No crean, no es fácil escribir un artículo a la semana. No es el miedo al terrible folio en blanco (o el Word en blanco), que también, no, son muchas otras cosas. Por ejemplo, la selección del tema sobre el que queremos escribir (el estado de ánimo, para luego). Esta semana se me ocurre escribir sobre las majaderías soltadas por Fernando Trueba sin venir a cuento, chico, ¡qué te ha pasado! Me da pena, es un tipo que me caía bien, sobre todo en su condición de melómano erudito. Disfruté muchísimo con su “Calle 54”, y aprendí mucho con el programa de radio tres “Manteca” en el que colaboraba junto con el bueno de Nat Chediak. Allí descubrí a Milton Nascimento y a tantos otros, allí compartí pasión por el jazz latino desde el otro lado de las ondas. Luego, confieso que me enamoré de su preciosa “Chico y Rita”. Es conocido su amor por Francia, pero ello no le da derecho a menospreciar de esa manera a su país, España y a los españoles, en fin, él sabrá, si finalmente decide exiliarse intelectualmente en algún pueblecito de los Alpes que le vaya bonito. Lo ético, a mi modo de ver es renunciar al premio, como hacían los grandes.
De los refugiados no hablo, me expresé en verso el otro día, y seguimos más o menos igual, eso sí, las concertinas han crecido, no hay cortacésped que las recorte, y el ejército va aumentando sus potestades. En fin, el problema migratorio acompaña a la raza humana desde el principio de los tiempos, y actualmente se plantea en términos de sostenibilidad.
Ahora, el tema más espinoso, o quizás el que me produce más indiferencia, cansancio o hastío, más bien, como a una catalana internacional, Isabel Coixet, a la que, dicho sea de paso, parece habérsele secado el cerebro o la creatividad, desde que firmara esas dos joyas, “Cosas que nunca te dije” y “Mi vida sin mí”. En fin, a ella le provocaba eso, CANSANCIO, el proceso de independencia catalana, un disparate mayúsculo, que ha propiciado alianzas insólitas en busca de un absurdo, y que ha provocado la división más que la unión. Creo que es la definición justa de un proceso tan injusto. Que conste que escribo esto el 27S, el gran día, y ni siquiera he encendido la tele para informarme sobre el estado del disparate. Cuando salga publicado este desordenado artículo, ya tendremos ganador, ¡qué emoción!
Seguimos desgranando, por qué no hablar de Volkswagen, y de la pifia que se ha cometido. Alemania y los alemanes, con esa perfección programada a golpe de máquina, a veces se dan un perfecto batacazo. Mi opinión, estas cosas son la consecuencia de las políticas de crecimiento que aprobamos día a día con nuestro consumismo atroz (y me incluyo, por eso lo de nuestro). Los seres humanos somos como niños jugando con cerillas, hasta que no nos quememos, no nos daremos cuenta.
Dejamos el dilema del argumento, y nos centramos en otros factores. El estado de ánimo, condiciona lógicamente lo que escribes y cómo lo escribes. El mío, mi estado de ánimo, es de domingo soleado, madrugué, porque soy de los que madrugan, comí churros en la mejor churrería del mundo, cociné spaguettis con anchoas, y me puse a escribir bajo la atenta mirada de un sol delicioso. Observo el mundo desde mi cuarto de estar, y mi ventana es como un faro diáfano que me enseña la realidad, un tupido grupo de mujeres con camisetas rosas que participan en alguna carrera solidaria, algún paseante con su perro y otros que viajan cargados de bombonas de agua y café para la tarde, este es el tranquilo panorama. En fin, no se podrán quejar, fueron muchos los asuntos del orden del día, y como empecé termino, es decir, divagando.
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