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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Viernes, 29 de marzo

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Foto: Nico Parker, Colin Farrell, Dumbo y Finley Hobbins en Dumbo/Dumbo

-Pese a venir avalada por la firma de uno de los cineastas más geniales surgidos en las cuatro últimas décadas, Tim Burton, la recepción crítica en su país de origen no había sido precisamente agua de rosas. Da igual, dada mi veneración por el de Burbank, casi pareja –bueno, no- a la de Clint Eastwood, habiendo por medio un estreno suyo como este DUMBO (DUMBO) no albergaba duda alguna sobre cuál era el estreno a elegir de este fin de semana. Incluso aunque hubiera recibido críticas negativas de todo el mundo, que tampoco es el caso:

“No hay mejor viaje que el de la vuelta a casa” (Roshan Seth)

 

DUMBO no es el mejor, pero es un muy buen Tim Burton… y no manifiesto esto por condescendencia o por fervor e incondicionalidad hacia su obra. Es por méritos propios, quede claro.

Curiosamente, viniendo firmada por el que un su momento supusiera todo un transgresor del cine infantil y fantástico, parece más acomodada a cierto estilo conservador, pero no por ello menos encantador, estilo Disney. Y quede igualmente claro, que me resultó de lo más atrevida y fascinante su propuesta de ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS para la misma factoría que le viene acogiendo en los últimos tiempos. También conste en acta que me encanta su HOGAR DE MISS PEREGRINE Y LOS NIÑOS PECULIARES. O la irresistible SOMBRAS TENEBROSAS (de la que no está de mar conocer su antecesora televisiva).

Lo que considero incuestionable es que mantiene intactas sus cualidades de fabulador nato (bien podría haber añadido una voz en off que hubiera pautado en esta ocasión… érase una vez que se era hace un siglo, en 1919) y ensoñador. Y consigue ser emotivo en varios pasajes, algunos gracias al fundamental acompañamiento en la banda sonora de su habitual y genial colaborardo Danny Elfman (son un binomio tan indisociable como Blake Edwards/Henry Mancini, Steven Spielberg/John Williams, Michael Curtiz/Max Steiner o Sergio Leone/Ennio Morricone). Respecto a esto último, más de uno seguro que dirá que eso no es cine puro, a lo que yo apostaría ¿y por qué no?

También considero preciso antes de continuar con la estricta reseña, puntualizar algo. Tengo la impresión qué al último tramo de la obra de Burton, Eastwood, Coppola o Allen, o Ford, Wilder, Cukor, Walsh, Hawks, Wyler si me remito a los clásicos, le sucede algo parecido a los matrimonios. Sin ir más lejos, y disculpen la referencia personal, a mis presentaciones cinematográficas. Y es que aquello que es recibido positivamente o bienvenido en sus orígenes, suele ser criticado al cabo de unos años de volver a lo mismo, o parecido ¿Qué es lo que ha sucedido? Pues aparte de la mayor o menor inspiración que se pueda tener en cada momento o según el proyecto, algo tan elemental como el paso del tiempo. Aquello que es vitoreado inicialmente como novedoso, tras ser expuesto una y otra vez a la reiteración, acaba cansando. Y es que nos cansamos de la pareja, de la familia, de los amigos, de nosotros mismos, de lo que vemos, de lo que amamos. Añadan en mi caso, que soy un enamorado de la convención y la rutina siempre bien entendidas, sin tener porque conllevar ello el hastío.

No siempre es así, ni mucho menos a veces no es menos cierto que se produce un desgaste evidente, pero tengo la sensación de que en muchas ocasiones somos nosotros quienes nos cansamos de estar expuestos a lo “mismo”.

En lo que a mí se refiere, prácticamente nunca me he cansado del estilo de ninguno de los cineastas anteriormente citados, para mí todos ellos verdaderos referentes, mis favoritos. Pueden acertar más o menos, pero su manera de hacer me continúa proporcionando gratísimos momentos. Es más, es eso precisamente lo que voy buscando. Y es lo que me pasa con Burton. Por eso lo considero entre los grandes.

No me ha empachado nunca en absoluto, me encanta su permanente búsqueda de lo asombroso, sus trazos oscuros, su exuberancia, su imaginación y su apabullante sentido de lo visual y lo pictórico. Y ojo, que lo he proclamado bien alto en más de una ocasión, no se limita a ser un mero ilustrador, sino que es también un grandísimo narrador. Y lo que se dice decepcionarme tan solo lo hizo con su particular y fallida versión de EL PLANETA DE LOS SIMIOS que, por otra parte, me gustaría volver a revisarla. Y a no mucho tardar así lo haré, pues pudiera que me llevara una sorpresa para bien.

Cierto –y vuelvo a retomar lo que es la estricta crítica de la película- rebaja concisión e incluso alguna secuencia más osada –parece mentira, eh- respecto al original animado, pero a cambio es mucho lo que ofrece. Por supuesto, resulta obvio, es bastante más espectacular.

¿Que no alcanza la cima de su depurado y estilizado toque lograda en títulos tan diversos como EDUARDO MANOSTIJERAS, BIG FISH, LA NOVIA CADÁVER, ED WOOD o FRANKENWEENIE?. Bueno… y qué. Se encuentra muy cerquita de esos listones tan elevados. Desde luego, procura en todo momento un entretenimiento de primerísima línea, resulta francamente embelesador y ofrece algún sustrato dramático nada desdeñable (por ejemplo, ese discurso pro animalista que subyace en todo instante… a tono con este nuevo tiempo), amén de una nada ñoña oda familiar.

Me encantan los brillantes títulos de crédito iniciales en los que los personajes de la troupe van apareciendo en bocadillos. Y luego está todo ese corolario de frecuentes secundarios extravagantes, diferentes o singulares, tan gratamente asociados, apegados a su obra.

Los actores todos están bien elegidos, incluso ese veneno para las taquillas que arrastra como mala e injusta fama el bueno de Colin Farrell. Danny De Vito es un magnífico jefe de pista, Michael Keaton se muestra lo suficientemente turbio que requiere su personaje y Eva Green, bueno Eva Green siempre es una aportación rotunda en todos los sentidos (atentos a Alan Arkin en un breve cometido como magnate de Wall Street), una de mis debilidades actuales. Los críos –la guapetona Nico Parker y Finley Hobbins- son resultones y el elefantito, acompañado de unos eficaces y nada abusivos efectos digitales, es una monada con trompa.

Pues no sé a ustedes, pero a mí todo lo anteriormente expuesto me parece de lo más digno de elogio y aplauso. No es la obra maestra que tal vez hubiera podido ser, pero acumula abundantes méritos. Muy recomendable.