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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Domingo, 6 de marzo

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Foto: www.sensacine.com (Meg Ryan y Hugh Jackman en Kate & Leopold)

-Inicio la sesión dominical de madrugada, en C+ Comedia, con precisamente una comedia romántica sin mayores sorpresas pero tonificante, KATE & LEOPOLD:

Fechada en 2001, el mismo año que la preciosa SERENDIPITY, supondría tal vez el último exponente visible de una de las reinas del género –junto a Julia Roberts o Sandra Bullock- en las dos décadas anteriores, la burbujeante y pizpireta Meg Ryan, uno de mis amores de juventud, reciclada en una pálida sombra de lo que fue debido a fallidas operaciones de cirugía facial ¡Con lo que me llegó a gustar esta mujer!

Me estoy refiriendo a la protagonista de delicatessen tan placenteras como ALGO PARA RECORDAR, CUANDO HARRY ENCONTRÓ A SALLY (estos dos primeros son tal vez sus trabajos-emblema), EL CHIP PRODIGIOSO, FRENCH KISS, CITY OF ANGELS, TIENES UN E-MAIL, EL GENIO DEL AMOR, JOE CONTRA EL VOLCÁN o ADICTOS AL AMOR… por centrarme tan solo en el género que le otorgara –entendible-enorme popularidad. Pero podría citar también MUERTO AL LLEGAR, MÁS FUERTE QUE EL ODIO, la extraordinaria y bastante desconocida COMO UÑA Y CARNE, THE DOORS, CUANDO UN HOMBRE AMA A UNA MUJER, EN HONOR A LA VERDAD y la muy apreciable RESTAURACIÓN.

En esta ocasión su partenaire masculino fue un actor en ese momento en alza, consolidado con el tiempo, el “lobezno” Hugh Jackman, aquí todo gentileza y caballerosidad en el rol del Duque de Albany, transportado en el tiempo siglo y cuarto, en idéntico lugar, los umbrales de de Brooklyn, para encontrarse con el amor que el destino le ha dispuesto. Como intermediario para que ello sea posible, un actor, Liev Schreiber, en ese momento también en fase ascendente, y que ha ido demostrando con creces sus cualidades. Compruébenlo si no viendo sus interpretaciones, disfrutando en mi caso, en la recientísima y flamante SPOTLIGHT (es Marty Baron, el editor jefe del Boston Globe), en el “remake” de EL MENSAJERO DEL MIEDO, el amante cabroncete de EL VELO PINTADO o contendiendo de nuevo con Jackman en los orígenes del personaje peludo de los X-MEN. Tiene 48 años, mide 1,91 y aparte de estos atributos, le envidio por algo mucho más importante, por estar casado con la guapísima y estupenda actriz Naomi Watts.

El trío conforma, realza (aunque a Ryan ya se le comenzaban a percibir los estragos anteriormente mencionados) una masticable historia de leve, más bien puntual corte fantástico, que se digiere sin mayores excesos. No inventa nada nuevo, pero resulta grata su contemplación y ameno su ritmo. Es suave y predecible, ambas cualidades no tienen porqué suponer nada negativo. Lo cual no es óbice para que no piense que a la trama se le podría haber sacado mucho más partido, pero bueno, se sigue con simpática placidez e intermitente encanto.

Resulta eficiente el trabajo de dirección del notable artesano/profesional James Mangold, el firmante de las notables EN LA CUERDA FLOJA (el biopic de Johnny Cash), el “remake” de EL TREN DE LAS 3:10, IDENTIDAD y LOBEZNO INMORTAL.

A destacar la canción de los créditos finales interpretada por Sting. Una preciosidad que adjunto a continuación.

Frase: "No tengo suerte con los hombres" (Meg Ryan)

 

-Qué bien me lo paso cada vez que la veo –hoy toca en Cuatro- con ESTADO DE SITIO (THE SIEGE), producción estadounidense de 1998, verdaderamente premonitoria de lo que acontecería tres años después, el 11 de septiembre, en la Gran Manzana:

Vuelve a hacer cierto ese aserto acerca de que el cine se queda corto, palidece respecto a la realidad. 

A propósito de este comentario, sería muy ilustrativo y conveniente traer a colación la crítica de muchos colegas cuando se estrenó, pues era fácil leer epítetos referidos a su argumento del tipo de disparatado, inverosímil y desproporcionado. Pues ahí tienen los acontecimientos posteriores, no distaron en exceso de lo aquí expuesto.

Es una película briosa que, indistintamente, juega en el terreno del “thriller” o de la pura acción. No  se mete en exceso en procelosos terrenos políticos, pero sí lo suficiente como para mostrar un punto de vista con el que muchos podemos estar de acuerdo, criticando integrismos islamistas y veleidades patrioteras que restringen la libertad. Presenta mucho interés en esa exposición de lo vulnerables que resultamos al miedo provocado por el fanatismo… o al de cualquier otro tipo, desde el xenófobo al militarisa.

Denzel Washington vuelve a repetir con el épico y buen cineasta Edward Zwick, con el cual obtuviera el primer Oscar de su carrera con la emotiva y vigorosa TIEMPOS DE GLORIA. El tándem vuelve a funcionar estupendamente. Washington es, desde hace años, uno de los actores que encarnan con mayor convicción la firmeza de ideales democráticos, la honestidad, la templanza y la reciedumbre. Vuelve a estar aquí magnífico como ese director del equipo antiterrorista del FBI, Anthony Hubbard.

Un muy buen entretenimiento. 

-Uno de los mejores piropos que puedo decir de la fabulosa LARGA ES LA NOCHE (ODD MAN OUT), vista en La Regional vía El callejón de las maravillas, es que está, como mínimo, a la altura de EL TERCER HOMBRE (THE THIRD MAN), una de las cumbres del cine británico de todos los tiempos:

Curiosamente, o no tanto, ambas llevan idéntica firma, la del extraordinario Carol Reed, el cual por momentos llegaría a estar a la inmensa altura artística del mismísimo y por mí venerado David Lean.

¿Qué fue antes el huevo o la gallina? Traigo a colación tan sesuda reflexión porque han sido ingentes las veces en que he leído o escuchado lo muchísimo que le debía Reed a Welles para la citada EL TERCER HOMBRE. Algo que, cuanto menos, sería un tanto discutible. No dudo que el genio estadounidense le echara un inapreciable cablecito, pero si ven –o descubren- con detenimiento este trabajo realizado justo dos años antes por el inglés, verán que aquí ya se encuentra el germen de aquélla mítica obra con inolvidable música de Anton Karas.

Aparte, si vamos a la cronología de los hechos, Reed comenzó a dirigir cine tres años antes que Welles, lo cual no impide que el primero se viera influenciado por la deslumbrante concepción del Séptimo Arte del que el segundo hiciera gala desde sus mismos inicios.

En fin, como puede que a la mayor parte de a quienes va destinado este diario, les resulte cuestión baladí, me centraré en destacar esos aspectos, genuinos –que creo firmemente que sí- o no que destila esta obra maestra que continúa manteniéndose tan fresca, fatalista, excéntrica, fascinante y lacerante como el mismo día de su estreno.

Su trama gira en torno a las últimas horas de un activista del IRA (no estamos ante una película política sino sobre la condición humana expuesta a situaciones límite) herido a lo largo de una noche interminable.

Precisamente en su ambiente, en su atmósfera, estriba uno de sus múltiples y apasionantes logros. Se ofrece una visión de la localidad norirlandesa de Belfast negra, expresionista, nevada, espectral. Sustentada en una fotografía portentosa de Robert Krasker, en el que suponía su deslumbrante debut con el director.

Hablando antes de concomitancias entre cineastas, una de las marcas de fábrica de ambos, tienen aquí un nexo, un trato puntual y destacable. Tal como son esos planos angulados que más que un capricho se presentan como un recurso dramático de primer orden.

Pocas veces se ha retratado y dilatado la agonía de un ser humano con tanta precisión y maestría. O las traiciones, lealtades, incondicionalidades o compasiones que podemos experimentar. En este caso, por parte de un formidable James Mason, que ha matado a un hombre en un forcejeo y que tiene que huir casi de todo y todos.

Compartiendo cámara con Mason se encuentra una amplia y valiosa pléyade de actores proveniente del Abbey Theatre de Dublín. Algunos de ellos, como Robert Newton (EL PIRATA BARBANEGRA, Long John Silver en la versión Disney de LA ISLA DEL TESORO), Cyril Cusack, Robert Beatty o Dan O´Herlilhy poblarían posteriormente innumerables producciones a uno y a otro lado del Atlántico.

Una vez más, las persecuciones vuelven a ser distintivo de su director, como lo serían las de Cotten buscando a su amigo Harry Lime por las calles de Viena.

Las muertes están filmadas con un pudor admirable, siempre fuera de campo, sin recrearse jamás en la violencia, pero estando latente ahí, en todo momento. El final, desesperado y romántico, es dingo de las mejores obras de Nicholas Ray.

Se utilizaron abundantes localizaciones de la propia Belfast. Y también la recreación en estudio fue parte importantísima, pues la célebre taberna Crown Bar sería recreada casi al milímetro.

Imprescindible. Y a  recuperar por muchos, ha estado un tanto oculta demasiado tiempo; afortunadamente, pueden encontrar alguna buena edición en dvd. Y si en algún momento se descatalogara, intenten recuperarla como sea.

Nota: Para tener una visión aproximada respecto a lo mejor de Reed, son también de obligado conocimiento los siguientes títulos (los voy citando según van acudiendo a mi memoria, sin orden de fecha): EL ÍDOLO CAÍDO, OLIVER, EL DESTERRADO DE LAS ISLAS, SE INTERPONE UN HOMBRE, EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS, TRAPECIO, EL NIÑO Y EL UNICORNIO, LA LLAVE, EL PRECIO DE UNA MUERTE y NUESTRO HOMBRE EN LA HABANA (de los que yo conozco, claro).