sábado, 20 de abril

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Domingo, 24 de marzo

Imprimir artículo

Foto: Aarshi Banerjee y Roman Kolinka en Maya/Maya

-El tercer estreno del fin de semana procede de nuestro país vecino, es una muy atractiva incursión en un personaje introspectivo -al que se contrapone otro cálido- y en un país vitalista y colorido incluso en su sentido metafórico como la India. Se trata de MAYA (MAYA), quinto largometraje de la realizadora francesa Mia Hansen-Love:

“Ningún mundo es más real que otro. Hay miseria y sufrimiento en todas partes” (Johanna ter Steege)

 

La frase seleccionada para encabezar esta reseña no resume el principal espíritu que la alberga, pero tiene por sí misma entidad para que la traiga a colación.

Aclarado esto, tengo que confesarles que con esta cuarta película que veo de su directora (la más reciente ha sido EL PORVENIR, con Isabelle Huppert me pareció tan notable como la que ahora me ocupa), la francesa Mia Hansen-Love, puedo ya pronunciarme sobre lo bastante que me interesa su cine, a contracorriente de lo que vende en taquilla y alejado de esquemas hollywoodienses.

Preciso más. Su estilo en esta ocasión parece surgido de un cruce de esa incontestable obra maestra de Jean Renoir que es EL RÍO y del de casi cualquier obra de Eric Rohmer.

De hecho, sus personajes parlotean a veces incansables –ella especialmente- mientras caminan mucho o se desplazan en moto. Se recrean en contemplaciones o ensimismamientos. No deja, por tanto, de apelar a una cotidianidad digna –en el mejor sentido- de aquella interpretación que hiciera Gene Hackman en LA NOCHE SE MUEVE, “es como ver crecer una planta”.

Y aunque el pasado marca la vida del protagonista, ese reportero de guerra de fe decidida e inquebrantable en lo referido a su profesión, lo que importa es el presente, el momento vivido en compañía o soledad, esos instantes de apacibilidad, compañía o conversación, los sentimientos albergados mientras discurre la vida descrita en pantalla.

La historia habla fundamentalmente de renuncias, pérdidas, reencuentros contenidamente doloridos, separaciones y, aunque el destino está trazado por el propio Gabriel, la historia de amor propuesta está muy bien vestida, sin afectación alguna ni caramelo, dejando claro que el entorno en el que se desenvuelve posea una fascinación innata, y ello sin necesidad de abusar del efecto de la relamida tarjeta postal.

En este proceso es fácil que se pueda confundir la interiorizada interpretación de Roman Kolinka, un individuo inequívocamente francés, con inexpresividad, pero no creo que quepa duda alguna de la luminosa presencia y desenvoltura de la guapísima actriz india Aarshi Banerjee.

Hansen-Love, aunque tal vez sea prematuro, continúa elaborando una rica y compleja obra repleta de matices, sensaciones, registros sensoriales diversos, humanismo, aunque este venga comprimido y belleza.