martes, 13 de mayo

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Barricada Cultural

 

Operación buscar a Cervantes

por Eva Martínez Cabañas

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En su última obra, de título “Los trabajos de Persiles y Sigismunda” (por cierto, pido disculpas por las comillas mal utilizadas, se deben a fuerza mayor), Cervantes escribió unos versos de despedida al conde de Lemos: “Puesto ya el pie en el estribo / con ansias de la muerte / gran señor, esta te escribo”. Cuatro días después falleció a los sesenta y ocho años de edad a consecuencia de una diabetes.

Su casa todavía se sitúa en la esquina entre la calle León y la calle Francos, en el barrio de las letras y en el entorno conocido como el Madrid de los Austrias, lugar donde nuestro protagonista tuvo como vecinos a sus colegas Quevedo y Lope de Vega.

Fue su deseo ser enterrado en la iglesia del convento de las monjas Trinitarias Descalzas, situado en el mismo barrio. La orden de los Padres Trinitarios se ocupaba de liberar cautivos, e incluso sus monjes se intercambiaban por ellos. Dos de sus integrantes intercedieron por él y su hermano Rodrigo en su encarcelamiento en Argel. Fray Antonio de la Bella partió hacia allí con una expedición de rescatados, y fray Juan Gil, que disponía de trescientos escudos, pagó el rescate exigido por don Miguel, que era de quinientos. Para ello el fraile recaudó entre los mercaderes cristianos la cantidad que faltaba justo cuando el escritor soldado ya estaba en una galera rumbo a Constantinopla, “atado con dos cadenas y un grillo”.

En el momento de su entierro, el convento disponía de una pequeña capilla con acceso desde la calle Huertas, pero posteriormente se edificó una iglesia mayor en el mismo sitio, por lo que se trasladaron los restos de los enterrados en su interior. Así que se desconoce el lugar exacto donde se encuentra enterrado nuestro querido escritor.

Sin embargo, desde hace cuatro años un equipo de investigadores españoles se ha propuesto encontrar el cuerpo de Cervantes.

El escritor se describió en el prólogo de sus “Novelas ejemplares” diciendo: “Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y esos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies. Este digo, que es el rostro del autor de la Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso... Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra”.

En un documento legal que relata la batalla de Lepanto (como anécdota decir que en esta guerra también participó el Marqués de Santa Cruz, que residía en la ciudadrealeña villa del Viso del Marqués) encontramos:

“Cuando se reconosció el armada del Turco, en la dicha batalla naval, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo y con calentura, y el dicho capitán... y otros muchos amigos suyos le dijeron que, pues estaba enfermo y con calentura, que estuviese quedo abajo en la cámara de la galera; y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de él, y que no hacía lo que debía, y que más quería morir peleando por Dios y por su rey, que no meterse so cubierta, y que con su salud... Y peleó como valente soldado con los dichos turcos en la dicha batalla en el lugar del esquife, como su capitán lo mandó y le dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le acrescentó y le dio cuatro ducados más de su paga... De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que quedó estropeado de la dicha mano”.

Por este escrito conocemos que nuestro mal llamado Manco de Lepanto en realidad no perdió la mano izquierda, sino que probablemente se produjo un seccionamiento del tendón con engarfiamiento de dedos. La falta de uso de la mano durante casi cuarenta años también podría haber afectado al hueso. En cuanto a la herida recibida en el pecho por proyectil de arcabuz, habría afectado a los huesos de la caja torácica por el impacto, por lo que sus restos también podrían mostrar marcas producidas por la lesión y cauterización, e incluso restos microscópicos de metal.

Estos datos son importantes ya que, si encontramos sus restos, no está previsto recurrir a análisis de ADN, ya que los hijos de Cervantes no tuvieron descendencia y solo queda disponible el ADN de su hermano Rodrigo, muy debilitado tras cuatrocientos años.

Así que estamos buscando un esqueleto de un varón de unos setenta años, sin dientes, con dos disparos en el pecho, una patología en el brazo izquierdo, y enterrado en un lugar indeterminado de una iglesia madrileña.

Lo primero que hicieron los expertos fue cartografiar el subsuelo del edificio, delimitando los planos en 3D en cuatro zonas donde la probabilidad de hallar el cuerpo era más alta. Entre otros sistemas de reconocimiento, cuentan con un georradar puntero que revela lo oculto bajo el suelo que pisamos. El sofisticado objeto de rastreo ha localizado en la cripta del templo unos treinta nichos con restos óseos, así que este será el primer lugar donde se empezará a buscar a Cervantes casi cuatrocientos años después de su muerte.

El georradarista Luis Avial, de la empresa Falcon High Tech, el historiador Fernando de Prado, y el prestigioso antropólogo forense, y presidente de la Sociedad Científica Aranzadi, Francisco Etxeberría, son quienes lideran este apasionante proyecto que cuenta con un amplio equipo de antropólogos y técnicos especialistas. Etxeberría es toda una autoridad mundial que ha participado en la exhumación de víctimas de la Guerra Civil Española, en el análisis de los restos del presidente chileno Salvador Allende o en el informe pericial de los desaparecidos hermanos Bretón en Córdoba.

La idea de encontrar a Cervantes nació de la amistad entre Avial y Prado. Este último es un auténtico convencido de que el escritor sigue en la iglesia donde fue enterrado el 23 de abril de 1616, y cuenta que su interés ha chocado en ocasiones con el desinterés e incluso desprecio de algunos (que debe ser una característica de los españoles pagar a los emprendedores con indiferencia, y si no recordemos la historia de Isaac Peral o de otros muchos).

El georradar hace su trabajo elaborando un radagrama que mide la variación en las densidades del material del subsuelo. De esta manera podemos identificar cavidades con aire, sedimentos blandos o estructuras arquitectónicas. Este sistema se utiliza desde hace unos diez años sobre todo en excavaciones arqueológicas.

De esta manera, los miles de datos recogidos se han analizado y cotejado exhaustivamente sin necesidad de levantar ni una sola baldosa, ya que la intervención en la cripta necesitó de permiso por parte de la Comunidad de Madrid, ya que el convento es un bien de interés cultural.

En un punto próximo al centro del crucero también se determinó una segunda zona que sugiere la existencia de una lápida, así como muretes de ladrillo y hundimientos locales que han determinado en total cinco lugares de rastreo.

Pero hablemos de dinero... La primera fase se financió con capital privado y en dólares y, después de mucho trabajo y numerosas visitas a despachos, se consiguió una financiación para la segunda fase de 12.000 euros por parte del Ayuntamiento de Madrid. El resto Dios dirá, que más de un proyecto de este calibre se ha dejado a medias por falta de recursos económicos. Pero confiemos en que los restos aparezcan antes del 2016, fecha en que se celebrará el cuarto aniversario de la muerte del genio, para que así Madrid se llene de turistas, curiosos, así como admiradores del escritor y del equipo de investigación. Entre tanto las monjas, que son de clausura, están de los nervios con tanto revuelo y con la posibilidad de que se abra el convento a los turistas, ya que son más partidarias de vivir tranquilas que de acrecentar su economía.

En estos días, los expertos han presentado un informe con resultados determinantes en la llamada “Operación buscar a Cervantes”. El objeto de este es tomar decisiones en una segunda fase y proceder a la exhumación de los restos óseos. Los permisos oficiales y el presupuesto requerido se ha valorado en unos 100.000 euros.

La intervención en la cripta necesita el permiso de las religiosas de clausura, del Arzobispado y de la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, que protege el edificio histórico, ya que el trabajo se llevaría a cabo mediante excavaciones en las oquedades localizadas por el georradar, pudiendo llegar a utilizarse una microcámara en los casos en que esto sea posible.

Se espera encontrar enterramientos enteros que faciliten la identificación, pero también se cuenta con la posibilidad de que los restos de Cervantes puedan estar mezclados con restos de otros fallecidos.

El último paso consistiría en identificar los restos en el laboratorio de la Sociedad Científica Aranzadi, que ha ofrecido sus instalaciones y personal especializado como colaboración en el proyecto.

Para terminar podemos encontrar unas interesantes fotografías 3D de la iglesia en el País.es de 9 de junio y bajo el titular “Enterramientos encontrados en la búsqueda de Cervantes”, así como un vídeo sobre el tema en la página Europa Press.es.

“¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!” dijo Cervantes en su día. Y, aunque lo escribió con sentido bien distinto, me permito una sonrisa y una segunda interpretación por esta sentencia tan acertada en estos días. Perdón por perturbar su descanso, don Miguel. Solo pretendemos rendirle justa pleitesía.

 

Fuentes: RTVE.es, ABC.es, Europa Press.es, El País y 20 minutos.es.