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Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

Lunes, 12 de octubre

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Foto: remgiosol.wordpress.com (de la película El hombre de La Mancha)

-Como preludio a la festividad decido volver a tiempos habituales en mi vida y disfrutar del día viendo seis películas. Comienzo con tres en televisión, de madrugada. La primera en DCine español, un “giallo”, UN HACHA PARA LA LUNA DE MIEL (IL ROSSO SEGNO DELLA FOLLIA):

Es uno de los primeros y más importantes exponentes de este subgénero surgido en Italia, derivado del “thriller” y del cine de su terror, a su vez antecesor del actual “slasher”. Su nombre es debido al color de las cubiertas de ciertas novelas policíacas italianas de la década de los 30. Sus cartas de presentación, argumentos que tiran de clichés psicoanalíticos y una cuidada estética formal. Cuando era jovencito vi algunos con curiosidad, hoy en día los apenas los soporto. Este en concreto, lleva la firma de uno de sus representantes máximos, Mario Bava, extraordinario fotógrafo, como aquí se puede comprobar, pero narrador algo más dudoso y muy deudor de su época. Tenía curiosidad en comprobar cómo había resistido el paso del tiempo y esa supuesta innovación de ser el propio psicópata quién narre la historia. Me quedo indiferente, frío… pese a que la pantalla es teñida constantemente de sangre.

-La segunda televisiva la veo en AMC, la versión musical de EL HOMBRE DE LA MANCHA (MAN OF LA MANCHA):

Una herejía que para este día no viene mal: si tuviera que elegir una adaptación de la obra inmortal de Cervantes, creo que sería esta (y las hay muy buenas, desde la del ruso Kozintzev hasta la autóctona de Rafael Gil). Creo que no fue tratada en su momento como se merecía. Surgido originalmente en Broadway, es debido a Dale Wasserman (libro)/Joe Darion (letras)/Mitch Leigh (música). Es un cantable inteligentemente teatral que condensa perfectamente el espíritu de la inmortal obra del Manco de Lepanto: idealismo versus realidad. Muy bien filmada por el estadounidense Arthur Hiller, el cual dos años antes había obtenido un éxito arrasador con LOVE STORY. Formidable O´Toole, un inmejorable hidalgo de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo (aunque aquí no aparezca ninguno) corredor. Rotunda una esplendorosa Sophia Loren de 38 años y de escote mareante. Ejemplares prólogos y epílogo con la Inquisición por medio. Magníficas canciones, de las de toda la vida, como MAN OF LA MANCHA, DULCINEA o la emblemática para soñadores de cualquier lugar THE IMPOSSIBLE DREAM.

 

-La tercera –me gusta diversificar canales temáticos- en C + Comedia, racial, hispánica, demoledora, EL DÍA DE LA BESTIA:

Todo un acontecimiento en la fecha de su estreno (1995). Se mantiene bien. La Navidad española siempre la recordaré por Chencho perdiéndose en la Plaza Mayor en la estupenda LA GRAN FAMILIA, por la genial PLÁCIDO del añorado Berlanga (¡cuánto podría haber clavado su bisturí en esta sociedad actual!) y por EL DÍA DE LA BESTIA. Probablemente, el mejor trabajo del siempre respetable Alex de la Iglesia junto con LA COMUNIDAD y la denostada por muchos BALADA TRISTE DE TROMPETA (en cambio de LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI, solo me interesan sus tres cuartos de hora del principio, el resto me parece una pura falla), un cineasta al que se debe haber roto moldes en una industria que ha pecado muchas veces de raquitismo y de estrechez de miras. Aunque suele compartir guiones con Jorge Guerricaechevarría, me parece mejor director que libretista. Tal vez también la mejor interpretación de Santiago Segura junto a la ofrecida en EL GRAN VÁZQUEZ. Sale Nathalie Seseña, una secundaria que siempre destila cierto morbo… o a mí así me lo parece. Y el prematura y recientemente desaparecido –en accidente automovilístico- Alex Angulo. Terele Pávez ya presentaba sus tremendas credenciales para acabar siendo la actriz fetiche del cineasta bilbaíno. Continúa resultando bastante divertida.

 

-Me quedaban pendientes dos estrenos, los remacho esta tarde, al primero le tenía muchas ganas y no me defrauda en absoluto, se trata de la sensación “indie” en Sundance YO, ÉL Y RAQUEL (título que en el original es ME & EARL & THE DYING GIRL/LA CHICA QUE SE ESTÁ MURIENDO):

Un sensible, delicado trabajo que mezcla con habilidad y atrevimiento risas y lágrimas, dicha y lamento, pero sin caer en los clichés ni en el empacho sentimentalón. Suscribo lo que dice mi colega de La Vanguardia, Jordi Batlle Caminal, “brillantemente dialogada y filmada con una libertad formal inusual”. Es ingeniosa, advierto detrás a un director, el estadounidense/tejano Alfonso Gómez-Rejón, que puede dar mucho que hablar. Y eso que sus comienzos de hace nada han sido  con un slasher relativamente corriente pero también muy bien filmado en su parte inicial, ESPERA HASTA QUE SE HAGA DE NOCHE (THE TOWN THAT DREADED SUNDOWN). Habrá que seguir la pista de este apadrinado del mismísimo Martin Scorsese.

Crítica:

Quizás ese humor adolescente, modernete, algo hipster, por supuesto “indie” que gasta YO, ÉL Y RAQUEL (su título original es bastante más definidor: YO, EARL Y LA CHICA QUE SE ESTÁ MURIENDO) en sus dos primeros tercios constituya una buena y aliviadora pantalla respecto al tono del último, más sentido, humanista, conmovedor dentro de que en todo momento el protagonista, Greg (un magnífico Thomas Mann, de idéntico nombre que el célebre escritor de LA MONTAÑA MÁGICA, la referencia no es gratuita, pues esta novela supone entre otras una disertación sobre la muerte, la enfermedad, la estética…) se encarga de dejar claro que la que vamos a ver no va a ser la típica  historia de amor y enfermedad. Y así es, efectivamente no es la habitual apuesta sentimentalona, pero ello no quiere decir que no albergue bajos sus pliegues sensibilidad a raudales.

Claro que en un momento dado, como narrador en primera persona, nos engaña a los espectadores acerca de cuál va a ser la deriva de lo contado, como de alguna manera se engaña, o se protege a sí mismo, sobre sus verdaderos sentimientos y su sitio en el mundo. Tal vez lo único que pretende es camuflarse para no ser herido. Tal vez no desee enfrentarse con los sentimientos para no salir malparado. Tal vez su autoestima se encuentre bajo mínimos. Tal vez es un majadero egocéntrico capaz tan sólo de recrearse en su propio ombligo, que seguramente es lo más probable. Tal vez.

Lo que es cierto es que el chico que se presenta al comienzo no va a ser el mismo que el del final. Como su admirado Antoine Doinel de LOS 400 GOLPES, algo fundamental cambiará en ese tramo de su existencia que nos es mostrado. Comenzará a pringarse con la vida, a experimentar verdaderas emociones y no las ficticias de sus recreaciones fílmicas.

Me gusta mucho cómo está retratado, algo que bien podría despistar por cómo se manifiesta y es descrito, casi un sociópata, un botarate por momentos. Me encanta su relación con ese amigo (un de lo más natural RJ Cyler) alejado de cualquier veleidad impostora. Y me enamora la chica (sensacional Olivia Cooke), en situación terminal, capaz de suministrar luz, verdad, entre tanto aparente desapego por parte de su “obligado” compañero de última parada.

No es menos cierto que el personaje principal es también aprovechado por el guionista/escritor (Jesse Andrews se ha encargado de adaptar su propia novela) y por el director para llevar a cabo todo un tributo al Séptimo Arte, entendido el mismo cómo tabla de salvación, como inevitable asidero para enfrentarse al mundo o para que al menos éste hiera lo menos posible, también para refugiarse de la intemperie, o quizás para esconderse como hace el avestruz con su cabeza.

Las referencias cinéfilas abundan por doquier, para muchos pueden resultar exhaustivas, van  de simples citas a recreaciones “amateurs” de grandes títulos de la historia, pasando por homenajes musicales. Sin ir más lejos suenan en sus primeros minutos la banda sonora compuesta por el maestro Bernard Herrman para la genial VÉRTIGO o los inequívocos acordes de Ennio Morricone para alguno de sus míticos spaghetti western. La ocasión es aprovechada para rendir tributo, sobre todo, al cine europeo. Varios de esos reconocimientos los comparto, los de Powell/Pressburger, Truffaut o AMENAZA EN LA SOMBRA, no tanto los de Goddard o Herzog.

En lo que no disiento en modo alguno, lo que está sumamente cuidado, hasta el punto de poder, paradójicamente, generar irritación, son sus diálogos… frescos, brillantes, ingeniosos. Precisamente en su afán de querer mostrarse creativos y tratar de epatar, pudieran molestar a otros. Yo los acepto dichoso de principio a fin, en sus raíles más excéntricos o en los más emotivos.

Además, consigue acumular cualidades nada fáciles, ser vivaz en todo momento o entremezclar sin empacho alguno comedia y drama, vamos, lo que se vienen denominando en los últimos tiempos, una dramedia… de inequívoco origen independiente.

Disfruto también con su puesta en escena colorida, con su desmitificación de la adolescencia, sus personajes extravagantes, su catártico desenlace, su maravilloso final, su manera de expender dolor con exquisito papel de estraza humorístico….

Y saben también lo que valoro, que aún no teniendo nada que ver con la aparentemente convencional pero extraordinaria BAJO LA MISMA ESTRELLA, me provoca idéntica incondicionalidad, cada una en su estilo. Pues esa es, al fin y al cabo, una de las principales gracias de la vida, la heterogeneidad, la diversidad y la capacidad para pese a ello llegar a algún fundamental, vital punto de encuentro.

Admito que no imaginaba que el debutante y firmante hace dos años del terror con cierto estilo, pero sin mayor relevancia, de ESPÉRAME HASTA QUE SE HAGA DE NOCHE, iba a proporcionarme algo tan deslumbrante con su siguiente obra. El tejano de origen mejicano Alfonso Gómez-Rejón, incondicional de Martin Scorsese, lo consigue siendo rompedor, atrevido, distraído y reflexivo a la vez. Obtiene algo singular, extraño, raro en el mejor de los sentidos posibles, de un lirismo inicialmente imperceptible pero finalmente brotado a la superficie y al corazón sin aspaviento alguno.

Una bendita “rara avis” que en la edición del Festival de Sundance de este mismo año obtuvo el premio a la mejor película y el del público. Ahí es nada.

 

-El segundo baja algo la media… y eso que lo esperaba con bastante expectación porque venía bien avalado y trata sobre un personaje especial para mí, Peter Pan:

Pero PAN, VIAJE A NUNCA JAMÁS (PAN) no es esa maravilla esperada. No me gana para su causa. Reconozco su deslumbrante dirección artística y algunas imágenes asombrosas, pero me parece más aparatosa que convincente, más apabullante que prounda y –esto es siempre legítimo- una muy libre adaptación de la célebre novela de James M. Barrie, más bien una variación sobre los preámbulos de la historia. El inglés Joe Wright que comenzó su carrera interesándome bastante con las exquisitas EXPIACIÓN y ORGULLO Y PREJUICIO, me decepcionó con su plúmbea versión de la obra de Tolstoi ANA KARENINA y aquí me deja en un cierto limbo, del que no salgo del todo defraudado pero tampoco propulsado como los vuelos de Peter.

Crítica:

Aparatosa más que convincente, apabullante pero definitivamente hueca y libérrima versión de la célebre novela, más bien de los personajes, no todos, de James Matthew Barrie que, algunos, hemos amado feliz, incondicionalmente a lo largo de los años, precisamente por esa condición de proclama de perpetuos peterpanes.

Y de ese espíritu original, de esa búsqueda del niño que fuimos, de esa infancia permanente, apenas queda rastro en esta visión un tanto fallera y carente de alma o de genuino espíritu del original.

Supone el triunfo de una dirección artística verdaderamente deslumbrante y de unos efectos especiales sorprendentes en algunos momentos. Y aunque el guión continúa siendo la molleja indispensable del andamiaje de las películas, es verdad que a veces éstas pueden encontrarse sostenidas de idéntica manera por ciertos medios bien aprovechados. Pero rara vez sin aquél, o nunca, alcanzarán la excelencia, la mía al menos.

Esto va de precuela, o de “reboot” que dicen hoy en día los que están a la última, de origen de orígenes. Yo más bien lo definiría como cuento chino para amarrar un franquiciado, utilizando la complicidad que supone un mito de estas características. O lo que vulgarmente se suele denominar, mercantilizarlo… impunemente.

¿Sale uno defraudado? Pues no… por lo antes apuntado. Y porque cuenta con un elenco lo suficientemente solvente como para sacar más o menos adelante a la empresa. Por ejemplo, vuelven a salir juntos Hugh Jackman como un atrabiliario Barbanegra y Amanda Seyfried como Mary Darling, es decir Jean Valjean y Cosette de la extraordinaria LOS MISERABLES en versión de Tom Hooper.

Me resulta obligado citar también a la cada vez más consolidada Rooney Mara, que de la agresiva para adultos Lisbeth Salander ha recalado en la agresiva, más bien aguerrida, para niños princesa Tigrilla. Garrett Hedlund, el chico de INVENCIBLE de la Jolie, es un apuesto y nada manco capitán James Garfio. Lo de la cotizada modelo y pujante actriz Cara Delenvigne era casi de cajón una vez sabido su reparto, es una de las bellísimas y rutilantes sirenas… en una aparición de dos minutos o menos para tristeza de quienes admiramos su bello rostro. Y luego está un Levi Miller como el protagonista, que se maneja bien, pero que no se gana mi incondicionalidad. Tampoco le permitía mucho más el texto asignado.

Y podría ir desgranando un sólido equipo de profesionales hasta llegar a su director, el británico Joe Wright, incrustado ya de lleno en la industria hollywoodiense. Si me hizo concebir esperanzas respecto a su buen hacer con la enésima adaptación de ORGULLO Y PREJUICIO y, sobre todo, con EXPIACIÓN, con la fascinante delgaducha Keira Knightley, los últimos títulos, sobre todo una ampulosa y fallidamente innovadora adaptación de la célebre obra de Leon Tolstoi ANNA KARENINA, un tostonazo vamos, le han hecho caer bastante en mi valoración. Con PAN mantiene el tipo y poco más. Es el típico ejemplo en el que los árboles (los medios) no le dejan ver el bosque.

Definitivamente no es la maravilla esperada, anhelada más bien. En mi ránking de versiones cinematográficas favoritas continúa figurando en primer lugar, muy destacada, la de Disney, que provocó en buena parte mi inquebrantable amor, mi adicción por el Séptimo Arte y, probablemente, por un tipo de vida tal vez anacrónica para estos tiempos pero placentera en lo personal. En segundo, la nada empalagosa y, a la vez,  apropiada para los más pequeños PETER PAN, LA GRAN AVENTURA. Un gran trabajo de P. J. Hogan, el mismo responsable de esas dos delicias que son LA BODA DE MURIEL y LA BODA DE MI MEJOR AMIGO. En el tercero figura la de Spielberg, HOOK (EL CAPITÁN GARFIO), un poquito acartonada pero simpática y en algunos tramos hasta brillante.

Como variante, ahí queda una aproximación a la vida de su creador, James M. Barrie, la verdaderamente preciosa DESCUBRIENDO NUNCA JAMÁS, con unos estupendos Johnny Depp y Kate Winslet. El resto las he olvidado. Bueno sí, me acuerdo de una antecesora muda, de lo más extravagante, dirigida por Herbert Brenon, con una mujer, Betty Bronson, encarnando al héroe del uniforme verde.

Decente cine familiar para pasar el rato, algo que no es poco, siempre que no se pidan mayores honduras que las de un espectáculo de alto standing verbenero.

 

-Remato tan gloriosa jornada cinematográfica volviendo a la tele, a ese impagable espacio de La 2, Historia de nuestro cine, revisando la primera versión del popular cuento –adaptado por él mismo- del hoy en día un tanto olvidado escritor gallego/coruñés Wenceslao Fernández Florez (EL BOSQUE ANIMADO), EL HOMBRE QUE SE QUISO MATAR, filmada, en el que supuso su debut, por el mismo responsable de su “remake” en color (protagonizado por Tony Leblanc), Rafael Gil:

Lo conocí en una entrañable y hasta memorable conferencia en la Facultad de Letras del campus ciudadrealeño a finales de la década de los 80. Asistió con motivo de un homenaje al mejor decorador de la historia del cine español, el criptanense Enrique Alarcón. Y con el que fuera su  imprescindible director de fotografía, Alfredo Fraile, suegro del popular periodista deportivo José María García. Aquí sale un actor muy popular y entrañable, Antonio Casal, todo un tipo corriente. El título lo indica todo. Se mantiene como una comedia ágil, realizada con esmero, con profesionalidad. Lo que pasa es que las que se hacían en los cuarenta de nuestro cine parecen apolilladas, avejentadas, seguramente nacieron así. Comparen de la misma época lo que llegaba de los USA: LA FIERA DE MI NIÑA, VIVIR PARA GOZAR, LA PÍCARA PURITANA, HISTORIAS DE FILADELFIA, UN MARIDO  RICO, LAS TRES NOCHES DE EVA, LUNA NUEVA… ¡En fin! En cualquier caso, esta supone para la época y para esta latitud… una insólita comedia negra bien ideada y escrita con ironía, criticando convencionalismos sociales. Alguna secuencia, como la de Casal llegando tumbado en la cabecera del tren, denota que a Gil le debía encantar Keaton y su MAQUINISTA DE LA GENERAL.