Foto: Grace Kelly y Stewart Granger en Fuego verde/Green fire
-Cuántos buenos recuerdos me provoca el cine de aventuras del Hollywood de los 50, cuántas tardes de sábado pegado a la televisión en mi infancia y juventud disfrutando de este tipo de relatos procedentes de la Meca del Cine. Como es el caso de FUEGO DE JUVENTUD (GREEN FIRE), puede que no de los títulos más destacados del género, pero igualmente placentero:
“Solo hay dos lugares en el mundo donde se pueden encontrar esmeraldas, Colombia y Siberia. Uno de ellos es una corporación cerrada”
“Maringá maringá, después que tú partiste todo el pueblo quedó triste porque amaba tu mirar” (le cantan a Grace Kelly… hasta hace muy poco siempre pensaba que en vez de bondad decían mirar… podría valer igualmente)
Creo que esa parte irracional que tiene el cine es una de las tantísimas cosas por las que me resulta adictivo y por las que tanto me fascina. Y es que lo que me sucede con muchas películas de las que soy consciente ya no solo que no son obras maestras, sino que es posible que la nota justa sería un aprobado por los pelos, es muy curioso. De repente, una determinada ambientación, unos protagonistas carismáticos o atractivos, una musiquilla pegadiza, unas localizaciones pretéritas y exóticas (hoy en día ya no queda nada realmente así, todo está descubierto y transitado), una narración ágil, esa manera de hacer irrepetible del cine clásico norteamericano, son motivos para mí más que suficientes como para que las así encuadrables me resulten de visión tan placentera como cualquier obra maestra. Esto es lo que tiene el Séptimo Arte… al menos para quien esto escribe.
Serían decenas los títulos a citar que responden a esta categoría, pasados, recientes, de cualquier época. Desde el mudo EL ARPÓN o LA ISLA MISTERIOSA (en versión de Lucien Hubbard) hasta DOBLE CUERPO de Brian De Palma o SHALL WE DANCE (¿BAILAMOS?) de Peter Chelsom, pasando por RETORNO AL PARAÍSO, ENSÉÑAME A QUERER, DECISIÓN A MEDIANOCHE, SU MAJESTAD DE LOS MARES DEL SUR o ADIÓS A LA INOCENCIA. De diversos géneros y cineastas muchos de ellos denominados artesanos y que a mí siempre me han parecido tantos de ellos unos profesionales maravillosos.
También otro motivo para la defensa de lo anteriormente expuesto es que los descubrí en mi niñez o juventud, en momentos especiales o que a mí así me lo parecían… o vayan a ustedes a saber las razones.
El caso es que FUEGO VERDE, producción estadounidense de 1954, pertenece a esa categoría.
Refrito parecido o con variantes de MOGAMBO, CUANDO RUGE LA MARABUNTA –todas ellas fechadas el mismo año, 1954, bueno si tengo que ponerme riguroso MOGAMBO es de 1953-, un tipo de cine aventurero y amoroso muy en boga en el Hollywood del momento, supone una inmersión en la espesura de la selva y paisajes colombianos.
Durante tres semanas se trasladaron a tierras de Barranquilla, Cartagena o el río Magdalena un equipo de 28 personas, entre técnicos y actores. Padecieron un rodaje difícil, lleno de dificultades: climatológicas, escasez de instalaciones o la resaca y consecuencias –principalmente a la hora de tramitar permisos- de un reciente golpe militar.
Pero las complicaciones ya venían de antes, a la hora de elegir el reparto final, pues antes de los finalmente elegidos se habían barajado los nombres de Clark Gable, Eleanor Parker o Richard Thorpe tras las cámaras.
Eso no mermaría ni un ápice los encendidos besos –me refiero estrictamente a los fílmicos- que se dieron la pareja protagonista, Stewart Granger y Grace Kelly, ambos en todo su esplendor físico y profesional.
Granger ya había interpretado bajo las órdenes del director de esta historia, Andrew Marton (director de segunda unidad de BEN-HUR, uno de los firmantes de EL DÍA MÁS LARGO o responsable en solitario de DAKTARI o EL ATAQUE DURÓ SIETE DÍAS) , dos obras señeras del cine de aventuras, la mítica LAS MINS DEL REY SALOMÓN y NORTE SALVAJE. Como Glenn Ford y tantos otros fue un grandísimo actor no suficientemente valorado en muchas ocasiones; tal vez por aquello de entregarse a muchos proyectos considerados erróneamente como ligeros o de géneros “menores”.
Para participar en esta empresa, Kelly exigió a los mandamases de Metro que la dejaran rodar para Paramount LA ANGUSTIA DE VIVIR, lo cual supuso una elección de lo más acertada, pues le puso en bandeja el único Oscar de su breve carrera cinematográfica (ya saben: se cruzó en su vida Rainiero de Mónaco, se convirtió en princesa de “cuento de hadas”).
Sumen a ellos el veterano y magnífico característico Paul Douglas y John Ericson como el conflictivo hermano de ella.
Lo demás lo ponen la citada y amena dirección de Marton, la banda sonora de Miklos Rozsa (cuyo tema principal con coros suena evocador en los títulos de crédito iniciales), unas localizaciones llamativas (aunque también se rodaron una buena porción en interiores de estudio y en Hollywood Hills, justo al lado del Mulholland Drive que certificaría para la posteridad décadas martes David Lynch), una estupenda utilización del cinemascope (y de la versión estándar 4x3 no anamórfica para ser proyectada también en salas que en el momento de su estreno todavía no disponían de aquel formato incipiente).
Creo que serán muchos los que ya sepan que su título se refiere a las esmeraldas que son motivo de la codicia de tantos.
No recibió precisamente elogios, es más, Granger llegó a afirmar que “tuvo la desgracia de estar en la única película realmente mala que hizo Grace”, tampoco la respuesta comercial fue precisamente para dar palmas (pero no supuso un fiasco, presentó al final beneficios, pocos, pero los tuvo), pero así con todo ello, me continúa pareciendo a muchos años vista –tanto de su rodaje como de mi primer visionado- evocadora, entretenidísima y con un encanto caduco irresistible.
Apostillas:
-Se unió a una expedición alemana a Tibet en 1934, donde filmó DEMON OF THE HIMALAYAS (EL DEMONIO DEL HIMALAYA). Marton citó que era judío como una razón por la cual la película no podía ser lanzada con su nombre como director, citando una conversación que había tenido con el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels.
Las obras de Andrew Marton se centran en el exotismo, la naturaleza y el espectáculo. Además de largometrajes, también fue notable en televisión, creando varias películas de la naturaleza y supervisando episodios de series como FLIPPER y DAKTARI (la de Clarence, el león bizco). Recordado por momentos cinematográficos como la carrera de carros de BEN HUR o las escenas de batalla de A FAREWELL TO ARMS (ADIÓS A LAS ARMAS), trabajó como director de la segunda unidad para directores de Hollywood, incluidos William Wyler, Fred Zinnemann, Joseph L. Mankiewicz y Mike Nichols . (Wikipedia).
-Marton era húngaro como el grandísimo Michael Curtiz. Con Stewart Granger, tal vez su actor fetiche, rodó LAS MINAS DEL REY SALOMÓN, FUEGO VERDE y NORTE SALVAJE.
-Solía trabajar con tramas sencillitas, no demasiadas complicadas, a las que les transmítía gran viveza y agilidad. Solían ser ricas en lances y peripecias, como en FUEGO VERDE.