Murió Juan Claudio Cifuentes, “Cifu” para los amigos, el mayor divulgador de este estilo musical en las ondas patrias. Bueno, y en la televisión, mantuvo siete añazos en antena el mítico “Jazz entre amigos” (¡casi ná!).
Los últimos tiempos habían sido los de los reconocimientos a una vida no siempre fácil, dedicada al jazz, ni más ni menos, ni menos ni más. Un estilo, el jazz, no muy popular, y en el que Cifu nos regaló su magisterio. Medalla de oro a las bellas artes o el premio ondas, fueron más que justa recompensa y reconocimiento. Yo me quedo con lo pequeño y a la vez gigante, con su humildad proverbial, y con la tierna definición que hacía de su sedentaria profesión de locutor de radio, allí, en la cabina, se sentía como en una piscina.
Precioso especial el de “Mundo Babel” (radio tres, claro), que comenzó en Nueva Orleans, para seguir con el “Milestones” de Miles Davis (siempre recordaremos a Cifu al escuchar sus compases), pasando por el “Take five” de ese genio gafotas llamado Dave Brubeck ( no nos olvidemos de Paul Desmond), o el “Inolvidable”, cantado por Nat y su hija Natalie. No podía faltar Duke, con su “take the “a” train” y su “Caravan”, o la alegría de la voz de Satchmo.
Contaba Cifu que a los once añitos su abuelo le puso un disco, y allí empezó todo. Las mañanas de los sábados y de los domingos no volverán a ser lo mismo. Las patatas fritas no saldrán igual sin swing, o ¿qué me dicen de la mayonesa o el arroz con leche?, sin duda serán más tristes sin las melodías
de Coltrane o las de “Bird” de fondo. Nada será lo mismo sin su cálida voz, sin su humanidad, y su sapiencia a la hora de hablar de los músicos de jazz, o a la hora de introducirnos en la técnica con total naturalidad y valiéndose de los tecnicismos justos y necesarios. Cifu tenía una gracia tremenda a la hora de contar anécdotas de las biografías de los músicos o del ensamblaje de las grandes sesiones, de las grandes actuaciones, de los grandes festivales o de los grandes discos. El sábado, en “Mundo Babel” recordaban cuando contaba como Buddy Rich, el legendario batería estadounidense, en urgencias, al ser preguntado por sus alergias, contestaba que sí, que tenía una, era alérgico a la música “punkye”.
En fin, yo siento su pérdida como la de un amigo o la de un familiar, y sobre todo siento que pierdo su voz, esa que nos seguirá dando desde el cielo, besos ,abrazos, carantoñas y achuchones varios. Gracias y hasta siempre, amigo.