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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Domingo, 17 de enero

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Foto: lamiradadeulises.com (de la película Que el cielo la juzgue, Gene Tierney)

-Los meteorólogos señalan que va a ser la noche más fría del año y así parece ser. Para contrarrestar sus efectos nada como un sofá, un par de buenas mantas, una copa de buen orujo gallego y una película divertidísima, de las que hacen entrar en calor. Elijo en Canal+ Comedia una de mis diez imprescindibles de Woody Allen, BALAS SOBRE BROADWAY (BULLETS OVER BROADWAY, 1994):

Puede que sea uno de los dos o tres guiones más portentosos de toda la espléndida trayectoria fílmica de Woody Allen. Es sencillamente sorprendente. Despliega variedad de registros, riqueza  tonal y matices.

Eso sí, alguna de sus bestias negras, los creadores pomposos y pagados de sí mismos por ejemplo, vuelven a quedar convenientemente volteados y malparados. Pese a ello, rezuma un enorme  cariño por buena parte de sus personajes y de las graciosas situaciones en que se ven envueltas, pues hasta las más dramáticas también cuentan con idéntico tratamiento.

Como ese gángster encarnado con suma gracia y estilo por Chazz Palminteri, metido inesperadamente a exitoso autor teatral, mientras lleva a cabo las funciones de guardaespaldas de una espantosa estrellita teatral financiada por su protegido. Resulta todo un hallazgo, un descubrimiento… no ya el actor, pues conocido es su talento, sino el papel encarnado.

Todo ello servido mediante una envolvente ambientación años 20 y por la cálida fotografía de Carlo Di Palma. Casi todos los trabajos del genio neoyorquino materias retro, suelen destilar ese preciosa(ista) atmósfera evocadora, pese a que puedan albergar las más demoledoras y sutiles críticas a lo que sea. Pero nunca abandona el aire cálido y humano que desprenden sus criaturas, aún descritas en sus torpezas o maldades.

Sin duda, una de las comedias “top” de los 90. Un prodigio de delicadeza e irresistible encanto. Y con una reconstrucción de época verdaderamente deliciosa.

Y por cierto, a fecha de hoy mis otros nueve títulos favoritos de Allen son: DÍAS DE RADIO (RADIO DAYS), LA ROSA PÚRPURA DE EL CAIRO (THE PURPLE ROSE OF CAIRO), MANHATTAN (MANHATTAN), MISTERIOSO ASESINATO EN MANHATTAN (MANHATTAN MURDER MYSTERY), ANNIE HALL (ANNIE HALL), HANNAH Y SUS HERMANAS (HANNAH AND THE SISTERS), DELITOS Y FALTAS (CRIMES AND MISDEMEANORS), MATCH POINT (MATCH POINT) y MEDIANOCHE EN PARÍS (MIDNIGHT IN PARIS).

Frase: "El deber del teatro no es solo distraer sino transformar el alma humana" (John Cusack)

 

-La temperatura cinematográfica de la madrugada alcanza los 451 Fahrenheit. Disfruto como un verdadero bendito en La Regional de un melodrama supremo, excepcional, majestuoso, QUÉ EL CIELO LA JUZGUE (LEAVE HER TO HEAVEN) de John M. Stahl protagonizado por una excelente actriz y una mujer de belleza celestial:

Solo cuatro películas de la neoyorquina Gene Tierney me bastarían para situarla en lo más alto de mi pedestal, de mi Olimpo femenino, todas ellas míticas, LAURA, EL FANTASMA Y LA SEÑORA MUIR, EL FILO DE LA NAVAJA y ésta. Pero legó muchas más a idéntica altura artística: NOCHES EN LA CIUDAD, SINUHÉ EL EGIPCIO, LA RUTA DEL TABACO, EL CASTILLO DE DRAGONWYCK, LA CAMPANA DE LA LIBERTAD, TEMPESTAD SOBRE WASHINGTON,  CASADO Y CON DOS SUEGRAS, EL TELÓN DE ACERO, AL BORDE DEL PELIGRO, VORÁGINE, EL HIJO DE LA FURIA, EL RENEGADO CERCA DE MI CORAZÓN, MARTÍN EL GAUCHO, EL EMBRUJO DE SHANGAI, LA VENGANZA DE FRANK JAMES (su debut, también bajo égida 20th Fox), EL DIABLO DIJO NO o NO ME ABANDONES… que recuerde en el momento en el que estoy escribiendo esto (esta vez he querido reprimir mi deseo de acudir a la Wikipedia). Sin duda, una de las mejores, de las más completitas filmografías de la historia, aunque nunca se viera –injustamente- recompensada con la estatuilla dorada.

Si tuviera que elegir un rostro de toda la historia del cine, mi novia Audrey aparte, este sería sin duda el de Tierney. De una belleza hipnótica, unos ojos que podrían arrastrar a la perdición a cualquiera, poseía además un innato talento para cualquier papel, dramático, romántico o comediante.

En QUE EL CIELO LA JUZGUE es Ellen Berent, la que siempre gana y todo, aparentemente, lo consigue. En la primera parte, podemos pensar que es la mujer ideal, pero pronto se van advirtiendo pequeños pero reveladores síntomas de que su naturaleza esconde el mal, una patología, seguramente una relación incestuosa con su padre, aunque el guión se encarga de no ser explícito al respecto. Resulta suficientemente metafórico que el refugio de la pareja se llame La otra cara de la luna, pues de los lados inadvertidos, sombríos, que alberga la mente humana trata esto.

Encabezaba este comentario indicando que es un melodrama, pero es más cosas a la vez, una doble o triple historia de amor, enloquecida la más obvia, pero cálida y serena las otras dos; también un thriller que me tiene encogido hasta su desenlace, vía esa secuencia de juicio tan contundente/definitoria y tan queridas por el cine norteamericano. Y por supuesto, no deja de ser puro cine “noir” en color, de ahí que llamen especialmente la atención que los asesinatos vengan descritos a plena luz del día, o con un fuerte colorido, otro de los rasgos distintivos de esta película. De hecho, sus oníricas, empastadas y chillonas tonalidades fueron recompensadas en 1946 con el Oscar a la mejor fotografía para su responsable, Leon Shamroy. A destacar cómo está filmado, entre el ocaso y la penumbra, el fascinante momento en el que Ellen esparce las cenizas de su padre montada a caballo.

Obtuvo cuatro nominaciones más, entre ella el de actriz a la propia Tierney, quien por cierto tiene como rival en la historia a otra contemporánea fascinante y de gran belleza, su hermanastra en la ficción Jeanne Crain. Ambas cuidadas al máximo en lo referido a su vestuario. Algún ancho pantaloncito de moda en el momento o vestido floreado constituyen un puro delirio.

Aquél mismo año competiría por la estatuilla con otros títulos de relumbrón como LAS CAMPANAS DE SANTA MARÍA, RECUERDA (otra historia de desequilibrios mentales pero de otro signo y tratamiento), LEVANDO ANCLAS, ALMA EN SUPLICIO (que serviría a su protagonista Joan Crawford el galardón a la mejor actriz, en otro papel de relativa “femme fatale”, una madre torturada) y la que sería la gran triunfadora –película, director- DÍAS SIN HUELLA de Billy Wilder, el mejor drama filmado jamás sobre el alcoholismo junto a DÍAS DE VINO Y ROSAS de Billy Wilder.

Cada vez que la he visto, me ha resultado imposible no sustraerme a su embrujo, desde el primer momento, desde que se inicia el largo “flashback” en el que los dos protagonistas se conocen en un divino tren de diseño casi imposible. A partir de ahí, este viaje al fondo de la mente está salpicado por secuencias tan antológicas como las de esa esposa con gafas negras permitiendo el ahogamiento  de su cuñado, la elíptica de la escalera previo dobladillo de alfombra o la del juicio final, con esa otra pareja confirmando su amor. Al respecto de esto último, es evidente desde el primer encuentro –hay un plano que así lo atestigua, o da fe, lo que prefieran- de la inmediata, de la fulminante atracción de Crain.

Para el anecdotario, destacar la aparición del posteriormente justamente mitificado Vincent Price, que ya le había tocado ser dos años antes el prometido despechado de idéntica protagonista, esta vez en LAURA. Entre medias también mantendrían un encuentro igualmente tortuoso aquí en calidad ya de marido, en EL CASTILLO DE DRAGONWYCK, melodrama gótico y de suspense de la mejor escuela. Menuda racha de llevarse mal en la gran pantalla mantuvieron durante los 40.

Un recuerdo último para su magnífico director, el “neoyorquino” John M. Stahl, todo un maestro del melodrama. Suyas fueron inicialmente algunas de las obras inspiradoras de Douglas Sirk, IMITACIÓN DE LA VIDA o SUBLIME OBSESIÓN. Pero ahí están también LA USURPADORA, DÉBIL ES LA CARNE, EL SARGENTO INMORTAL, MURALLAS HUMANAS y decenas más. El mismo año en que se presentó a los Oscar con QUE EL CIELO LA JUZGUE, lo hizo también con otro verdaderamente memorable, LAS LLAVES DEL REINO protagonizada por un joven Gregory Peck, la vida de un misionero en China. Emotiva y soberbia. Menudo director, cuántos de estos nos ha legado el cine norteamericano a lo largo de los más de 120 años de existencia del cinematógrafo.

Como regalo les dejo en la portada de esta sección un primer plano de Tierney. Habla por sí mismo.

Frases: “Algunas veces la vida es perversa” (Gene Tierney)

“Ella siempre gana” (Gene Lockhart)

 

-Pues una vez más, voy contracorriente y no por querer dar especialmente la nota sino por pura convicción. Una buena parte de mis colegas desdeñan un tanto LA CHICA DANESA (THE DANISH GIRL) y a mí, en cambio, me gusta bastante. Es el segundo y último estreno del fin de semana:

Hasta la fecha, a tres de las cuatro películas vistas del cineasta británico Tom Hooper las considero redondas, las últimas co financiadas por la industria de Hollywood. Esta, la quinta, me parece francamente notable.

Proveniente del campo televisivo, donde ha desarrollado una importante carrera y ha alcanzado una considerable reputación, su cine se caracteriza por un cuidado enorme de las imágenes, soluciones dramáticas emotivas desde la más estricta contención y la habilidad innata para mostrar a personajes en situaciones límite.

Tal como vuelve a aplicar en esta ocasión. Con el caso real de Einar Wegener, un pionero de la transexualidad, la primera persona que quiso cambiar de sexo mediante la cirugía. Casado con Gerda Wegener, ambos pintores daneses, está perfectamente expuesto su proceso de transformación mediante una legítima resolución estética, estilizada ¿Por qué hay siempre que tirar de sordidez, feísmo o histeria emocional? ¿Qué norma lo dicta?

Agradezco que se me cuente esto de una manera tan “limpia” y directa, envolviendo a los personajes en unas tonalidades diáfanas, blanquecinas, a tono con el “look” de la obra pictórica de los dos artistas. Los ambientes son adecuadamente decadentes y confieren a la historia un toque especial.

Está muy bien la sueca Alicia Vikander (EX MACHINA, UN ASUNTO REAL, EL SÉPTIMO HIJO, TESTAMENTO DE JUVENTUD... ¿una nueva Greta Garbo o Ingrid Bergman actualizada?), resulta muy natural en todas sus soluciones interpretativas, tanto las más relajadas como las dramáticas. Expone muy bien, con mucha credibilidad, lo sorprendente –más en aquellos desconocedores tiempos- de lo que tiene que hacer frente, de ir comprobando como su cónyuge va convirtiéndose en mujer, o mejor dicho, lo era sin tener del todo la certeza, pues eran tiempos en que esto ni se trataba ni se mencionaba.

Respecto a Eddie Redmayne son varios quienes le han achacado exceso de gestualidad, sobreactuación, pero a mí me da el pego en esta ocasión. El ganador del Oscar el año pasado por su recreación del astrofísico Stephen Hawking en LA TEORÍA DEL TODO, vuelve a dar todo un recital en una (doble) composición nada fácil. Y el hecho de que el segundo/la segunda Wegener que conocemos difiera del inicial, creo que es un mérito plausible, pues precisamente esa es la “gracia” del personaje con el que tiene que pechar.

Cinco años después de ganar la estatuilla por EL DISCURSO DEL REY, con la deslumbrante LOS MISERABLES entre medias, Hooper vuelve a mostrarnos su capacidad para contar historias siempre interesantes y hacerlo de manera que consiga engancharme desde los primeros compases.

Valioso, meritorio, cuidado, muy buen y primoroso cine.  

Frase: “No puedo seguir viviendo sin saber quién soy” (Eddie Redmayne)