espectador no excesivamente aficionado no recordara su nombre, seguro que sí retuvo su aspecto y presencia. Participó en numerosos títulos del cine español de los últimos años de bastante –justificado la mayoría- prestigio (esta vez tiro más de memoria, con todos los riesgos que conlleva, que de Wikipedia): BATON ROUGE de Rafael Moleón, TAPAS de José Corbacho y Juan Cruz, TIOVIVO C. 1950 de José Luis Garci, LAS COSAS DEL QUERER de Jaime Chávarri, ANTÁRTIDA de Manuel Huerga, la gratamente sorprendente PLATILLOS VOLANTES de Óscar Aibar (para mí una de sus mejores interpretaciones para la gran pantalla en un papel protagónico, película a reivindicar), MARTES DE CARNAVAL de Pedro Carvajal y Fernando Bauluz, 800 BALAS de Alex de la Iglesia, EL PERRO DEL HORTELANO de Pilar Miró... Más de 60 en los que tocó todo tipo de géneros, destacando principalmente en la comedia.

Pero, tal vez, el medio por el que será recordado sea el televisivo, en concreto la serie MANOS A LA OBRA, emitida por Antena 3 desde 1998 a 2001. Su rol era el de chapuzas Manolo Jumilla ("¡Me cago en to lo que se menea!"), su compañero de faenas Benito estaba encarnado por Carlos Iglesias. Precisamente, también para la mal llamada caja tonta, ha dejado su última interpretación, el Papa Clemente VII de Carlos Rey Emperador.

Desde estas páginas digitales,, desde este diario, me parece de justicia evocarle a través de algunas de sus intervenciones estelares. Descanse en paz.