Estoy cansado de jugar, pero no como juegan los niños, sino a los juegos de mayores, los mortalmente serios juegos de mayores en que participamos casi todos los días de la vida. Esto no significa que no necesite el contacto humano, ha quedado demostrado que es tan necesario como la ingesta de alimentos, a nivel biológico y sociológico y yo, no soy una excepción. La privación sensorial puede provocar una psicosis transitoria o al menos, dar lugar a perturbaciones mentales temporales. El Confinamiento en solitario es uno de los procedimientos de castigo más temidos aun por los presos acostumbrados a la brutalidad física.
Decía que estoy cansado de jugar, me explico. Parto de la referencia del Dr. Eric Berne, psiquiatra estadounidense que se especializó en los años sesenta en las relaciones humanas, definiéndolas como juegos, y que desarrolló todo un tratado sobre este tema entorno al “Análisis Transaccional”. Berne identificó cientos de juegos entre adultos y los clasificó en diferentes apartados, juegos de la vida, maritales, sexuales, de reunión…. Tienen sus reglas, normas, procedimientos y estructura. Pero lo que identifica a estos juegos de mayores es que tienen una motivación oculta, una serie de jugadas con una trampa o truco. Por esto es por lo que estoy cansado de jugar y de que jueguen o intenten jugar conmigo.
Hoy en día podemos decir claramente que los socialmente adaptados son esas personas que conocen las reglas de los juegos y que sobretodo, saben cómo hacer las trampas, conocen los trucos y además, no tienen escrúpulos en usar cualquier tipo de artimañas para ganar. Un juego clásico de este tipo es el “Mira lo que me has obligado a hacer” y se juega con la pareja, con los hijos o en el trabajo, donde un acto externo provocado por el sujeto B, provoca en el sujeto A una reacción negativa que éste traslada al causante B, como el responsable de su respuesta, proyecta sobre el otro sus errores, fallos o cualquier otra conducta negativa. Tú (B) me has obligado a hacerlo y yo (A) no quería.
El pasado 30 de septiembre en el espacio “los jueves al cine…” se proyectó la película “El hombre más buscado”. Se la recomiendo y a la vez, les aconsejo que no la vean, por el sabor amargo que deja sobre la condición humana. Pero si siguen mi recomendación, encontrarán un claro ejemplo de cómo los poderosos juegan con trampas, trucos y enredos y aquél que confíe, el que juegue honestamente, perderá la partida irremisiblemente, como le ocurre a nuestro protagonista
Esta sociedad, la que estamos construyendo entre todos, es la que premia a los jugadores más sobresalientes, los menos escrupulosos, los que son capaces de pisotear a quien sea con tal de subir o simplemente mantenerse, ya sea subordinado, compañero, hija/o o esposa/o. No importa el otro, no es un compañero, es un rival.
Y yo no quiero jugar a estos mortalmente juegos de mayores repletos de trampas y trucos con tal de ganar. Decía un twitt que leí hace poco que “la competitividad es el inicio de las guerras” y comienza en la escuela. Así es como estamos educando a nuestros hijos, ganar a costa de quien sea y como sea, sin importar el rival, ni el recorrido, sólo vale vencer. Decía Maquiavelo, “el fin justifica los medios”, maquiavélico, ¿verdad?
Foto: gananci.com