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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Domingo, 18 de noviembre

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Foto: Chino Darín y Lorenzo Ferro en El ángel/El ángel

-El tercer estreno del fin de semana continúa manteniendo muy elevado el listón, la media, de los títulos aterrizados este fin de semana en la cartelera ciudadrealeña. Se trata de una exitosa producción del país de Messi y, sobre todo, de Jorge Luis Borges, EL ÁNGEL (EL ÁNGEL):

Caray con Carlitos Robledo Punch, el protagonista argentino conocido también por “El ángel de la muerte” (personaje real, se cree que cometió cuarenta robos y más de once asesinatos… condenado a cadena perpetua es el preso que más lleva en la cárcel en la historia argentina, cuarenta y cinco años) de este singular “thriller”, individuo nada afín ni digno de compasión –aunque pueda despistar- como podrán comprobar, pero con un toque seductor nada desdeñable… y hasta casi irresistible inicialmente.

Su mayor acierto es la elección de Lorenzo Ferro como el sujeto en cuestión. De físico querubinesco si se me permite la expresión, con cara de mujer, de niña, que hace de la delincuencia, del asesinato una cuestión juguetona, irrelevante, como de quién no quiere la cosa y frivolizando su acción.

Producida por los hermanos Almodóvar y dirigida con buen tino por parte de Luis Ortega, de manera aséptica, a la hora de describir al tipo en cuestión, asistimos a una concatenación de hechos, de saltos criminalmente cualitativos y cuantitativos expuestos con el justo punto de distancia, sin por ello pringarse con ninguna perspectiva moral. El propio espectador los acoge como entienda o corresponda. Y ello me parece en este caso virtud.

La trama está salpicada por una serie de canciones propias de la época en que transcurre la acción –comienzos de los 70- que le confieren un tono fluido, pop y ligero que le sienta muy bien al conjunto. Temas que van desde esos muy reconocibles para toda una generación LA CASA DEL SOL NACIENTE y CORAZÓN CONTENTO de Palito Ortega (de este último pueden encontrar en YouTube una versión cantada a dúo con Marisol que es toda una joyita) o NO TENGO EDAD de Gigliola Cinquetti.

Otro de sus aciertos, tal y como han destacado algunos colegas (Carlos Boyero entre ellos), es una atmósfera entre malsana y enigmática, permanente y extrañamente amenazadora, que aporta en todo momento una incertidumbre que le sienta golosamente a esta crónica policial.

El colofón, justo el último plano, no tiene precio. Y con esto no estoy proclamando que sea una película redonda, pero sí un notabilísimo ejercicio con personalidad propia, aunque en el ambiente flote la ubicua sombra de Tarantino (guste más o menos se está convirtiendo en una de las mayores influencias más palmarias del Séptimo Arte junto a la de Alfred Hitchcock, desde luego casi la que más del panorama actual, junto a Scorsese). Conviene recordar que desde el país sudamericano nos han llegado otras producciones ilustres más o menos ficticias como RELATOS SALVAJES o EL CLAN.

Y es que ya se sabe que el mal, mostrado en diferentes manifestaciones, aunque no genere incondicionalidad –y me refiero claro, en su manifestación artística, cinematográfica en este caso- adecuadamente cocinado, genera la considerable fascinación como la aquí destilada y expuesta. Si ello lo rocían con alguna especia sarcástica lo resultante se muestra de lo más apetitoso.

Estupendo el citado Ferro, vitalidad pura y del que resulta casi imposible sustraerse ante su hipnótico rostro angelical, como de chico ejemplar y que no ha roto jamás un plato, con esos ríos y engatuse que le confieren un aspecto al que uno jamás asociaría con el menor de los delitos, cuánto menos con el que más. Y su manera de bailar resulta la reoca yé-yé.

No le va a la zaga su compañero de correrías y objeto de admiración rayana en algo más y en lo patológico, un atractivo Chino Darín de patillas icónicas de toda una época, o sea Ramón. Casi irreconocible una como siempre espléndida Cecilia Roth (como la madre), heroína almodovoriana en otros tiempos no tan lejanos. De lo más insinuante resulta también la progenitora de su compañero de correrías, la veterana, pero todavía joven Mercedes Morán.

En su país de origen, aparte de la gran respuesta comercial, ha batido el récord de salida de una película, con un lanzamiento inicial en 354 salas. Han sido un millón doscientos mil espectadores los que la han visto allí hasta la fecha. En este caso, un merecido refrendo a su innegable por mi parte calidad.