Foto: Choi Woo-shik, Song Kang-ho, Jang Hye-jin y Park So-dam en Parásitos/Gisaengchung/Parasite
-Pensaba que no la iba a ver en las pantallas ciudadrealeñas, pero una vez más, la iniciativa y el generoso esfuerzo del máximo responsable (junto a su mujer, Carmen Romero) del Parque de Ocio Las Vías, hace posible que los cinéfilos ciudadrealeños disfruten de la última perla del extraordinario cineasta coreano Bong Joon-ho… PARÁSITOS (GISAENGCHUNG/PARASITE):
Inicialmente, la primera vez que vi PARÁSITOS en una maratoniana sesión madrileña a la que me invitara mi gran amiga Rut Rebato Redondo (citar siempre el segundo apellido me parece fundamental, ya está bien de relegaciones injustas... sin que suene a frivolidad, el espíritu empoderado me está poseyendo, en realidad me puedo jactar que jamás trate a nadie desigualmente en cuanto a sexo... ni aun cuando estaba posicionado en posturas más derechosas), procedí a ello tras haber asistido asombrado y sin pestañear a las tres horas y media de la magistral EL IRLANDÉS. Y no quiero decir que eso pesara en mí, pues estoy acostumbrado a ese tipo de maratones a lo grande (en un día he llegado a ver 8 películas y no solamente una vez precisamente), pero no es menos cierto que mi naturaleza no está acostumbrada al trasiego de una gran ciudad como Madrid (me declaro urbanita de pequeñas ciudades… y no desdeño lo rural, pues fui concebido y pasé los primeros años de mi niñez en un entorno de ese tipo). El caso es que la disfruté, pero no me volvió tan loco como esperaba.
Hasta el punto fue así que utilicé un extracto de la crítica de Carlos Boyero publicada en Filmaffinity que asumí como mía para posicionarme ante esta película. Ese en el que el salmantino “amadrileñado” señala que es “una interesante película… no me entusiasma, pero me parece inquietante… Es difícil prever lo que va a ocurrir… Posee toques de comedia rara y un lado torturado que resulta creíble y entretenido”.
Pues bien, vista por segunda vez su alcance me llega mucho más. Para que vean lo relativo que es a veces situarse ante una pantalla y la de diversos elementos que pueden condicionar su contemplación, aunque yo suela jactarme en un elevado porcentaje de las primeras impresiones (está claro que a quienes somos cinéfagos de largo recorrido se nos va desarrollando un sexto sentido al respecto). Ese humor raro mencionado, y truculento y sanguinolento, se me acaba trocando esta vez en gozosa diversión, lo cual no disminuye su calado verdaderamente desagradable para quien no sea afecto a estas cuestiones. Supongo que el hecho de haberme inmunizado –y en ocasiones hartado- un tanto ante esas explosiones de violencia a lo Tarantino, que no siempre consiguen ganarme del todo para su causa, provocaron inicialmente mi relativo cuestionamiento (pero casi todo en la vida puede ser revisable).
Por supuesto, hay que verlo, ubicarlo en contexto, un contexto que nos va preparando para esa catarsis enloquecida y brutal, esa metáfora o incluso parábola social nada complaciente con casi nadie, o menos todavía con los de arriba, según como cada espectador lo quiera contemplar. Esa visión sobre los eternos perdedores que no acaban de dejar de serlo por mor del control de los de siempre pese a puntuales explosiones que conducen a bien poco, e indistintamente de que su crueldad –o hartazgo- puedan rebasar la de sus “opresores”. En las que esas supuestas escaleras de salvación o superación acaban siendo una añagaza (entenderán que no pueda ser más explícito, vuelvan a leer la crítica tras su contemplación)
Y lo que sin duda tanto en su primer visionado como en el segundo me deslumbró es la manera que tiene de manejar los espacios su director, el excelente Bong Joon-ho, responsable de ese maravilloso policíaco titulado MEMORIES OF MURDER, de esa ciencia-ficción también social que supuso su relativo desembarco en el cine norteamericano, SNOWPIERCER, o ese delirante e inteligente homenaje al cine de monstruos que es THE HOST. No quiero olvidarme tampoco de esa original e inclasificable producción realizada para Netflix, OKJA, o el drama criminal o thriller familiar MOTHER, seleccionada por Corea del Sur como candidata al Oscar en 2010 a la mejor película de habla no inglesa.
Su rúbrica es patente, sin resultar por ello un lastre o una losa. Como tantos otros grandes autores, muestra la suficiente personalidad como para adaptarse a códigos genéricos que acaba dinamitando.
Tira, eso sí, de un humor un tanto particular, negruzco como el tizón, apabullante en su contenido descontrol. Lo cual acaba otorgando a su propuesta un tono pesadillesco que le sienta francamente bien… dentro de una ambientación opulenta, como corresponde a la posición social de una de las familias protagonistas, pero fielmente realista.
Y cuando se tiene que mostrar sutil lo hace, en buena parte de su metraje hace gala de causticidad y de bárbaro cuando llega el caso. El Buñuel de EL ÁNGEL EXTERMINADOR puede que la hubiera abrazado, y digo tan solo puede, pues mientras que el susodicho no se pueda pronunciar –y en este caso lo considero tarea complicada por su desaparición hace poco más de treinta y cinco años- este comentario no deja de ser de lo más gratuito. Pero ya no es tanto lo que el genio de Calanda pudiera haber manifestado, sino del espíritu del que ha imbuido Joon-ho a su criatura, que bien la puede conectar con el título citado.
Por una vez no es desproporcionada la Palma de Oro obtenida en la última edición del Festival de Cannes a esta subversiva, reflexiva implícitamente (y explícitamente) y brillantísima propuesta, amén de demoledor y singular retrato social.
-Finaliza la VERSIÓN UCLM por este a punto de extinguirse 2019. Regresa con bríos renovados a partir del 21 de enero de 2020. Es posible que entre medias –descontando las fechas de vacaciones- los amantes a las mismas tengan posibilidad de seguir disfrutándolas mediante tres sesiones especiales, la primera de ellas el próximo martes 17 con FROZEN II. La de esta noche concita la atención de numerosísimos espectadores. Se trata de la estupenda intriga criminal PUÑALES POR LA ESPALDA (KNIVES OUT):
El espíritu de las plenamente disfrutables novelas de Agatha Chistie transportado a los Estados Unidos, así se podría resumir en un titular este divertimiento gozoso. De hecho, así lo ha llegado a manifestar su propio director, “mi idea era trasladar las historias de Agatha Christe a la América de hoy”. Pues objetivo más que cumplido. Seguramente una buena parte de los espectadores a este tipo de historias, al “whodunit” en su mejor esencia, así se lo agradecerá. Yo desde luego. Supongo que también serán muchos los que estén al tanto que el término proviene de la contracción en una sola palabra de la pregunta inglesa “Who has done it?” o “Who´s done it” (“¿Quién lo ha hecho?), que hace referencia a una variedad de trama compleja dentro de la novela policiaca en la que un enigma o una especie de rompecabezas es su principal característica de interés (Wikipedia dixit).
A la logradísima intriga acerca de quién puede ser el asesino o asesinos del crimen (o supuesto suicidio) de un millonario, se la ha aderezado para la ocasión con un reconfortante sentido del humor, plasmado principalmente a través de la figura ese detective que bebe de influencias diversas (desde Hércules Poirot hasta la aquí homenajeada Jessica Fletcher de SE HA ESCRITO UN CRIMEN) encarnado impecablemente por ese magnífico actor que es Daniel Craig, el mejor James Bond de tan –va para los 60 años- longeva saga junto a Sean Connery.
Pero las influencias de esta producción son muchas, no solo la de la citada y popularísima escritora británica, sino la de títulos generados por el propio Séptimo Arte como UN CADÁVER A LOS POSTRES, LA HUELLA (que citaba atinadamente el lúcido, sagaz articulista y buen amigo Fernando Aceytón Sorrentini), EL TESTAMENTO, EL ÚLTIMO DE LA LISTA o la multitudinariamente referenciada EL JUEGO DE LA SOSPECHA, o lo que es lo mismo, la traslación a la gran pantalla del conocidísimo Cluedo. De hecho, se le cita aludiendo al mismo y auto refiriéndose como un Cluedo viviente, tal como también acertadamente señala Fernando.
En que esta traslación funcione a las mil maravillas, en que todo esté en su sitio tienen responsabilidad principal tres factores. Un ingenioso texto y correspondiente guion, una competente dirección y unos estupendos actores que resultan de los más guasones en su reverencial, más bien ritual enfilamiento misterioso. En este apartado permítanme que, Craig anteriormente citado aparte, repare en la saludable y refrescante contribución española, una cada vez más –dentro de la industria más grande del mundo por antonomasia- emergente Ana de Armas. Y no puedo, ni quiero, dejar de solazarme con las encarnaduras de la ex reina del grito de terror Jamie Lee Curtis y unos cachondones Michael Shannon y Don Johnson. El resto no desmerece en absoluto.
Los dos primeros aspectos son responsabilidad del mismo individuo, Rian Johnson, un cineasta norteamericano que a sus 45 años y con tan solo 6 trabajos en su habe tras las cámaras se ha ganado por derecho propio uno de los varios puestos destacados entre los profesionales de su generación. Estoy hablando del firmante de un notabilísimo debut de ambientes estudiantiles y espíritu parejo al de la película que aquí me ocupa (BRICK), una de estafafores de ribetes tradicionales mezclados con tonos enloquecidos (LOS HERMANOS BLOOM) y tres destacadísimos títulos de la ciencia-ficción en registros casi contrapuestos (LOOPER, el spin-off “guerragalaxiano” ROGUE ONE y el brillantísimo octavo capítulo de la saga, LOS ÚLTIMOS JEDI).
Como pueden deducir, alguien de los más capacitado, que ha ido mejorando proyecto a proyecto y que aquí tira de una elogiable –no siempre es así- humildad artesanal y gran habilidad para moverse por los entresijos de una mansión con sus recovecos y cachivaches (entre otros jeringuillas, no piensen que con este dato ya van a saber quién es el asesino, jamás cometería esa impertinencia, es una manera de contribuir al despiste generalizado) y unos personajes con sus intereses y dobleces, tal y como debe ser en una trama de estas características.
Me lo paso fenomenal, estoy todo el rato dándole vueltas a la cabeza sobre quien pudiera ser el autor del desaguisado criminal, me recreo en los ciento y un retruécanos y hasta en algunos giros argumentales y me entretengo como un bendito ¿Alguien da más para un empeño de estas características? Posiblemente igual sí, pero superar lo conseguido no es tarea nada fácil. Y si no, inténtelo.