sábado, 27 de abril

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Barricada Cultural

 

El inadaptado social

por L. Mariano Carmona Rodríguez

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Confieso ser un inadaptado social, pero me congratula serlo. Si una persona que se adapta perfectamente a una sociedad enferma, está enfermo yo, que no me adapto a esta sociedad, ergo, estaré sano. Pero esto, que dicho así parece una ventaja, es todo un sinfín de inconvenientes, sobre todo, en el tema de las relaciones humanas. La normalidad y la adaptación son “valores” en alza. Anormal o inadaptado son conceptos y etiquetas que no queremos ni para nosotros ni para nuestros hijos. Soy raro. O especial, según se mire.

Ser normal, ser como los demás, tiene sus ventajas en esta sociedad actual. Tus amigos te llamarán para salir, tendrás ingresos que te permitan comprar o hacer escapadas de fin de semana, podrás compartir los hobbies habituales con la gente habitual, disfrutarás mucho leyendo, escuchando música, consumiendo al fin y al cabo. Hagas lo que hagas, lo más probable es que alguien se estará beneficiando, su ego y su bolsillo. Admiro a esta gente que es capaz de disfrutar de la sociedad consumista, acaparando bienes, cuidando la imagen, viviendo hacia fuera de sí mismo, porque ni están ni son inadaptados. Pero quien más despierta mi admiración son las personas especiales, esos seres de luz que comparten lo que tienen, que saben expresar sus emociones, que confían, que se aburren con la normalidad, que sueñan constantemente, que se ocupan más de su alma que de su bolso a juego con sus zapatos, que disfrutan jugando más que ganando, que siempre son sinceros, que no adquieren cultura pero que rebosan sabiduría, los que cuando caen, antes de llegar al suelo, son capaces de volar aunque sólo sea un instante.

¿Qué hace subir a los globos? No es la forma ni el color, sino lo que tienen dentro. Esa gente con valores y sentimientos sinceros, amorosos, solidarios, es la que admiro de verdad porque además, serán capaces de salir del inframundo oscuro y sombrío (aunque sólo sea soñando) y alcanzar cotas elevadas de sabiduría. Pero, probablemente, aquí y ahora están inadaptados.

Yo no quiero ser normal, ni estar adaptado, ya no busco ser aceptado y tener un centenar de “amigos de barra de bar” o un milllón de amigos como decía la canción de Roberto Carlos, aunque sean de facebook. En las relaciones humanas me permito una compañía serena, bondadosa, soñadora y, a mí. Esto no es fácil, porque estamos empujados constantemente a la acción puesto que lo demás es, pereza. Cuando el ilustre D. Camilo J. Cela era diputado, en una de las sesiones plenarias del Congreso, supongo que infumable, alguien se le acercó mientras daba una cabezadita y le dijo: “Señor Cela, que está usted dormido” pero él le replicó, “no estoy dormido, estoy durmiendo porque no es lo mismo estar jodido que estar …”

La soledad, la quietud, el silencio, no son actos perezosos, son acciones muy productivas que te permiten conectarte, sanarte  y conversar con la persona que más debe importante y esa persona, eres tú. Practícalo a diario todo lo que puedas, te irás conociendo más y mejor, tu cuerpo irá sanando y tu SER irá resolviendo tus dudas, tus preocupaciones y tus preguntas. Que las pongas en práctica es otra cuestión que abordaré en otro momento.

 

Fuente: Conversaciones conmigo mismo.

 

Foto: dosideas.com