Foto: Robert Sean Leonard y Christian Bale en Rebeldes del swing/Swing kids
-Decido desde primeras horas de la madrugada que este va a ser un lunes cinematográfico… muy musical. Comienzo con una joyita de no hace mucho tiempo, veinticinco años de nada, que no gozó de la gran respuesta popular y crítica que merecía, REBELDES DEL SWING (SWING KIDS). Nunca es tarde para recuperar esta entusiasta evocación que narra la lucha de los chicos alemanes amantes del swing en contra del nazismo emergente negador de la libertad individual y la de cualquier otro signo:
Una película enérgica y entretenida de verdad, con telón de fondo muy dramático, pero francamente bonita de contemplar y con mucho ritmo.
Sitúa su acción en la Alemania nazi previa a la Segunda Guerra Mundial. Se centra en los “chicos swing”, un movimiento juvenil de corte estético y cultural, amantes de esta música estadounidense surgida en la década de los treinta. Toda una provocación para los jerarcas del feroz sistema que regía el país, quienes la tachaban de decadente y trataban permanentemente de prohibir su divulgación.
En el cuarteto protagonista pueden encontrar al chaval de otro selecto club, el de los Poetas Muertos, Robert Sean Leonard y a un incipiente y ya descollante Christian Bale, al que, seguro que si hubiera sabido de sus poderes “gothamanianos” futuros, seguramente no hubiera consentido tanto desmán.
Es evidente que es una forma un tanto novedosa y original de contemplar la temática pues, aunque caiga en tópicos casi inevitables, no deja de ser una llamada de atención, de manera individualizada, sobre la mucha ciudadanía que no estaba de acuerdo con un régimen voraz, destructivo, represivo y dictatorial pese a haber surgido democráticamente.
Uno de sus aspectos undamentales, cuidado con mimo y esmero, es lógicamente el apartado musical. El coreógrafo Otis Sallid obtuvo un American Choreography Award por los dinámicos y bulliciosos bailes compuestos expresamente para la película.
Hurgando en su reparto, aparte de los dos jóvenes protagonistas anteriormente citados, pueden encontrarse con “veteranos” de fuste, como Barbara Hershey, en el papel de la madre del protagonista o Kenneth Branagh, en un rol curiosamente sin acreditar, oficial de las SS.
Esta elogiable mezcla de melodrama y musical, tal vez sea el mejor trabajo hasta la fecha de su director, Thomas Carter, concienzudo profesional de breve filmografía cinematográfica, pero todo un especialista en series televisivas como CANCIÓN TRISTE DE HILL STREET o CORRUPCIÓN EN MIAMI.
-Alegre, optimista, jovial, eléctrica, vibrante, enérgica, mágica, asombrosa sesenta y cinco años después, SIETE NOVIAS PARA SIETE HERMANOS (SEVEN BRIDES FOR SEVEN BROTHERS) se me erige hoy en día como uno de esos clásicos indispensables en mi dvd/blu-rayteca. Ya solamente con ese comienzo del rudo leñador Howard Keel entonando “Dios bendiga tu preciosa piel estés donde estés” o el baile de la construcción del granero, ya merecería un sitio de honor en la historia del cine, pero es que el resto del metraje es una continua fiesta a idéntica estratosférica altura. Si tienen un día depre, es una medicina ideal. Me olvidaba, es la inmejorable apuesta seleccionada hoy en los Clásicos del Deicy:
Un clásico indiscutible, incontestable de la comedia musical. Hasta la calefacción se dispara sola con el dinamismo de esta joya del Séptimo Arte.
Tal vez su único inconveniente hoy en día proceda del material argumental de partida, esa actualización –en el momento de su producción- del rapto de las sabinas (acontecimiento inspirado en la novela THE SABBIN WOMEN de Stephen Vincent Bennet). Hoy en día son muchas –y muchos- las que pondrían el grito en el cielo, con toda razón, pero 1) hay que situarse en la fecha en que transcurre la historia, y 2) tampoco es para exagerar más de la cuenta dado su tono amable y festivo. Sin duda ello no obvia que posiblemente en el contexto actual, este tratamiento podría ser considerado políticamente incorrecto. Y conste que en manera alguna pretendo frivolizar con el asunto.
Me centraré en el soporte fundamental de esta vitalista, resplandeciente, colorida, pletórica producción Metro Goldwyn Mayer. En esa recreación de tiempos de rudos pioneros y leñadores bailarines resuelta con la mayor de las energías y de los talentos.
Su dirección, sus números musicales –no se olvide a Michael Kidd- fueron confeccionados por un joven profesional no solo descollante sino verdaderamente genial. Alguien que con tan solo 28 años había realizado –solo dos antes que esta otra genial muestra- la que tal vez pueda considerarse la obra capital del género, CANTANDO BAJO LA LLUVIA. Me refiero a Stanley Donen, el de CHARADA, UN DÍA EN NUEVA YORK, ARABESCO, SIEMPRE HACE BUEN TIEMPO, JUEGO DE PIJAMAS, DOS EN LA CARRETERA, INDISCRETA… No hace falta que siga, ¿verdad?
Desde su inicio, desde ese reciote Howard Keel entonando BLESS YORE BEAUTIFUL HIDE, hasta esos GALANTEOS que Jane Powell, la esposa buscada, enseña a los rudos hermanos, pasando por ese LAMENTO invernal de los hermanos, o por esos trinos primaverales, SPRING SPRING SPRING, culminando en una secuencia central –ya sé que abuso del término en exceso- verdaderamente antológica, como la del baile de la construcción del granero, uno de los hitos insuperables en dicho terreno, todo rezuma alegría de vivir a raudales, entusiasmo, buen rollo, ritmo y regocijo.
A propósito de esta última secuencia, compruébese el cuerpo de gominola que poseía el elástico no, lo siguiente, Russ Tamblyn (Gideon), presente también en otros hitos del género como WEST SIDE STORY, EL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS HERMANOS GRIMM o EL PEQUEÑO GIGANTE (PULGARCITO).
Hace gala de un humor que, en cualquier momento, pero sobre todo en tiempos agitados se hace más necesario que nunca.
No quisiera concluir sin señalar que obtuvo un Oscar a la mejor banda sonora musical, el único de los cinco a los que optaba. Y que una de las “brides”, la más largirucha, Julie Newmar (Dorcas), es la misma a la que hacían mención en la agradable A WONG FOO, GRACIAS POR TODO, JULIE NEWMAR, una producción surgida al amparo de LAS AVENTURAS DE PRISCILLA, REINA DEL DESIERTO.
Confieso que se encuentra entre mis diez musicales favoritos de todos los tiempos.