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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Lunes, 15 de julio

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Foto: James Stewart en La ventana indiscreta/Rear window

-Hacía tiempo que no les recomendaba una película para no ver jamás… pero, por supuesto, ustedes tienen la última palabra, y según lo que se fíen de mi criterio (siempre he dicho que si alguien coincide con otra persona al 50% de los gustos cinematográficos me parece ya una exageración). En este caso, un documental insustancial, exclusivamente dirigido a fans del grupo musical homenajeado… ONE DIRECTION: THIS IS US (ONE DIRECTION: THIS IS US):

Documental inane, falto de auténticas señas de identidad, irrelevante, sin garra y rutinario que gira en torno al grupo musical británico adolescente One Direction. El caso es que el director elegido para esta empresa, prometía bastante inicialmente, Morgan Spurlock, responsable de las interesantísimas SUPER SIZE ME y FREAKONOMICS, pero esas expectativas no son finalmente rubricadas.  

Supongo que se habrá visto engullido por cierto servilismo a la banda y por esa palpable “apología” de la misma. Del tipo qué chavales más majetes, cómo se enrollan, fíjense sus salidas de tono qué naturales resultan y lindezas de parecido corte. Un desperdicio, vamos.  

Repasa su fulgurante éxito en Factor X o el lanzamiento de su primer álbum en los Estados Unidos, UP ALL NIGHT, que logró todo un récord para un conjunto británico, como fue entrar en el primer puesto de los 200 más escuchados.  

Una considerable parte de su metraje la ocupa el concierto que dieron en el London 02 Arena, en abril de 2013. De lo más recién cocidito.  

Miro hacia atrás en el tiempo, o no tanto, y recuerdo aquellas maravillas setenteras u ochenteras de grabaciones “concierteras” como WOODSTOCK, EL ÚLTIMO VALS de Scorsese (sobre The Band) o STOP MAKING SENSE de Demme (sobre los Talking Heads). Sin ir más lejos, recuerden la impresionante y reciente (también 2013) SEARCHING FOR SUGAR MAN. Todos ellos ejemplos de indagación, creatividad, vigor o brillantes resoluciones formales. Aquí en cambio, todo es inocuamente aparatoso, abrumador, de lo más insípido.  

Por supuesto, quienes sean fans incondicionales, una muchachada aplastante, se darán por más que satisfechos con ir escuchando como van desgranando una buena parte de sus éxitos, como los para mí completamente ajenos KISS YOU, ROCK ME AND I WOULD.

Que no, que no les hago perder más su tiempo leyendo y el mío escribiendo.

-Los Clásicos del Deicy siempre se visten de gala, pero el de este lunes vuelve a ser otro de esos especiales porque el protagonista es el “mago del suspense” con uno de sus títulos más míticos y emblemáticos, LA VENTANA INDISCRETA (REAR WINDOW... la traducción más precisa sería VENTANA TRASERA). Tal vez sea la película del verano por excelencia... o sin duda, una de ellas. El verano en Brooklyn, ese calor asfixiante y pegajoso, la emoción de esas noches en las que ves desde tu ventana a los vecinos de enfrente...:

REAR WINDOW, o séase, LA VENTANA INDISCRETA, figura entre mis siete películas favoritas de Alfred Hitchcock, si es posible hacer una selección de solo siete. Junto con VÉRTIGO, PSICOSIS, REBECA, ENCADENADOS, LA SOMBRA DE UNA DUDA y LOS PAJAROS. Cierto que cuando vuelvo a revisar la mayoría de su filmografía, especialmente su fructífera y magistral etapa norteamericana, la que veo en ese momento pasa a formar parte de mis preferidas.

  De lo que no me cabe la menor duda, es que es la más “voyeur”, la más mirona del mirón por excelencia. Porque esta apasionante historia de intriga y tensión basada en una novela corta del especialista Cornell Woolrich, IT HAD TO BE MURDER, es ante todo la recreación de un pequeño universo, de un microcosmos que podría ser el de cualquier lugar, contemplado de manera subjetiva y escrutadora por un individuo. Ante nuestros ojos asistimos a un desfile de personajes en la distancia acercados por un objetivo revelador de sus intimidades cotidianas: el viajante, la señorita corazón solitario, Mrs.torso, la pareja de recién casados…  

Un reportero, un sensacional James Stewart, convaleciente e inmovilizado, con la pierna enyesada, espía, fisga a los vecinos de un bloque de apartamentos situado delante de esa ventana indiscreta a la que alude el título. En el fondo, Hitchcock retrata una de las facetas más evidentes, pero menos admitidas del ser humano: la curiosidad por el prójimo.  

La puesta en escena que gasta vuelve a ser de una tremenda complejidad y elaboración. Unos poderosos planos generales son alternados con otros primerísimos de su protagonista, desde diferentes perspectivas y expresividades. Dotada de una narrativa fascinante, que impide que se despegue ni un solo momento la vista de la pantalla, no deja de ser, igualmente, un combate de posturas y miradas entre un solterón redomado y una elegantísima chica de la alta sociedad.  

Cómo no, Grace Kelly, que sale bellísima, lo borda en ese rol en su segunda colaboración con el maestro, tras su debut con la subvalorada CRIMEN PERFECTO y el divertimento que rodaría a continuación en el Montecarlo que acabaría siendo su refugio terrenal ATRAPA A UN LADRÓN. Curiosamente, las tres películas que rodó con el mago del suspense, fueron seguidas. Y de nuevo sería vestida inmejorablemente por ese referente del vestuario hollywoodiense llamada Edith Head.  

El contrapunto humorístico corre a cargo de una, como siempre, enorme y descacharrante Thelma Ritter, de nuevo metida en faenas de chacha metijona, cómplice y ocurrente. Esos goterones de comedia y la pugna nupcial entre los protagonistas, constituyen un agradecible momento de alivio en una trama que no baja en un momento el diapasón de un suspense creciente.  

Me encanta también esa ambientación veraniega. Ese calor pegajoso que por momentos parece capaz de traspasar la pantalla y provocar sudoraciones. Un antológico ejercicio de suspense puramente mecánico y también del más penetrante acerca de la conducta humana.  

Asombrosa, hechizante.

Apostillas:

Si quieren saber lo que es el CINE presten atención a una secuencia casi al inicio en el que la cámara del “mago del suspense” se pasea por el patio adormecido, se planta en un primerísimo plano en el rostro sudoroso –por el calor sofocante, por estar enyesado- de James Stewart, repara en un equipo fotográfico roto, se acerca a unos cuadros de situaciones arriesgadas y recoge una foto velada de la chica, Grace Kelly. Este momento señalado por François Truffaut en su magnífico libro-entrevista a Hitchcock, recoge la esencia de esta película y del propio cine norteamericano. No hace falta contar nada más acerca del personaje y de su situación, ahí está todo dicho. En medio minuto se ha obrado el milagro. Es un verdadero prodigio. A eso le llamo narrar cinematográficamente, o al menos, esa es la forma de contar una historia que más me fascina.

Presten atención igualmente a la escena en la que Thelma Ritter pone firme a Stewart explicándole su punto de vista sobre las relaciones amorosas, sobre el matrimonio.

Y, tal como decía el propio Hitchcock en el citado libro truffatiano, comprueben la importancia del montaje. Como una misma sonrisa del reportero puede denotar simpatía o revelar a un viejo crápula, según lo que se ponga en el contraplano, en el plano siguiente, bien a un perrito subiendo en una cesta o a una bailarina de buen aspecto.

Este trabajo supuso para su director todo un reto tanto técnico como argumental. Y si en el primero aspecto resulta irreprochable, no lo es menos en el segundo. Sobre todo a la hora de ir describiendo, fisgando, ese otro lado del patio en el que cada persona responde a un determinado tipo de conducta humana, Todo un pequeño catálogo de comportamientos de la especie.  

Se muestra entero el patio de vecinos solo cuando la dueña del perrito grita tras un mortal percance sufrido por este.

El final pensado inicialmente y que se acabaría cambiando es el de Stewart protegiéndose del asesino con un busto de Beethoven que era el que acaba recibiendo el disparo.

La aparición de Hitchcock se produce dando cuerda a un reloj en el piso del compositor.

Uno de sus leiv motiv argumentales principales es que en el fondo Stewart no tiene ganas de casarse con Kelly, por cierto, bellísima y maravillosamente vestida por la indispensable Edith Head.