Febrero sueña a fiebre, a mes terco y austero, a orfandad de días. A santo humilde y a tierra mojada, a niño triste que orina en la penumbra su última tristeza, a luna desamparada porque no tiene madre ni padre. Febrero es un cielo inmóvil de azul recordado. Febrero huele a moho, a verde húmedo, a húmeda caricia del viento, a cafetera rabiosa detrás de la ventana.
A mitad de su vida, febrero de desviste y se viste al mismo tiempo de lujuria, se emborracha de máscara y de vino, y baila al son de la charanga. Luego queda la resaca, la acuática nostalgia, la bocanada de niebla, el olor a cebolla que llora lluvia en cada capa.
*foto tomada de Google (www.culturaandalucia.com)